Decepcionate de ti misma

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-Animo, de seguro lo que te puso a ti se lo puso a todas
-¡Si exacto! Ni siquiera se fijo en tu foto y por eso puso eso
Yo solo asentia, me aseguraba que por muy decepcionada que estuviera por dentro no se notara.
-Gracias
Era todo lo que respondia, mientras trazaba la delgada linea de delineador en mi ojo.
-Enserio, no vale la pena
-De nuevo, gracias
No, no pensaba decir más. La razón por la que me portaba asi era por dos cosas, uno, estabamos en temporadas de proyectos, y dos, Erick habia respondido de alguna manera mi duda. No, no estaba interesado en mi.

¿andaría contigo?
No, sinceramente no

Bueno, realmente no me interesaban los proyectos, eso le dije a mis amigas y ellas como buenas amigas, hacian como que me creían.
-¿Estan listas?
Si, estaba dolida. Si, estaba presionada. Pero bueno, el show debe continuar.
La semana de proyectos consistía en una semana armar ya fuera obras, coreografías, exposiciónes, etc... el objetivo del proyecto era aumentar la creatividad. Hace un año habiamos hecho una exposición sobre los complejos humanos gracias a Cristina, el año anterior habiamos montado una obra escrita por Azale, y este año era mio. Decidi que interpretaramos uno de mis musicales favoritos, Chicago, parte en específico. El tango del pabellón.
Consistía de varias mujeres encarceladas por ser encontradas culpables de asesinato, con historias bastante interesantes. Un toque de oscuridad y elegancia, de sensualidad e inteligencia. Bailar me hacia sentir libre de alguna forma, demostrar con mi cuerpo lo que se me dificulta demostrar con palabras. Actuar me hacia sentirme en el lugar de otra persona, empatizar con ella, saber que despues de todo no era la unica rara en este planeta. Actuar era una de las cosas que hacia disminuir aquella sensación de tener que estar en otro lugar, ya que por escasos momentos yo no era yo, me convertia en alguien más, libre de aquel sentimiento, aquella noche me convertiria en una asesina, una asesina que no tiene el tiempo de sufrir por un corazón roto. El dolor que causaba aquella sensación de tener que estar en otro lugar sesaria, aquella sensación de decepcion por no ser el tipo de chica que el buscaba se largaria, al menos por escasos segundos pero igual. Valia la pena.
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-Debere advertirles que Ana tiene una manera muy particular de pensar.
Si, solo la voz de la directora resaltaba de aquella habitación, estaba fuera de dirección, adentro mi directora y dos personas cuyas voces no alcaza a escuchar, por un momento pense en mis padres pero lo descarte casi inmediatamente
Mi padre, salir de su trabajo ¿para venir? No, no lo creo
-Ana tiene solo 16 años, al ser menor de edad tendria que consultarlo mas bien con sus padres . Y ya que, ellos no han llegado, me temo que la oferta tendra que esperar....
El maldito sonido del reloj hacia eco en todo el pasillo, cada segundo hacia eco dentro de mi propia cabeza, victoria no se hizo esperar .
-¡Ana! ¡Ana! Mira, nos han mirado, los representantes de la universidad nos han volteado a ver.
-¿Ah si?
No me importaba, de hecho ni siquiera buscaba ir a universidad, simplemente no tenia motivación ya, sinceramente habia contemplado el suicidio. Mi cabeza era habitada por demonios que incluso tenian nombre, podia hablar con ellos, podia verlos, no sabia si podria palparlos, me daba miedo por que ... ¿ y si resultaba que tambien podia sentirlos?
Tantas versiones de mi, verciones que jamas estaban de acuerdo, tan sumergida en mi mundo, en la idea de estar en otro lugar. Habia dias que ya no sabia que era real, la vida es arte y yo era alguien que perdio la inspiración, la creatividad, el sentido de vida. Tan llamativa e invisible a la vez, podia resaltar tan facil como podia desaparecer. Nadie notaría la diferencia mas de dos días, no tenia a nadie para mi por el simple hecho que yo no era para nadie.
Cuando realmente creía que debia ser para el.

A distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora