XIX

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Observo cómo una alterada Reiyel comienza a acercarse a paso lento al portal a punto de colapsar del edificio, empujando a algunos vecinos que se aglomeraban frente a la estructura en llamas, varios gritando el nombre de algún desconocido, observando con terror o llorando desconsoladamente.

-Reiyel... ¡Reiyel espera!­ digo mientras me apresuro tras de ella, quien hace caso omiso a mi llamado.- ¡Reiyel!- grito corriendo hacia ella con todas mis fuerzas y logró poner una mano en su hombro a lo que ella voltea a verme.

Cuando observo su rostro se me rompe el corazón... llena de desesperación y con lágrimas corriendo por sus mejillas, se libera de mi agarre y negando con la cabeza de manera asustada se abre paso entre la multitud. Al llegar a las barras de contención que separaban al tumulto de gente y las llamas rápidamente posa sus manos y salta la división, al ver esa escena y sin pensarlo dos veces empujó a varias personas que se interponen entre la división y yo y con un fuerte salto logró entrar a el jardín del edificio, donde Reiyel camina a punto desfallecer acercándose más y más a las escaleras encendidas en fuego producto de los escombros.

-¡Señorita! ¿Acaso no está viendo que está a punto de caerse? ¡Aléjese de allí!-­ grita uno de los bomberos que ayuda a una mujer con quemaduras bastante graves quien acababa de salir de una ventana en la planta baja del edificio y sofocando los restos de llamas en su ropa.

-No puede ser... esto no puede ser, ¡no puede estar pasando!­- grita Reiyel acelerando el paso hacia el infierno que tiene frente a ella.

Por instinto reaccionó y corro lo más rápido que puedo hacia ella y con un movimiento fugaz logró pasar una mano alrededor de su cintura, abrazándola con más fuerza esta vez y deteniéndose en seco mientras comienzo a arrastrarla hacia atrás.

-Por favor... para Reiyel, reacciona... Te lo pido.- le imploro susurrando en su oído, mientras ella grita y patalea con fuerza buscando liberarse de mi.

-¡No! Todo está ahí, ¡No puedo dejarlo Azael!-­ dice zafándose de mí y volteándose mientras me observa fijamente, el rojo de sus ojos brilla en contraste con las llamas y sus lágrimas.

-No tengo nada Zel, ya no tengo nada... ­ -en ese momento su voz se quiebra y rompe en llanto una vez más, sin decir nada la cargo lejos de las llamas que rápidamente invaden lo que queda del jardín y las paredes agrietadas del concreto del edificio.

-Me tienes a mi Reiyel... Yo nunca dejaré, ni aun a costa de mi vida, que te pase algo, nunca me lo permitiría- ­ le digo mientras la observo a los ojos caminando de vuelta a la barra de contención.

La llevo directamente hacia una de las ambulancias que se encuentran vacías, y ella, más tranquila se sienta en las puertas mientras una joven enfermera baja de la ambulancia, viendo a Reiyel con una sonrisa tierna y sosteniendo un café helado.

-¿Quieres un poco?­- dice ella teniéndole el vaso de Juan Valdez. -Es mío pero puedes tomarlo, lo he acabado de comprar y creo que lo necesitas más que yo­.- dice la enfermera mientras la observa sonriente - escucha... no sé si te será de ayuda o algo, pero yo también lo perdí todo en un incendio, incluyendo a mis padres y mis hermanos, solo dale a tu... novio las gracias por haberte sacado de ese trance impulsivo, en serio, se lo que se siente. - ­ finaliza la enfermera con expresión sombría mientras se sienta junto a ella y le coloca una mano en el hombro.

-Será mejor que nos vayamos Rei-­ digo mientras me acerco a ella y se levanta del estribo entre las puertas abiertas de la ambulancia con una cara de resignación.

-¿Adónde, Azael? Sabes que no tengo a donde ir.- objeta ella mientras le vuelve a temblar la voz con cada palabra que dice.

-No seas tonta Reiyel, vamos a mi casa, allí te pondrás más cómoda y buscaremos un modo de solucionar todo esto­- digo mientras le sostengo la mano y entrelazo sus dedos con los míos, su suave tacto y su mirada pérdida en la mía me hipnotiza.

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