XVI

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Arreglo las flores en la tumba de mi padre, nadie se ocupa del mantenimiento de las lapidas, solo aquellos que tienen dinero para pagarle a alguien que las mantenga y visite a sus muertos por ellos, son quienes tienen las lapidas siempre pulidas. Me da mucha tristeza ver que las personas se olviden de sus seres queridos. La mayoría de las tumbas, por no decir todas, están descuidadas. Volteo hacia la "zona de ricos" donde una especie de mayordomo está limpiando y puliendo una de las tumbas con mucho afán. El recuerdo de Azael y su hermana me invade la mente, me sonrojo al recordar mi quiebre en llanto en los brazos de Azael aquel día. Por alguna razón me sentí cómoda llorando con él.

Camino un poco entre las lápidas, curioseando las fechas y los nombres, algunos jóvenes, otros ancianos, me enternezco al ver la lápida de un niño que vivió solo durante 3 años y aun así los padres han venido a dejarle sus juguetes y globos. Un poco más allá, veo a una madre y a su hija dejándole flores a alguien. Supongo que es el padre, de alguna manera me siento identificada, la madre es joven y la niña tiene alrededor de 7 años. Tengo la extraña sensación de que debería acercarme a ellas.

-Hola, disculpen... esto... perdonen que interrumpa, pero sentí que tenía que hablarles. Mi nombre es Reiyel.- me presento con la mayor cautela posible

-Hola, un placer, soy Andrea y esta pequeña es Raquel, saluda hijita.- le dice a su hija.

-Hola.- me dice la niña timidamente levantándose de arreglar las flores.

-¿también estas visitando a un ser querido, Reiyel?- Me pregunta Andrea con uriosidad.

-Así es, vengo a menudo a visitar a mi padre, falleció hace un par de años.- Digo como siguiendo un guión, sin embargo el tono triste de mi voz es notable.

-Lamento mucho tu pérdida querida... - Dice Andrea, quedándose pensativa unos segundos después- Reiyel, te parecerá extraño, pero creo haber soñado contigo hace unos días.- Miro a Andrea con extrañeza.- Si, veras, es raro, estabas junto al padre de mi hija... Pero él parecía tener la misma edad que poseía al fallecer, soñé que eran buenos amigos, supongo que eras tú por el color del cabello.

-Ho, valla... Si es extraño.-su confesión me tomó un poco por sorpresa- Puedo preguntar... ¿De qué falleció?

-Claro... - Andrea se agacha para ver a su hija a los ojos- Cariño ¿qué tal si vas por chocolate caliente a la tienda de aquí cerca?- Dice señalando el edificio de velorios y cafetería que se encontraba a unos metros de donde estábamos.

-Si mami.-dice la pequeña niña mientras se aleja.

-Bueno, Reiyel... Mi esposo y yo teníamos apenas 20 años cuando tuvimos a Raquel. Al principio nos llevábamos bien, nos dividíamos el trabajo y así fue durante 3 años, después empezó a beber y a dejar sus responsabilidades de lado, las cuentas llegaban y cada vez se hacía más difícil pagarlas, así que discutíamos mucho, le pedí que llevara a nuestra hija al acuario para su cumpleaños, por fin lo hizo y en el acuario ocurrió un accidente, mientras veían a las ballenas algo las asusto y chocaron contra el cristal, mi esposo coloco a Raquel en un lugar alto justo cuando se rompió la pecera y las ballenas salieron aplastando a varias personas, entre ellas mi esposo. - hizo una pequeña pausa para dedicar una mirada tierna a la lapida- Después de eso, perdone todo lo malo y solo le he hablado a Raquel cosas buenas de su padre, como su buen humor, su carisma, en realidad era muy buena persona.

Desvío la mirada hacia la lápida para ver el nombre del hombre. "Eriol Scott White. 1990-2014. Héroe del regalo de la vida. Nunca te olvidaremos"

Algo en ese nombre me resulta familiar... ¿Lo habré conocido antes? La alarma de mi reloj rosa y la de mi teléfono suenan al mismo tiempo, me queda media hora para ir al trabajo en el turno de la tarde. Me despido de Andrea y corro hacia el subterráneo antes de que se me haga demasiado tarde.

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