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(POV LAW)

Se estaba acabando el verano y me daba absolutamente igual. Es decir, si todos los días eran iguales, ¿qué diferencia había?

Desde que se marchó el mocoso esto ha vuelto a ser igual de aburrido que siempre.

Era sábado por la noche. Por fin un maldito sábado libre. Me encontraba yendo con Monet al bar donde habíamos quedado con el resto.

-Ay, Law-chan, desde que se fue la pulguita estás muy gruñón- dijo abrazándose a mi brazo-.

-Cuidado con lo que dices, tsk- refunfuñé-.

-Ya sabes lo que pienso. Menos mal que no te tiraste sobre él en un calentón, era demasiado pequeño. Pero tranquilo, que hoy estamos de fiesta. Te voy a presentar a un amigo mío, ¿te parece?- sonrió amablemente.

Y era así, Monet siempre había sido generosa y comprensiva conmigo. Lo sabía absolutamente todo de mí porque era la única en quien confiaba plenamente.

No es que yo le hubiera hablado sobre Luffy, es sólo que uno de los días en que vino a traerme la comida al hospital, nos vio juntos y pues pidió explicaciones.

Además, esa mujer era lista, convenía no mentirle, y menos en lo evidente. Así que fácilmente pude hablarle del muchacho, tampoco es que sintiera nada especial, es decir, en menos de una semana no te puedes enamorar de alguien. Enamorarse es una palabra muy grande que implica demasiadas cosas. Pero había que reconocer que no me lo había pasado mal.

No fue hasta que íbamos a doblar la esquina de la calle, que me di cuenta de que alguien nos seguía. ¿Y por qué? Porque le había lanzado una piedra a la peliverde.

Instintivamente la cubrí con mi brazo dejándola atrás mientras se quejaba. Le eché una mirada de preocupación esperando una respuesta sobre su estado.

-Joder... ¡Mi pierna!- exhaltó mirando cómo de la herida empezaba a brotar ligéramente sangre- ¿Pero cómo...?

-Sufre, zorra. ¿Te gusta cómo se siente, eh, doctor? Ver como agonizan de dolor tus seres queridos es genial, ¿verdad?

-¿Estás loca? ¿Quién narices eres?

Eso era demasiado surrealista. Los trastornos mentales no eran precisamente mi especialidad, pero con certeza podía afirmar que la vieja no estaba bien de la cabeza.

-¿Que quién soy? ¿No te acuerdas? Pues a partir de hoy vas a recordar mi cara por el resto de tus días- empezó a reír siniestramente, claramente fuera de sí-. Por tu negligencia mi niñito se ha ido. La gente mediocre no es capaz de hacer las cosas bien. ¡Y tú lo mataste!

Fruncí el ceño. De qué cojones hablaba. No reconocía muy bien su cara al llevarla tapada por un estúpido gorro que no dejaba llegar la luz a su rostro.

Pero aún así, esa forma de hablar con altanería ya la había escuchado antes. Qué asco me da esta gentuza.

-Yo no he matado a nadie. Deberías ir a un hospital, tu simple existencia pone en peligro la seguridad de las personas, no estás bien.

Monet se agarró más a mí. Era una mujer fuerte, y de todos modos la herida no parecía demasiado grave así que eso no la impediría disfrutar de la noche. Y yo no iba a impedírselo, así que di media vuelta llevándomela de allí.

Intenté evitar hablar de aquel encontronazo. No tenía intención de amargarle la noche a los demás, pero por mucho que mi cuerpo se encontrara con mis amigos, mi cabeza daba vueltas a otra cosa.

Defenseless. [Law x Luffy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora