Cuando deje de leer
se esfumarán mis sueños
mis ojos no podrán ver
y se esfumará mi cielo.
Cuando deje de leer
olvidaré mi historia
se olvidará el recuerdo
y perderé la memoria.
Ruben Sadat-
-¿Donde están Arielle y Caleb? - Charlotte ignoró la pregunta de su progenitor y se acercó a él sin miedo. Éste sonrió mostrando unos dientes negruzcos, a causa de las drogas y la mala vida.
-Eres igual que tu padre, Charlie. - sonrió un hombre de mediana edad, carente de pelo en la cabeza. Era el padre de Daniel, podría reconocer esos ojos grises donde fuera.Luke hizo un gesto con la cabeza y la puerta principal se abrió, en menos de tres segundos el pequeño Caleb corría hacia su hermana.
Charlotte lo abrazó con fuerza y le dio un beso silencioso en la sien, aliviada. El niño no tenía ningún rasguño ni rastro de haberse peleado con nadie.
Arielle tardó más en llegar, cojeaba y en su rostro se reflejaba el dolor que sentía con cada paso, pero cuando vio a Charlie sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a andar más deprisa hacia ella.
La abrazó. -Gracias a dios que estás bien, cariño. - murmuró su madre emocionada.
-Que tierno reencuentro. - aplaudió Luke ridiculizándolos, en ésas mesas se sentaban el chico rubio de la metralleta, otros tres chicos que no conocía, una niña pequeña, una mujer de mediana edad robusta y a su lado una chica de quince años de pelo rubio ceniza. -Vamos sentaros. - ordenó su padre impaciente.
-¿Que le has echo a mi madre? - la voz de ella se alzó tres tonos y Arielle la miró con horror, haciendo ademán de que se callara.
-Puso resistencia cuando los fui a buscar. - sonrió Luke sin apenas un resto de humanidad en él. - y ahora sientate antes de que te ampute una pierna. -
Charlotte caminó hacia donde Daniel y Kayla estaban sentados y en una mesa más adelante vio a Tallia Okwand riendo con el chico rubio.
¿Que hacía ésa allí?
Caleb se sentó a su lado y vio que Arielle estaba junto a Luke en la mesa de los líderes.
-Vamos, cariño levanta la tapa. - alentó en voz baja a su hermano, éste obedeció y debajo de la tapa había una comida exquisita.
El primer plato consistía en los espaguetis con salsa boloñesa más deliciosos que había probado en su vida, Desvió la vista a Daniel por encima del murmullo de voces constante y vio que tenía un trozo de tomate en la comisura de los labios, así que se inclinó sobre la mesa y con el dedo pulgar repasó su labio superior de manera provocativa.
Daniel sonrió y le guiñó un ojo, antes de ver como un par de chicos observaban el trasero de Charlotte.
Éste los miró fijamente y de inmediato dejaron de mirar hacia allí aterrados. Todo el mundo allí lo respetaban, y que eran simples trabajadores de su padre.
Todo el mundo menos Travis.
El chico de la metralleta, el vigilante y cocinero de la Metanfetamina, al parecer cocinaba desde que era pequeño y su receta era muy cerca de ser pura.
El segundo plato se trataba de un pastel de carne elaborado con la misma gracia y arte.
Vio que Caleb empezaba a tener hipo, señales de que empezaba a estar lleno.
Desde luego aquello no era una hamburguesa del Burger King, ni leche en polvo caducada.
-¿Que pintas tu en todo esto? - preguntó Charlotte, con expresión abatida a Kayla.
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Mi vida, mis reglas ©
Romance"Tienes el don de acabar en prisión o montar una revolución" Charlotte Flynn, de diecisiete años, lucha por sobrevivir en éste sistema y huye del mayor narcotraficante del lugar, su padre. Hasta que un día aparece Daniel Sryder y le ofrece el billet...