Capítulo 6

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Dhalia's P.O.V:

El viaje fue mejor de lo que en un principio habría cabido esperar. No tuve ningún problema para seguir las indicaciones que me había aprendido y como iba a paso rápido llegué a los dos días de viaje. Dormir tampoco fue un problema porqué llevaba mantas y podía ponerme con un fuego, creado por mi magia, al lado del camino. Al principio lo de dominar el fuego fue un poco difícil pero enseguida entendí cómo funcionaba. El fuego salía de mí cuando estaba enfadada o muy molesta por algo y entonces solo tenía que pensar en Jorah y unas llamas muy potentes salían de mis manos. Hacer que no se incendiara nada a parte de las ramas ya fue un poco más difícil, pero a medida que mi enfado se calmaba las llamas remitían y se encendían solo las ramas.

La primera noche lo pasé bastante mal, a pesar del campamento seguro que me había preparado, estaba preocupada por mil cosas y me costó mucho dormirme, pero no por miedo, sino por qué no podía parar las lágrimas. Lloré durante todo el viaje. Al final yo ya pensaba que no me quedarían más lágrimas para más adelante pero me equivocaba, siempre había más y más lágrimas.

Llegué al Agua con las peores pintas que había llevado nunca. Mi pelo estaba hecho un desastre porqué a pesar de tener cepillo no tenía espejo, mi ropa estaba toda sudada por el Sol y ¡eso que la había cambiado cada día! ¡Y no hablemos de mi cara! Estaba toda roja por el Sol y por las lágrimas, encima estaba tan sucia que los caminos que el agua había dejado por mi cara estaban marcados, y no había podido gastar agua para lavarme por si en algún momento la necesitaba.

Cuando entré y empecé a pasear por las calles la gente me miraba raro, cosa que no me extraño nada, pero aun así me sentí demasiado observada, tenía que llegar rápido a la Congregación, mi padre había dicho que allí me ayudarían y tal vez me dejarían asearme un poco. No fue muy difícil encontrarla porqué era un edificio enorme en medio del Agua y muy parecido a la Congregación del Aire.

Entré sin preguntar a nadie y supongo que por eso unos guardias me pararon enseguida. Me asusté un poco porqué intimidaban un montón pero lo escondí lo mejor que pude y dije:

- ¿Podría pasar por favor?

- No

¡Jolin! ¡Qué simpáticos! ¿No se suponía que ellos eran los pacíficos y los que iban a ayudarme?

- Es necesario que vea al jefe de la Congregación – volví a intentar con un tono más autoritario.

- Richard Wilson está reunido en este momento y no vamos a permitir que una niñata le interrumpa.

¡¿Acababa de llamarme niñata?! ¡No sabía con quién se estaba metiendo!

- Primero, no soy una niñata, y segundo, soy una portadora del Aire y también del Fuego, una combinación de poderes no vista desde la Guerra Antigua, así que creo que al tal Richard Wilson sí que le va a interesar parar su reunión para recibirme.

Su cara fue todo un poema. No podía aguantar la risa, pero debía mantener mi imagen de chica dura así que conseguí contenerme. El otro guardia no tuvo tanta suerte y se empezó a reía a carcajadas mientras su compañero le miraba avergonzado y enfadado. Cuando por fin se calmó consiguió decirme:

- Síguenos, te llevaremos con él.

Me llevaron por unos pasadizos hasta que acabamos delante de una puerta en la que había un cartel con la inscripción: Sala de reuniones. ¡Qué original!

El guardia simpático de verdad tocó a la puerta y abrió. Entraron ambos guardias y yo me quedé fuera esperando a que me llamaran, como sabía que se hacía en esos casos. No tardaron en hacerlo y entre situándome entre los dos guardias. Delante tenía una mesa enorme rodeada de personas que miraban hacia mí. Sé que me puse colorada pero es porqué recordé que aspecto tenía en ese momento y me sentí mal por el guardia del que me había burlado, ya que sí que debía parecer una niñata.

Richard Wilson debía ser el hombre que encabezaba la mesa. Era un hombre de edad mediana, pelo abundante para su edad pero lleno de canas, aunque no destacaban mucho sobre el rubio de su cabello. Sus ojos, y los de todos los presentes excepto yo, eran azules. Había de distintas tonalidades según su estatus, los portadores tenían los ojos azul marino, los controladores, como Wilson, los tenían azul cielo, mucho más claros que los portadores, y los mirek los tenían de un azul apagado, aunque seguía siendo un color mucho más bonito que mi marrón avellana.

Me fijé en que había muchos mirek en la mesa, sabía que en el Agua no tenían los mismos prejuicios que en los otros elementos pero aun así era impactante la cantidad que había.

- ¿Cómo te llamas? – preguntó el supuesto Richard Wilson en tono amable pero autoritario.

- Me llamo Dhalia, señor.

- ¿Y cómo te apellidas Dhalia?

- Me apellido Cloud por parte de madre pero no sé mi apellido por parte de padre, aunque siempre había creído que era Long.

- ¿Podrías explicarte un poco mejor, por favor?

- Se lo difícil de creer que eso será, pero soy hija de una portadora del Aire y un portador del Fuego, y yo porto ambos elementos – empecé.

- Eso ya nos lo habían dicho – interrumpió un portador del Agua.

- Déjala terminar Natt – intervino Wilson.

Asentí en su dirección y empecé a contar mi historia paso por paso intentando no olvidarme nada.

- Así que resumiendo, no sé quién es mi padre, porto un elemento que solo sé invocar pero no controlar y me han echado del Aire por ser portadora del Fuego – concluí.

- ¿Podrías hacer una demostración? – interrumpió Natt otra vez.

Como única respuesta invoqué una pequeña ráfaga de aire que cruzó la habitación y después la frené para crear una enorme bola de fuego que poco a poco se fue reduciendo hasta desaparecer. Todos me miraban de manera distinta, había sorpresa y respeto en sus miradas, pero también había miedo y temor, cosa que me asustó a mí también porque podía significar que no me ayudarían.

- Aquí podemos ayudarte – empezó Wilson para mi alivio – Pero no puedes quedarte en el Agua.

¡¿Qué?! ¿Cómo que no podía quedarme? ¡Pero si acababa de decir que podían ayudarme! Ellos eran mi única e última esperanza, sin su ayuda estaba perdida. La desesperación debió reflejarse en mi rostro porqué Wilson añadió enseguida:

- No puedes quedarte porqué eso podría generar problemas entre el Aire y nosotros, pero eso no significa que no vayamos a ayudarte. Convocaré una reunión para esta tarde y allí te contaré junto con los presentes lo que tengo en mente, pero tranquila que no vamos a dejarte tirada. Hasta la reunión puedes quedarte en una de las habitaciones que tiene la Congregación para los Mediadores.

- Muchas gracias señor – dije con sinceridad y alivio.

- Llámame Richard, todos lo hacen- dijo sonriendo.

Me marché de allí sonriendo yo también y siendo dirigida por los guardias hasta mi habitación durante ese día. Por fin podría descansar.

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¡Esperamos que os guste el capítulo! 

Siento hacer spam, pero, ¿os importaría pasaros por la otra novela de la cuenta? Es un poco bastante distinta a esta pero aun así me encantaría que la leyerais, se llama Me dejé llevar. 

¡Gracias!

*Baiii*

Las tierras de RylenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora