XIII

204 31 14
                                    

- No pude reaccionar, todo pasó muy rápido -empezó narrando Lucy entre sollozos mientras Diana se mantenía callada a su lado, mirando al suelo-. Estaba sentada en el porche cuando un furgón se paró delante de mí. Cuando me quise dar cuenta tres hombres me estaban apuntando.

- Salí al escuchar el ruido del motor pensando que ya habíais llegado -continuó Diana-. "Busca a la chica" ordenó uno de ellos y otro nos metió en la casa y nos amordazó.

- ¿Cómo eran? -pregunté.

- Dos de ellos eran mayores y bastante gordos pero el otro era joven, tendría nuestra edad y tenía el pelo rubio -contestó Lucy-. ¡Se llevaron a Rotten delante de nuestras narices! -gritó con lágrimas escurriéndose de los ojos-. Se la llevaron y ella solo nos miró, sin entender que estaba pasando. Lo siento Mike... -terminó abrazándome y yo no pude hacer más que consolarla mientras se hundía en el hueco de mi cuello.

Cuando Lucy se calmó volví a la que una vez había sido cama de Rotten. Me tumbé y me quedé mirando el techo amarillento. Los chicos vinieron un par de veces, a preguntarme cómo estaba o a ofrecerme comida. Sin darme cuenta, el sol se escondió totalmente y el techo amarillento pasó a ser parte de la oscuridad. No pegué ojo en toda la noche. Era la primera vez desde hacía mucho tiempo que no dormía con Rotten a mi lado. Aunque ella siempre me daba la espalda y sus únicas palabras eran un seco "buenas noches" sabía que estaba a mi lado y si quería acercarme a ella solamente tenía que removerme fingiendo estar dormido.

Me pasé pensando en las palabras de Diana y Lucy todo lo que mis pesados párpados me permitieron estar despierto. ¿Por qué alguien querría secuestrar a Rotten? Y, lo que más me inquietaba es que ellos sabían que estaba aquí por lo que nos habrían estado espiando varios días. Pensar que tres hijos de puta estaban controlando todos nuestros movimientos me ponía la piel de gallina. Incluso llegué a pensar que el disparo y todo lo que trajo consigo, fue una táctica para dejar la casa desprotegida. Esos y mil asuntos más rondaban mi cabeza mientras intentaba urdir un plan para recuperar a Rotten.

No sé en que momento me quedé dormido pero cuando volví a abrir los ojos cegado por los rayos de sol matutinos que dejaban pasar las tablas puestas a modo de barrera de las ventanas, supe que no habían sido suficientes horas de descanso. Me senté en la cama y una vez más miré el lugar donde Rotten solía dormir. Suspiré y me fui de allí, pasar más tiempo torturándome estaba destrozando mi cabeza. Me dirigí al baño y me encerré, sin querer ver aún a los demás. Contemplé mi aspecto en el espejo ennegrecido durante un rato. Mis ojeras eran pronunciadas, la tristeza no es la mejor compañera de cama. Estaba pálido, más de lo normal, rozando a ser un color enfermizo y mi pelo rubio ceniza no parecía estar por la labor de ser domado. En un acto reflejo, intenté abrir el grifo del lavabo, dándome de bruces con la cruda realidad. Era algo de lo que no era capaz de acostumbrarme. Seguía pulsando interruptores en cada habitación que entraba pensando que, mágicamente, la luz de esta se encendería mientras en la televisión aparecería alguna noticia de última hora sobre como los caminantes no eran más que una campaña publicitaria para algún negocio con ganas de polémica. Soñar es gratis.

- Amber ha encontrado un mapa, deberías venir -me dijo Calum interceptándome en la salida del servicio.

¿Amber? No pregunté porque supuse que era la chica nueva, la hermana del hijo de puta que disparó a Rotten, forzándola a postrarse en una cama para que la secuestrasen.

- Por la descripción que me ha dado Diana de uno de los señores... creo que sé quién es. Es peligroso -continuó explicando Amber mientras yo tomaba asiento en el sofá de la sala siendo observado meticulosamente por el resto-. Tiene un campamento bastante grande no muy lejos de aquí.

- ¿Quieres continuar? -pregunté frunciendo las cejas cuando me percaté de que la chica había hecho una pausa demasiado larga.

- Se llevó a mi hermana pequeña y a los pocos días un caballo nos trajo de vuelta su cabeza -contestó reprimendo las gotas que se formaban en sus ojos oscuros-. Dijo que había dos opciones: darle todo lo que teníamos y unirnos a él, o morir. Nos negamos así que uno de sus hombres cogió a mi hermana como rehén y.

Antes de acabar la frase una lágrima se escurrió por el borde de su nariz. Diana se sentó a su lado e intentó reconfortarla. Me sentí tremendamente culpable por haberla presionado cuando ella probablemente no hubiera querido que supiésemos esa historia.

- Quiere arrasar con todo lo que está en lo que considera su territorio. Este es su campamento -continuó hablando en voz baja intentado no llorar mientras extendía en el suelo un mapa y señalaba una ubicación-. Es un antiguo manicomio. No está demasiado lejos, aunque caminando se tarda un par de días, incluso más.

Sin formular una palabra más me levanté y empecé a cargar las armas que había apoyadas en la mesa del comedor.

- ¿Qué coño estás haciendo? -preguntó Ashton con una risa burlona.

- No voy a perder más tiempo, me iré a buscarla lo antes posible -contesté sin quitar mi atención en lo que estaba haciendo.

- No cuentes conmigo -soltó recostándose bruscamente contra el respaldo del sillón.

- Hace mucho que no cuento contigo -dije levantándome de la silla haciendo que esta rechinara al rozar contra el suelo.

Todos los que estaban en la sala se mantuvieron callados y cabizbajos mientras recogía mis cosas y las metía en una bolsa de montaña. También guardé agua suficiente y un saco de dormir para poder pasar las noches a la intemperie. Antes de cruzar el marco de la puerta me paré, mirando a los que yo creía que eran mis amigos con esperanza, esperando que alguno me comprendiera y se pusiera de mi lado. Pero no fue así.

- ¡Mike! -gritó una voz tras mi espalda cuando estaba a punto de adentrarme en el bosque que separaba nuestra casa de la carretera.

Me di la vuelta y Lucy venía hacia mí corriendo.

- Por favor espera. Yo me iré contigo pero esto es muy precipitado. No podemos meternos en la boca del lobo con un par de pistolitas y sin un plan. Dame dos días para que convenza al resto y piense algo. Vamos a encontrarla, te lo prometo -dijo acariciándome el brazo.

- Lucy, no quiero su cabeza... -contesté derrumbándome sobre el hombro de la que en ese momento consideraba mi mayor apoyo.

- Todo va a estar bien. La encontraremos sana y salva -contestó abrazándome mientras las palabras le salían entrecortadas por el llanto.

Rotten. [m.c]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora