Dicen que quién tiene un amigo tiene un tesoro, eso pensó Charlie cuando despertó y vio a Kayla y Daniel tumbados a su lado.
Kayla tenía la cabeza apoyada en el estómago de ella y la boca ligeramente entreabierta, una pierna colgaba del colchón y la otra estaba enroscada con la de Charlotte.
Daniel en cambio dormía como un niño, su expresión seria y sombría había desaparecido, dejando paso a un rostro relajado y no menos atractivo. Se arrepintió al instante de fijar la mirada en él, ya que su corazón había empezado a ir a un ritmo antinatural.
Se giró hacia el chico, dándole la espalda a su amiga y se ruborizó al notar la distancia que había entre ellos, apenas tres centímetros. Su pelo castaño estaba alborotado, sus labios entreabiertos e hinchados del sueño y sus tatuajes a la vista.
Los recuerdos de la noche anterior no tardaron en plasmarse a través de sus retinas, la policía había ido a su casa y mientras su madre denunciaba el suceso del hombre de la gabardina y cambiaban la cerradura de la puerta, Daniel y Kayla tranquilizaron a Charlotte y el ataque de ansiedad desapareció.
Por suerte Caleb se había quedado a dormir a casa de un amigo de la escuela.
-Mierda...- maldijo Daniel bostezando, adormilado. -Me he dormido. -
-Se dice Buenos días. - sonrió Charlotte poniendo los ojos en blanco.
-¿Que tiene de bueno un domingo por la mañana? - dijo él cerrando los ojos, sobre la almohada.
-Que hay gofres con chocolate, recién hechos abajo. - dijo Charlotte levantándose de la cama.
Daniel abrió los ojos.
-Adoro el chocolate. - dijo de manera provocadora.-¡Pues para ti no hay!- exclamó Kayla levantándose de repente de la cama descalza. -¡Pringados!-
Charlotte dejó ir una risotada corriendo tras la rubia y oyó a Daniel maldecir.
Kayla saludó a Arielle y ésta le indicó que los gofres se encontraban en la cocina, Charlie la siguió y vio a su mejor amiga con el gofre en la boca.
-¡Daniel! ¡Me voy a comer tu gofre!- chilló Kayla con los dientes sucios del chocolate derretido.
Daniel apareció por la puerta con una sonrisa testaruda.
-Bonita ropa interior. -
Charlotte se atragantó y empezó a toser como una loca al compás de la risa de Kayla, él se llevó su gofre a la boca y se despidió con la mano.
-Tengo que irme. - dijo él masticando. -Twenkie tendrá hambre. -
-¿Ya te vas? - exclamó Arielle entrando a la cocina.
-Si, gracias por todo, señorita Flynn.- le dedico una sonrisa formal y salió por la puerta.
-¡Me ha llamado señorita!- exclamó su madre llevándose las manos a las mejillas. -Que chico tan educado. -
-Mamá, Daniel es un rompe corazones, superalo. - soltó Charlotte masticando pesadamente.
-Arielle dile que Daniel es su tipo, por que a mi no me hace caso. - exclamó Kayla enfurecida.
-¡Silencio las dos! - gritó Charlotte ruborizada. -Yo moriré virgen, como tiene que ser. -
Arielle y Kayla se miraron.
-Pobre alma en pena. - dijeron al unísono, como las dos marujas que eran.
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Mi vida, mis reglas ©
Romance"Tienes el don de acabar en prisión o montar una revolución" Charlotte Flynn, de diecisiete años, lucha por sobrevivir en éste sistema y huye del mayor narcotraficante del lugar, su padre. Hasta que un día aparece Daniel Sryder y le ofrece el billet...