XVII

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Me despertaron los rayos del sol cegadores cuando abrieron la puerta del calabazo. Un hombre desconocido se acercó a la celda y dio golpes a las rejas con un fusil para que me levantase. Me abrió las rejas y me dijo que le acompañase. Salimos al jardín que era muy diferente a cómo lo había visto la noche anterior, solo iluminado por la luna. En ese momento había mucha gente que iba y venía. Gente recolectando en pequeñas parcelas, niños correteando y madres advirtiéndoles de que se iban a caer. Hacía mucho que no veía una estampa que se pareciera tanto a la vida antes del apocalipsis. El hombre me guió atravesando la puerta principal por los pasillos del manicomio. Subimos muchas escaleras hasta la octava y última planta la cual estaba altamente vigilada. Caminamos hasta la última puerta del ala derecha y, una vez que estuvimos dentro, me mandó quitarme la camiseta y esperar. Él se fue y estuve unos minutos de pie, mirando las paredes desconchadas y el escaso mobiliario de la habitación el cual consistía en una camilla y un par de sillas. De repente cuatro hombres entraron formando un estruendo en la sala y me postraron boca abajo en la camilla. No hice ningún esfuerzo en defenderme. Era uno contra cuatro, hubiera sido inútil. Mientras dos de ellos me inmovilizaban, los otros me atarón fuertemente con cuerdas y bridas.

Oí que la puerta volvía a abrirse y otro hombre entró. Este se acercó y se agachó para quedar a mi altura así podía verle y me mostró un pedazo de hierro rojo candente con un símbolo triangular al final, el cual agarraba con un guante muy grueso.

-Lo siento amigo, intentaré que sea lo menos doloroso posible -dijo riéndose.

Me acordé de lo que Amber había comentando y en un instante tenía el hierro abrasándome la espalda. Nunca grité tanto en mi vida. Sentía la piel y la carne desgarrarse mientras mi cuerpo convulsionaba y chorreaba sudor por el dolor. Fueron segundos que me parecieron minutos, hasta que el nombre retiro el hierro de mi espalda y me tapó la herida abierta. Me ayudó a incorporarme y me dio unas palmaditas en el hombro antes de acercarme mi camiseta.

-Cuando estés listo, te esperan en la sala de reuniones, está dos puertas más allá -dijo antes de largarse dejándome solo.

Al ponerme de pie, no pude evitar soltar un quejido. Dolía como el demonio. Me vestí y salí de la habitación hacia donde me esperaba no sé quién aunque la verdad que no esperaba una fiesta de bienvenida con globos y confeti.

Tras abrir la puerta de la sala de reuniones, un grupo de ocho hombres se giró bruscamente para mirarme. Sus pintas eran variadas. Había algún chico jóven que rondaría mis años, aunque la mayoría eran cincuentones con muy mala cara.

-Este es el nuevo, dice que puede pelear -comentó uno riéndose contagiando a todo el grupo.

Me miraban y se reían. Podía ver la burla en sus caras y sentir la sangre hervirse dentro de mis venas. Apreté los puños reprimiendo las ganas de asfixiarles con mis propias manos.

-¡Mira que bracitos! -exclamó uno agarrándome recibiendo de mi parte un manotazo para que me soltara.

Me quedé callado esperando a que se cansaran de reirse de mí. Nunca en mi vida me habían humillado así. Entonces comprendí la reacción que había tenido Rotten con Will. Él había estado carcajeandose de ella hasta que su risa fue cortada por una puñalada en el pecho.

-Bueno chico, Luke te enseñará todo esto aunque no sé dónde se ha metido el condenado, siempre igual. Se pone a tocar la guitarrita y pierde la noción del tiempo -comentó uno que parecía el mandamás de la sala.

Luke. No. No puede ser. En mi estómago se formó un nudo y me entraron ganas de vomitar. No podía ser. Luke es un nombre muy común pensé para mismo intentando calmar mis nervios. Y mucha gente toca la guitarra Mike, relájate me repetía a mi mismo en mi conciencia.

-¿Qué te pasa chico? Parece que acabas de ver un muerto -dijo dándose cuenta de mi muestra de asombro.

Negué y mantuve mi mirada perdida por la sala viendo como muchos de los hombres allí presentes la abandonaban. No podría decir con seguridad cuánto tiempo pasó hasta que la puerta fue abierta bruscamente desde fuera.

-Lo siento, me he despistado -dijo un chico rubio y largo como una jirafa mirando al jefe sin darse cuenta de mi presencia.

Si esto es un sueño, que alguien me despierte.

N.A.
¡Buenas a tod@s! Aquí está el salseo que había prometido. Un poco tarde pero mejor tarde que nunca, ¿no? Intentaré subir más a menudo aunque con el instituto se me hace difícil :(

Me gustaría que los que siguieséis leyendo la obra me comentaseis porque me apetece saber para cuánta gente escribo. El número de lectores no influirá en la rapidez de subida de capítulos pero me gustaría saber cuánta gente sigue disfrutando de Rotten. tanto como yo.

Un beso y hasta la próxima 😊

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⏰ Última actualización: May 20, 2016 ⏰

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Rotten. [m.c]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora