Madrid

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*Erick*


París es para muchos la ciudad del amor, las vegas es la ciudad del pecado, Madrid era la ciudad de las pamplonadas, pero un sujeto como yo le importaba una mierda lo que los demás pensaran. para mi Madrid era la cuidad del amor, con un sazón de pecado y sinceramente las pamplonadas eran lo de menos.

Me quede en un hotel cerca del monasterio de la encarnación, pues ella solía decirme que pasar por ahí en las noches le causaba cierto pánico, pero tenia que hacerlo ya que estaba en el trayecto de la casa de su abuela a la suya. ella vivía en un departamento con su familia, habían pensado en comprar una casa pero a decir verdad no estarían mucho tiempo en ella, ademas ya habían comprado una en Mexico, donde vivía, ahí si era su hogar puesto que iban a estar juntos, no solo a trabajar. Tener otra casa estaría de mas.

A la vuelta de la esquina había un bar, por las mañanas servían café y tenían buena música, grandes clásicos; Nirvana, Metalica, Doors, U2, etc... llegue al hotel al rededor de las 7 de la tarde, tiempo de España. Paulina ya no salia tan tarde así que me quede aquella noche en el hotel, viendo desde la ventana como los hombres salían de aquel bar con cara de frustración y ojos hinchados, no me causaban nada verlos así, no sentía empatia, jamas creí que iría a terminar como ellos.

Al día siguiente desperté al rededor de las 11 am, me bañe y arregle, no me gusta usar traje, pero aun así trate de hacer que los jeans, la apolo perjudida y la camisa a cuadro de encima se vieran bien. Odio los perfumes, son fabricados en masa y solo te hacen oler igual que otros pretenciosos pero aun asi, lo use por ella, escondí la argolla en mis pantalones y sali, cerca de ahí una señora vendía flores y compre un ramo completo e incluso le page mas de lo que ella pedia aun que se manejara en euros. Nada mas que mi chica me importaba.

Llegue al monasterio, a duras penas preguntándole a las personas que pasaban quienes se burlaban de mi acento pero que mas da, la iba a ver. desde lejos reconocí sus rubios cabellos y su silueta danzante al caminar, incluso podía jurar que veía el brillo de sus ojos de cielo. pero ella no me miraba, de hecho lo hizo pero no me tomo en cuenta. paso frente a mis narices como si no existiera para ella, creí que quizá no me había visto y me atreví a pisotear mas mi orgullo y me acerque a ella pronunciando su nombre.

-¿Paulina?

Todos los que iban con ella me miraron, incluso con repudio por mi tono de voz. Ella abrió los ojos como nunca había visto y lo que mas me dolió es que al verme reflejados en ellos ya se había perdido todo el amor.

-¿Paulina, quien es este?

Una de sus amigas me miro de pies a cabeza con una mueca bien marcada entre sus mal pintados labios. Paulina me vio y se sonrojo, no como cuando la besaba, no se veía tierna y adorable. Tan solo estaba avergonzada de verme.

-es mi amigo, no se preocupen que en un rato mas las alcanzo ¿va? lo que pasa es que no es de por aquí, le dije que si necesitaba orientarse me buscase.

La misma chica volvio a analizarme de pies a cabeza con la mueca de desagrado hacia mi, se puso una mano en la cadera y volteo con una sonrisa mas que falsa para Paulina.

-Muy bien, pero... acuérdate que has quedado de verte con luis ahorita en lin on-books. no llegues tarde.

volvió a sonreír a Paulina y luego a mi

-Pauli... juan

-ese no es mi nombre

-como si me importara... todos son juan o maría

la chica se fue caminando como si fuera la gran cosa, si fuera un hombre seguramente ya le hubiera roto la nariz. Después me entere que en Madrid no les gusta el acento latino, y esa chica en especial era cruel por que su padre había huido de casa con una mexicana

Paulina se acerco a mi, yo como idiota pensaba que saltaría a mis brazos para besarme como aquella noche pero no, en su lugar me grito molesta.

-¿por que has venido hasta aquí?¡Yo jamas te pedí que vinieras!


A distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora