| | Semiósfera | |
Concepto propuesto por el lingüista y semiólogo Iuri Lotman, quien define a la semiósfera como el mundo de los signos y códigos en el que todos los humanos viven e interactúan. En este sentido, se da por sentado que cada humano tiene su propia «esfera» particular, mas solo puede identificarse una semiósfera cuando varios conjuntos de esferas hacen semiosis.
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Las líneas oscuras proyectadas en el techo por la luz del sol contra la persiana medio abierta me hicieron sentir prisionero en un lugar que tardé en reconocer. El bajo termostato en la habitación blanca que no me pertenecía me puso la piel de gallina y me acurruqué debajo de la cobija que ya no parecía tan gruesa para mantener mi temperatura corporal. Mi vista se posó en la mesa de noche, un libro de portada roja, la lámpara negra sobre ella y la portátil cerrada. Las mañanas se sentían más calmadas aquí que en mi propia casa, donde solía despertar con los mantras y la música relajante de mi madre cuando hacía yoga antes de irse al trabajo.
Cerré los ojos intentando dormir, pero lo único que vino a mi mente fue la noche de ayer. Todo era como un montón de recortes de una página que pertenecían a una revista que nunca habría leído por elección propia. En una hazaña retrospectiva fui armando escena por escena, creando en mi cabeza un collage más o menos coherente desde el momento en que bajé del auto de Florencia tras estacionarme al lado del de Paul.
Él me había ordenado ir a mi casa, y lo había hecho, pero a mitad de camino la angustia se apoderó de mí lanzándome en cara lo que había pasado minutos antes. Sabiendo que él estaba golpeado y Florencia inconsciente, estaba muy mal de mi parte marcharme y hacerme el desentendido. Me importaban. Esos dos me importaban más de lo que alguna vez pensé que me importaría alguien con quien no tuviera un vínculo consanguíneo.
Paul me dejó pasar tras haber tocado la puerta, bajo la luz blanca del apartamento pude ver con claridad las heridas en su rostro y la sombra tenue bajo el ojo derecho, también sostenía un bulto de papel higiénico para detener el sangrado en la parte posterior de su otra mano. Le dije que debía presionar fuerte la herida mientras me encargaba de Florencia, quien acababa de despertar de su desmayo. Con una voz débil dijo que su cabeza dolía, pero en lugar de sostener su frente, sus manos estaban en su garganta. Imaginé que tenía sed, así que fui a la cocina sin saber exactamente dónde quedaba cada cosa, y al volver encontré a Paul sobando la espalda de su prima, pero ahora ella cubría su rostro con su cabello desordenado. Le acerqué el vaso y ella lo tomó con tanta fuerza que las puntas de sus dedos se decoloraron.
—¿Florencia? —llamé pero ella no levantó su mirada hacia mí, tampoco bebió el líquido aunque su otra mano siguiera enganchada a su cuello, como si aún ardiera—. ¿Flo?
—Ella está bien —me sacudió Paul. Por cómo me lo dijo, me hizo entender que no debía preguntar de nuevo, así que me eché hacia atrás y me resigné a verla un par de segundos más en ese estado, hasta que se levantó y caminó hacia lo que muy probablemente fuese su habitación, apoyándose todo el tiempo en su primo.
Al salir de la habitación Paul no dijo nada y tampoco le insistí por más. La escena de Florencia era un tema que había acabado tan pronto se cerró la puerta.
Él salió al pasillo y atravesó el umbral que dirigía a la sala de baño, le seguí apenas noté que había dejado la puerta abierta y el grifo estaba abierto. Ver a Paul lavándose la cara cuidadosamente y transformando el agua en un líquido escarlata tras tocar su piel se me hizo tristemente familiar... tanto que volví a sentir el sabor de las galletas vomitadas esa mañana en el sanitario de la escuela.
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Salad Days
Roman pour AdolescentsLa madurez como proceso evolutivo en la vida tiene varias etapas, y la adolescencia es una ellas. Joshua Fox es un solitario chico de dieciocho años con una cabeza inexplorable, quien está anegado de frustraciones, de interminables preguntas y una a...