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Fredd me acogió en sus brazos. Me abrazó tan fuerte, como diciendo "no te vayas" de su cara rodaron algunas lágrimas conmovedoras que causaron en mí un inusual cosquilleo en el corazón. Aquel cosquilleo sólo sucedía en mí cuando la emoción era fuerte, sea de tristeza o alegría. Pero esta vez eran las dos, la primera por dejarlo y la segunda por haberlo tenido en algún momento de alguna manera.

Me soltó, quedé inmóvil unos minutos mientras volvía a la realidad. Dije adiós con mi cabeza abajo y partí sintiendo el vértigo.

La sogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora