Capítulo II

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Después de ese 21 de marzo en el cual Marcos conoció por primera vez a Antonio, no fue sino que pasaran algunos días para que lo volviera a ver y que no fuera una simple coincidencia de momento.

—Hola, ¿me recuerdas?

—¿Eres, mmmmmmmm...? No, jajaja. No te recuerdo.

—Nos conocimos días atrás. ¿Ya me olvidaste? ¿Tan pronto?

—Jajaja, tranquilo. Sí te reconozco, eres Marco. Solo bromeaba un poco.

—Jajaja, pues creí que me habías olvidado. Pensé que eras joven que recuerda todo fácilmente y no un viejo amargado que se olvida de las cosas.

Ambos se sorprendieron ante tal ocurrencia que no pudieron evitar soltar una carcajada mientras todas las personas los miraban.

—Todos nos miran, ¿no te parece extraño eso? 

—Sí, jajaja. No sabía que tenías un lado divertido.

—Ni yo ¿Quieres ir a tomar un café? —propuso el moreno entre risitas.

—Por supuesto, no está de más tomar un rico capuchino —respondió Antonio aceptando la propuesta.

—¿Te gustan los capuchinos? ¡Oh, vaya....! —decía Marcos sorprendido— A mí igual. Ven, vamos a una excelente cafetería, además tampoco tengo nada que hacer esta tarde. A mi entrenador no le gusta que tome capuchinos pero no le hago caso jajaja.

Antonio accedió a tomar un café con Marcos y mientras reían entraron a la cafetería. Después de haber entrado, ambos se sentaron en un par de banquillos ubicados hacia una de las mesas cercanas a la ventana, para seguir conversando entre cada sorbo de café y conocerse un poco más mutuamente.

—Como dije antes, no sabía que tuvieras un lado divertido, Marcos.

—Al parecer no me había dado cuenta que lo tenía. En realidad pues, no soy muy divertido que digamos. Soy muy serio en muchas ocasiones ¿sabes?

—Oh, ¿siempre? Pero... ¿Cómo es que alguien como tú es así? Bueno, en realidad los chicos atléticos suelen ser alegres.

—No todos, amigo. No todos. En realidad no suelo ser así, ¿sabes?

—Yo solo decía... —dijo Antonio en un suspiro mirando hacia los ojos de Marco— Nada más.

En ese momento, Marcos se quedó viéndolo fijamente hasta que volteó su mirada en señal de vergüenza.

—Bueno... No quería que te pusieras así... en verdad es que no todos los chicos somos como tu dices. Además, jamás he sonreído con nadie como lo he hecho contigo.

—¿En verdad lo dices? Bueno... imagino que has de tener muchas admiradoras por eso ¿no es así? jejeje. Tienes buen cuerpo, eres amable y...

De pronto, Marcos interrumpió y con una mirada un poco sollozante se separó de Antonio dejando de beber su taza de café. 

—¿Te pasa algo, Marcos?

—No, emmmmm... descuida. Todo está bien —decía Marcos aunque se notaba algo incómodo.

—No mientas, reconozco que estás algo incómodo por algo. ¿Fue por algo que dije?

—¿Qué? Oh, no. Claro que no.

—Por favor, dime. Cambiaste repentinamente —le decía Antonio al ver su cambio de expresión— ¿Por qué esa cara?

Marcos no tuvo más remedio que decir toda la verdad. Tomó un poco de aliento y se dispuso a decir algo que jamás le había contado a nadie.

—En realidad... no me gustan las mujeres, Antonio. Te voy a contar un secreto que he estado ocultando durante años y es que yo a pesar de ser atlético siento atracción por los hombres. 

Antonio calló durante un momento analizando lo que Marcos le había dicho. Él no se quedaba atrás, ya que tenía la misma sensación desde hace mucho. Con mucha valentía, su corazón latía muy fuerte hasta que se dignó a decir algo.

—Marcos, yo...

—Perdóname, no quise...

—Marcos, yo soy homosexual también. Este ha sido mi mayor secreto y aunque te conozco muy poco me he dignado a confesártelo. Por favor no se lo digas a nadie.

—No podría, además me inspiras mucha confianza y sé que no nos conocemos mucho pero siento como si te conociera desde mucho antes. 

Marcos miró con ojos distintos a Antonio y lo tomó entre sus fuertes brazos abrazándolo fuertemente.

—Tranquilo, Tony. Todo estará bien.

— ¿Tony? ¿Y desde cuando me llamas así, tú?

—Eh... bueno... perdóname. Creo que...

—No te disculpes, me gusta Mark.

—¿Mark? —sonreía el moreno muy sorprendido— Jamás me habían llamado así —decía un poco sonrojado.

—Estás sonrojado jajaja ¡Mark! ¡Mark! ¡Mark! —exclamaba Antonio con alegría.

En ese instante, Marcos dejó salir una bella sonrisa la cual jamás había tenido y pasó un excelente día con Antonio charlando con él mientras terminaban de beber su café y comer algunas rosquillas que pidieron después.

—¿Quieres que te acompañe a tu casa, lindo? —preguntó Marcos al salir de la cafetería.

—Bueno... en realidad sí. Tener la compañía de un chico tan guapo siempre es gratificante.

—Oh, jajaja. Al parecer ¿crees que soy guapo, no?

—Sí, en realidad eres muy bello —dijo Antonio igual de sonriente caminando en compañía de Marcos.

—Pues... falta poco para llegar a tu casa. Así que, nos vemos.

—¿Te irás? ¿No me acompañarás hasta la entrada como la primera vez?

—Me encantaría, pero por la mañana debo ir a clases, además tengo algunas cosas que hacer. Hoy el tiempo transcurrió muy rápido.

Antonio se sintió un poco triste y entró a su casa algo sollozante cuando en ese preciso instante Marcos se regresó y besó su mejilla.

—Se me había olvidado, te daré el beso de las buenas noches jajaja.

—Oh, no me esperaba esto —dijo Antonio sorprendido acariciándose la mejilla derecha— Eres muy tierno, gracias.

—Tú eres más tierno, disculpa si tengo que correr pero ya debo irme. Te cuidas, lindo —dijo Marcos para luego correr.

—Hasta mañana —dijo Antonio al despedirse.

En ese preciso instante, el padre de Antonio había visto a su hijo por la ventana lo cual hizo que se encolerizara mucho. Antonio entró y a pesar de la expresión que su padre tenía, no dijo nada sino que se había quedado de brazos cruzados.



Unidos hasta el final [EN EDICIÓN Y CONTINUACIÓN 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora