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Mi madre al verme, me regaló una hermosa sonrisa desgastada pero muy amplia y llenita de emociones. Le atribuí y la abracé fuertemente.

Me contó muchas cosas tristes, intenté no llorar para darle fuerza y hacerle creer que eso que sucedía era pasajero y que pronto todo volvería a la normalidad. Pero era lógico que no sería así, las cosas habían cambiado rotundamente y yo... yo ya estaba quedando más solitaria en este mundo y esa ciudad de la que no conocía ni donde viviría.

Fue doloroso ver en ese estado a mi madre, demacrada y con canas que no eran acordes con su edad. Se le caía el cabello en masa, pero eso a ella no le preocupaba mucho, siempre fue descomplicada con su aspecto. Después de que mi papá nos abandonara, ella decidió nunca más conseguir pareja, fue su único y primer amor, un amor que la destrozó, pero que según ella, le había dejado lo mejor de su vida, su Sol.

Alguna vez me contó que cuando ella quedó embarazada de mí, tuvo una discusión con mi papá por decidir qué nombre colocarme. Entre sus opciones estaba: Epifanía, Sol, Esperanza, Amanda y Julia. Optaron por el segundo y me gusta, me gusta mucho.

Amaba cuando Fredd me decía que era su luz, su único Sol...

La sogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora