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Al llegar frente a las puertas de las catacumbas me sentí con un profundo vacío en el estómago, aquellas puertas hechas de ese material llamado adamas tenían grabadas rostros con expresión de sufrimiento en ellas, bastante alentador para los nuevos aventureros de el laberinto.

A mi lado observo a todos los demás, Ronoa está jugando con la empuñadura de su cuchillo mientras ve la puerta con expresión serena, Eriol y Reiyel están bromeando como siempre lo hacen, eso de verdad me irrita bastante, no sé por qué. Angelina a mi lado observa un poco aterrorizada a la puerta de las catacumbas, me acerco más a ella y le doy un amistoso codazo.

-¿Nerviosa, Angie?- le digo alegremente a ella, mientras gira su cabeza para verme, su expresión es tan linda aunque tenga miedo... -Tranquila, todos estamos nerviosos ahora.- digo tomandole las temblorosas manos.

-Pero yo los veo a ustedes, tan relajados- dice angelina hablando un poco más bajo para que solo yo escuchara.

-Mira Angie, Ronoa se le ve nervioso, está jugando como un demente con ese cuchillo, y esa mirada indica que no está pensando en nada bueno...- le digo estando cada vez más cerca uno del otro.

-¿Hasta cuanto tenemos que esperar aquí? Me estoy empezando a aburrir- logro escuchar a Reiyel hablando por lo alto mientras estando de pie sobre un mueble abraza la espalda de Eriol. No me agrada que sea tan apegada a él.

-En realidad, joven Reiyel, ya está todo listo- dice una voz proveniente de la puerta que poco a poco se abre.

Todos nos volteamos y nos alineamos para observar mejor que es lo que pasa, la puerta se abre completamente y lo que nos deja ver es un abismo con unas escaleras que se pierden en la oscuridad, con un eco ensordecedor unas pisadas resuenan subiendo aquellas escaleras, cada paso se hace más fuerte conforme se acerca. Observo a los demás a un lado y están con las miradas fijas en aquel oscuro abismo, para cuando cesaron aquellos misteriosos pasos, todos vimos como una pequeña figura encapuchada se iba acercando poco a poco. Viste con una túnica blanca que le recorre todo su pequeño cuerpo y no se le logra divisar bien la cara, cuando esta se detiene justo enfrente de nosotros no puedo dejar de sentir una presencia tan siniestra como la de esa figura.

-Bienvenidos a mi purgatorio- dice la misma voz que resuena en todas direcciones y que, es la misma voz que nos llamó a todos hasta aquí, no pude aguantar la risa al ver que esa voz tan estruendosa provenía de un ser tan pequeño, en ese momento sentí como esa persona me miraba y mi mente se puso totalmente en blanco.

Cuando reaccione, estaba viendo hacia el techo, y veía claramente los rostros de Angelina y Reiyel viéndome de manera preocupada.

- ¿! Estas bien Azael!?- dicen las dos al unísono.

-Te caíste de repente, ¿qué te paso?- dice preocupada Reiyel. Me levante rápidamente junto a ellas y mire al frente de manera seria.

-Sí, estoy bien... No te preocupes, prosigue, por favor- Le dije a la pequeña figura que aún se mantenía de pie frente a nosotros, observe a los chicos y note como Eriol me miraba extrañado y Ronoa seguía viendo de manera intensa al encapuchado.

-Como bien dije, bienvenidos a mi purgatorio, están en la antigua catedral, La vie Cripte, donde se encuentra el mítico laberinto de catacumbas creado por el mismísimo lucifer...- Comienzo a imaginarme las cosas horribles que nos puede deparar solamente con estar ahí abajo.

Aquel misterioso ser se acerca unos cuantos pasos más, intento moverme, pero mis pies no se despegan del suelo, y creo que a los demás les pasa lo mismo, ellos no se mueven ni un solo centímetro. La figura sube su capucha y deja ver su cara, y habla con una voz suave y aguda.

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