Ataques.

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(POV LAW)

De saber que lo arrepentido que estaba no me iba a llevar a ninguna parte, habría dejado de sentirme así en el mismo momento en el que el muchacho salió por mi puerta.

Seamos claros, no soy de esos gilipollas que intentan mentirse a sí mismos. Si bien no me gusta lo que siento, no es plan de ponerse a negármelo como si me fuera la vida en ello.

Y teniendo eso resuelto, sí, el pequeño pelinegro al que momentos atrás le había roto el corazón me gustaba más que cualquier otro de mis amoríos anteriores.

Odiaba tener que admitir que el mocoso había logrado conseguirse un puesto importante en mí. Empezaba a ser necesario sentir su presencia a mi lado a lo largo del día y sus miles de reacciones a mis cambios de actitud. Y ahora lo echaba en falta.

Pero aunque no me importara comerle la boca fieramente, no podría hacerlo ni queriendo.

Cualquiera pensaría que lo único que he hecho es enreversar las cosas, que podría haberme aprovechado de él la noche anterior. O que si no iba a hacer nada, que no me metiera en su relación con el pelirrojo.

Pues bien, si tan listos se creían de pensar así, ¿por qué narices no intentaban ponerse en mi lugar?

Primordialmente y ante todo, la pulga era un estudiante de la universidad donde yo trabajaba. Por poco se me podría haber acusado de pedofilia.

Y ese era un dato muy importante, ya que sería esencial a partir de lo que estaba por pasar.

Pero en fin, el otro motivo por el que debo excusarme es la ruptura de la "feliz" pareja.

Ese hombre había demostrado no ser lo suficientemente bueno y considerado con Luffy como para tener los derechos que tenía. Y en cierto modo, no he llegado a hacer nada con el menor como para causar la separación.

Si no aportaba, que se apartara. Y eso ya estaba conseguido.

Él junto con sus celos habían caído por su propio peso.

Entonces ya sólo quedaba explicar lo que nadie, excepto nosotros dos, sabía. Pero prefiero que se piense esto si con ello podía dejar de hacerle daño al pequeño renacuajo.

O eso pensaba hasta justo después de que la peliverde saliera de mi apartamento, comencé a oír portazos donde no los había.

Al principio pensaba que mi mente me estaba jugando una mala pasada, por lo que lo dejé pasar sin prestar mucha más atención que esa.

Andaba un poco alicaído con tanta reflexión interna. De verdad que me fastidiaba mucho encontrarme así, dañaba todo mi orgullo.

Quería, pero a la vez no quería.

Y eso estaba perjudicando a todos. Para que me pudierais entender, para mí el mocoso era un dulce, y yo sólo una persona que intenta por todos los medios mantenerse "a dieta".

Bueno, la cuestión es que llevaba ya rato recostado en mi cama, aún deshecha por la matutina presencia del que tanto rondaba mis pensamientos, cuando los ruidos volvieron a hacerse presentes.

Nunca fui miedoso, por lo que no temía que nada malo estuviera pasando.

Pero esta vez se me pusieron los pelos de punta.

Empecé a ponerme blanco gracias a mi mente y sus geniales ideas. Pero para mi desgracia, aquello no había sido fruto de mis delirios.

Hijo de la gran puta.

Unos gritos semi agonizantes junto con los golpes secos que seguramente estaban siendo provocados por el movimiento de la cama situada al otro lado de mi pared empezaron a intensificarse.

Defenseless. [Law x Luffy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora