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Horneamos galletas de chocolate mientras escuchábamos nuestra música favorita.

Después de más o menos dos horas o más mi tía llegó a casa de Fredd, me dijo que el carro ya nos esperaba. Me despedí de Fredd como si nada, como si nos fuéramos a ver mañana. Le pedí que le diera un abrazo a su madre de mi parte, ésta vez tomé mi soga de saltar vino tinto y me dirigí a la puerta y tomé fuertemente la mano de mi tía.

Fredd se sintió extrañado con mi fría despedida, pero pronto se recuperó, justo cuando sonó el teléfono.

Me subí al carro, mire mi casa que ya estaba un tanto sucia por la falta de cuidado y entre sonrisas y lágrimas silenciosas me prometi muchas cosas.

La sogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora