Desfase.

4.3K 341 147
                                    

(POV LAW)

Mi suerte me quería a tres metros bajo el hoyo.

Cuando todo parecía ir perfecto, la vida decide que no es lo suficientemente largo y me arruina la tranquilidad.

Desde hace unos días, el pequeño universitario venía a traerme unas galletas para el almuerzo, y desde entonces lleva insistiéndome con la fiesta que estaba por llegar el fin de semana.

Hasta ahí bien, todo normal. Me gustaba tenerlo donde pudiera verlo, a mi alcance.

Pero para un tal pelirrojo no fue igual.

El caso es que se le habían bajado los humitos al hombre llama y había venido a disculparse.

Por lo que tenía entendido del resto de profesores, era un alumno conflictivo a pesar de su edad. Así que me resultó extraño el gesto.

Luego entendí que lo hacía por su novio, y el enfado que empezaba a crecer en mí no era poco.

Quizás porque me molestaba saber que el enano podía doblegar a una bestia como él, o simplemente porque no eran unas disculpas sinceras. Y que no me tomaran en serio era de lo peor que me podían hacer.

La mejor parte se vino cuando acabó la charla con un "si te acercas a él, puedo hacer que dures muy poco por estos lugares".

La verdad es que me causó risa, y mucha. Sobre todo porque a pesar de ser más alto que yo, era un simple crío al que le fastidiaba que le robaran la atención.

Así que no me dejé intimidar por semejante engendro.

Pero reconozco que me sentí como gasolina cuando me enteré de que el pelirrojo era el hijo del director de todo lo que abarcaba la universidad.

Y cuando la gasolina entra en contacto con fuego, echa a arder.

Y así me encontraba yo. Por lo que decidí alejarme del muchachito. Y no por la amenaza de su prepotente novio, seguía sin darme miedo, sino porque como me cruzara con él, estaba seguro de que no pararía hasta ver a esos dos lejos.

Me importaba poco si rompían su relación o no, pero que no fuera por mi causa.

El chaval apenas acababa de salir del trauma de su hermano y encima se topa con un tío así. De verdad, la vida da asco a veces.

Así que evité decirle nada cuando venía a traerme el almuerzo que preparaba especialmente para mí. Me volví más frío y distante para no calentarme y contarle la bella persona que era su amado.

Y como soy lo bastante maduro, a diferencia de esos dos, supe guardar silencio.

Hasta que de un día para otro, cuando intento volver tranquilamente a mi casa y empezar bien el fin de semana, veo que el renacuajo se había colado en el mismo ascensor que yo.

Mierda.

Me había olvidado completamente de que el pelinegro era el sobrino del que siempre mantenía una sonrisa tonta en la cara.

Voy a tenerle rondando por mi casa.

Y ya no sabía qué pensar. Si molestarme o estar agradecido de poder jugar con el un rato más.

Seguía insistiendo en que fuera a la dichosa fiesta. Parecía más una súplica para salir a una cita que una proposición para divertirme, aunque nadie negara que lo haría de salir con él esa noche.

De todas formas, opté por callar y mantener ocultos mis planes. De seguro que si llegaba a conocer el lugar donde saldría la siguiente noche, iría sin dudárselo dos veces, hubiera fiesta o no.

Defenseless. [Law x Luffy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora