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Ya estaba en la escuela, llegué a mi salón, me senté en el mismo lugar de siempre. Nuestros puestos eran para parejas, pero yo siempre quedaba sola. Nadie se haría conmigo y menos viendo mi ropa tan gastada. Ellos no tenían ni idea todo lo que tenía que hacer mi mamá para pagar la pensión de esa escuela tan costosa. Ella siempre me dijo que quería que yo tuviera una vida "normal". Estudiar en una escuela privada o pública, no definía si mi vida era normal o no, todo dependía de mí, siempre lo tuve claro.

Sin embargo, siempre sucede, te juzgan por lo que saben y lo que no.

Me sorprendió ver a Fredd cruzar la puerta de mi salón, al verlo, casi de inmediato se me hinchó el corazón y palpitó velozmente, sonreí sin que él lo notara. Como no habían más puestos vacíos, me dijo:

-¿Te molestaría...?

Negué con la cabeza. No tenía más opción, así que se sentó junto a mí.

La sogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora