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'Llamamos cerdos a los que juegan sucio, aunque a los cerdos nadie les juega tan sucio como la especie que los encierra y engorda de por vida para un día acuchillarlos y enviarlos en pedazos a alimentar cerdos que se creen personas.'
-Xavier Velasco

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-¿En que piensas? - dijo Kayla encendiendo un Black Stone.

-En twenkie. - respondió seriamente Charlotte mordiendo su barrita integral con trozos de chocolate negro.

-¿El perro de Daniel? - exclamó Kayla.

-Si, desperté a lametones de Twenkie ayer. - respondió sonriendo, pero deshizo aquél gesto enseguida.

-¿Te ocurre algo? No me has hablado apenas desde ayer, ¿Daniel te hizo algo? - preguntó su mejor amiga pasándole el cigarro, que ella aceptó llevándoselo a los labios con nerviosismo.

-¿Por que nunca me dijiste que Daniel era aquél niño, el de las peleas ilegales? - preguntó ella frustrada.

Kayla sonrió y miró hacia abajo pensativa.

-Él me lo pidió, Charlie. - dijo al fin. -Quería que lo descubrieras tu, lo único que Daniel no quería era que por el favor que te hizo lo trataras de manera diferente. - recitó la rubia. -Daniel, ha sido rechazado siempre por todo el mundo, ¿sabes? Bajo ésa fachada de chico malo, hay un niño miedoso con complejos. -

-Por todo el mundo no. - suspiró Charlotte. -Por la chica de la discoteca no, quizás sea su novia o algo así. - miró hacia otra parte. - No es como si me importara. - mentir nunca se le había dado bien.

-¿Hablas de Tallia? - resoplo. -Para nada, Tallia tiene novio y es una vieja amiga de Daniel, nada por lo que preocuparse, novia psicópata. - le dio un codazo a Charlotte que la amenazó con quemarla con el cigarro, obviamente bromeando.

-

El timbre estridente indicaba que el tiempo en el instituto se había acabado por aquél día así que se dirigió a la sala de retención.
Le quedaban dos días para cumplir su condena y no había podido ver a Naomi para volver a agradecerle.

¿Le habría pasado algo?

Abrió la puerta y no había nadie, probablemente Daniel estaba apunto de llegar.

Tenía que hacerlo ya que era su primer día de entrenamiento.

El premio significaba la libertad, algo que siempre se escaba entre sus dedos cual mariposa juguetona en las manos de una niña.

-¡Eh! ¡Empanada! - Daniel la hizo girar sobre si misma quitándole la ensoñación y casi tropezó con sus pies, alterada. -¿Vamos a entrenar? -

-¿Y el castigo? - preguntó ella sonriendo cínicamente.

-¿Castigo? ¿Que es eso, se come? -bromeó poniendo los ojos en blanco.

-No voy a escaparme contigo porque seas un chico malo y yo no soy la típica mosquita muerta zorra que te seguirá hasta el fin del mundo como Baby en A tres metros sobre el cielo. -

-Creo que he creado expectativas después de haberme visto ésa película.- bromeó. -Si una fan mojabragas de ésa peli te estuviera oyendo te apedrearía. -

-Que lo intente. -soltó sin más. -¿Donde tienes tu coche? -

-Aparcado fuera. - dijo él sonriendo. -¿No decías que odiabas esa película? -

Mi vida, mis reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora