Unidos hasta el final [EN EDICIÓN Y CONTINUACIÓN 2019]

Capítulo XXII: Descubriendo a Roberto

Samantha y Roberto se fueron corriendo a toda prisa pero Roberto le pidió a su esposa que no saliera de casa y cuidara a los niños mientras le explicaba que él sería quién iría por Marco.

- Todo estará bien, mi amor. Te prometo que traeré a tu hermano de vuelta. Creo que fui demasiado lejos con mis palabras sin medir las consecuencias.

- ¡Fuiste demasiado duro con él! ¡Es mi hermano... Tengo que..!

- No, no. No amor. Prometí traerlo así que tú quédate aquí - Replicaba Roberto sin dejar que su esposa terminara de decir nada.

Y sin dudarlo, Samantha regresó hasta su casa. Sin embargo, Roberto tomó un rumbo diferente y se metió por un callejón en el cual no fuera visto por absolutamente nadie. Allí, sacó su teléfono celular para hacer una llamada.

- ¿Aló? ¿Jefe? 

- Sí, con él hablas. ¿Hiciste lo que te pedí? 

- Sí, jefe. Fue más fácil de lo que pensé. Seguramente ahora estará desesperado y se irá de la casa de mi esposa. Tal vez busque otro rumbo, quién sabe. Lo importante es que el trabajo ya está hecho.

Mientras Roberto hablaba por su teléfono celular, no se percató de la cercanía que tenía con Marco quién se levantó del lugar del que estaba arrodillado para tomarlo por su camisa y alzarlo contra la pared del callejón.

- ¿Así que te enviaron a amedrentarme, verdad hijo de puta? 

- ¡Suéltame! ¿Qué carajos me haces?

- ¡Dime con quién hablabas, maldita sea! ¡Dímelo! 

- ¡Jamás! - Decía Roberto forcejeando con Marco mientras intentaba liberarse.

Marco lo alzó aun más y con sus ojos llenos de lágrimas miró fijamente a Roberto hasta soltarlo. Roberto lo empujó y lo miró con rabia. 

- ¡Lo mejor es que te largues! Ya no soporto más esto. Me cansé de fingir tanto por complacer a mi esposa.

Marco suspiró y limpió las lágrimas de sus ojos. Se acercó a Roberto y lo tomó de su hombro para comentarle algo. 

- ¿Quieres saber algo que jamás mi hermana te ha dicho? 

- ¡No quiero saber nada! ¡No me interesa!

- ¡Debería de interesarte ya que siempre apoyé a Samantha cuando quiso casarse contigo! - Gritaba Marco empuñando su mano derecha y de un golpe, lanzó a Roberto al suelo.

- ¡Eres un desgraciado, maldito maricón!

- ¡Sí, lo soy y qué! ¡No es tu problema! ¡Siempre he apoyado a Samantha cuando me ha necesitado! ¡Cuando no se había casado contigo, siempre la ayudé!... ¿Hasta cuándo piensas odiarme, Roberto? ¿Qué te he hecho yo? ¡Dímelo, dímelo ahora mismo!

Roberto se quedó callado por un momento escuchando los gritos de Marco y se sobaba su pómulo derecho mientras entrecerraba su ojo. Roberto se levantó del suelo y bajaba la mirada mientras Marco lo cuestionaba, hasta que por fin le dijo la verdad.

- ¡Tú, tú fuiste el culpable de que Samantha y yo no pudiéramos superar la crisis! Además... No sabía que me habías apoyado en nuestro matrimonio...

- ¿Y ese era todo el problema? ¡Por Dios, Roberto! ¡Yo no te detesto pero no se por qué pierdo el tiempo tratando de que nos llevemos bien si siempre terminamos peleando!  

Roberto volvió a quedarse callado y sin decir nada más, se fue corriendo hacia la casa. Sin embargo, Marco corrió tras él y lo derribó nuevamente al suelo.

- ¡Tú no vas a ninguna parte! ¡Dime ahora mismo con quién hablabas y qué carajos haces ahora!

- No vas a saber nada. De mi boca no saldrá ni una sola palabra.

- ¿Quieres que le cuente todo a Samantha? ¿Quieres que le cuente sobre la llamada?

Marco tomó el teléfono celular de Roberto y marcó al número que ahí estaba pero no obtuvo respuesta alguna. Luego, marcó al número de Samantha y le comentó que quería verla de inmediato. Cuando la llamada finalizó, Marco prosiguió a inspeccionar la galería de fotos de su cuñado para observar quién lo había mandado a intimidarle y amedrentarle.

- ¡Espera... No, no lo hagas! ¡Ni se te ocurra ver lo que...!

En vano fueron las palabras de Roberto ya que Marco al hacerlo, observó detenidamente la galería de fotos de su cuñado y pudo darse cuenta de que no sólo él tenía un amante sino que también  se dio cuenta de  quién lo había enviado para que le hiciera la vida imposible.