(POV LUFFY)
Tomé la verde bufanda que el doctor solía utilizar y la enrollé en mi cuello, al fin y al cabo no quería que el frío invernal acabara enfermándome.
Ese sábado había amanecido más grisáceo de lo normal, presentía que algo no iría bien, como aquel día de verano que se llevó a mi hermano.
Tomé las llaves y fui camino de la floristería no muy alegre. Torao me había mencionado anoche que su padre había sido ingresado en el hospital y que, aunque no fuera nada para preocuparse, iría a verlo, por lo que no me hizo falta despedirme de nadie.
Se sentía muy mal el andar sólo por aquellas calles tan temprano en la mañana sabiendo que nadie esperaría por ti en casa. Era muy... solitario.
Tampoco había sabido nada de Rebecca por una semana, desde el día en que le confesé lo que realmente sentía. No tener apoyos en estos momentos me dolía, pero lo que más me aterraba en realidad era el haberla perdido para siempre.
Quizás me haría bien verla después de ver a Ace, ya habría tenido tiempo de aclarar sus sentimientos.
Crucé la valla de aquel lúgubre recinto, visualizando la lápida de mi hermano, con la sorpresa de que, por primera vez en todas las veces que frecuentaba este lugar, estaba siendo acompañada.
Algo se revolvió en mi estómago al ver a aquel alto y rubio hombre con el rostro destrozado frente al sitio donde yacía mi difunto hermano.
En cuanto reconocí de quién se trataba me aparté a un lado, donde no pudiera verme. Yo no era quien para interrumpir su tiempo con Ace, aunque la estupefacción emanaba por mis poros. Por suerte las hortensias azules que había sobre la lápida en la que me encontraba me ocultaron bastante bien.
-¿Cuántos meses hace ya? Se me hace muy dura la vida sin ti, imbécil- susurró con su frente apoyada en la piedra-. Me arrepiento de no haberte podido decir tanto como me hubiera gustado lo mucho que me tenías loco.
Su voz sonaba más ronca de lo normal, mucho más en comparación a las anteriores veces que yo había tratado con él. Pero jamás me habría imaginado que él y mi hermano...
Entonces comprendí el dolor por el que tendría que haber estado pasando. Yo... no sé qué haría si algún día Torao me llegase a faltar, no me gustaría continuar mi vida amando a otra persona que no fuera él.
Sentía un vacío en el pecho que aumentaba a cada pensamiento doloroso que cruzaba mi mente.
Oí unos pasos dirigiéndose hacia mí y pasando de largo, pudiendo comprobar por unos escasos segundos la falta de vida que poseían sus ojos.
Reuniendo el valor que necesitaba, esta vez fui yo quien se encaminó a la fría piedra que llevaba el nombre del pecoso.
Dejé mis recién comprados claveles, blancos como la pureza que representaba su presencia en mi ser.
Quizás mi pequeña ofrenda en pos de su eterno descanso sólo hizo resaltar aquellas rosas rojas que tan bien definían el color de su pasión, aquellas rosas que reflejaban la fidelidad de aquel hombre por mi hermano.
Pero no fue hasta que leí su pequeña confesión, que empecé a llorar.
"Mi cuerpo está vivo, pero no hace falta que muera para que mi alma siga a tu lado, Ace. Te querré por siempre... Marco".
***
Agradecí que todavía fuera temprano, así la gente no podría apreciar los hinchados ojos que tenía ahora de haberme descompuesto en el cementerio.
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Defenseless. [Law x Luffy]
RandomLa historia de un médico peculiar y un universitario rebelde. Law odiaba a los críos, eso lo tenía claro. Lo que no tenía tan claro era cómo habían llegado a ese punto. Quizás iba a permitirse disfrutar de esto un poco. A veces simplemente hace falt...