Capitulo 10

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Por fin otro capítulo...¡Amenme!... Aunque no lo merezca por hacerlos esperar ;n;
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Suplicio se dirige al salón de las reuniones semanales de los cinco dioses. Caminaba a paso tranquilo cual estrella en el cielo, creyendo en su mente era el primero en llegar al mutuo destino.

Al subir las blancas escaleras de la enorme entrada de mismo color, la larga toga negra de adornos plateados que hacían juego con el largo cabello de Suplicio, desequilibró su cuerpo de tal manera que su cuerpo caería inminentemente hacía el frente.
En un reflejo inconsciente el estira sus manos para detener aquella repentina caída pero no estaba en el saber de Suplicio, el dueño de la mano ayuda que generosamente le tendieron en su auxilio... Si no hasta el momento en que los ojos plateados de Suplicio se dirigieron a el rostro de un Melitón sonriente.

-¡Estimado Suplicio! Oh, deberías tener cuidado con tu andar. Pudiste hacerte daño. ¿Que haríamos sin uno de los cinco papeles?- Dijo sonriente y en ánimo de preocupación.

Ni un sólo sonido, salió de los suaves labios de Suplicio, quien se limitó a enderezarse ante Melitón aún con sus manos en contacto.
-Seguro tendríamos algunos problemas para llenar uno de los primordiales papeles en el mundo.

-Creí, estaba en mi saber, estimado Melitón... Que tendrías más preocupación por el daño que la situación pudo provocar en Suplicio.

Interrumpió Ciriaco mientras aparecía en escena para colocarse entre Suplicio y Melitón evitando así el ligero tacto de las manos de los ya mencionados.

-¡Oh, dios de la sabiduría, Ciriaco! Ha llegado antes de hora, mi estimado amigo.- Dijo amigablemente.
-Los tres, estimado dios de la generosidad y amor, hemos llegado antes de hora.
Ciriaco miró a Melitón de manera desafiante.

-Como era de esperarse, nunca tienes un saber erróneo -sonrie alegremente.-Entonces queridos amigos, entraré primero...Suplicio- Dijo dirigiéndose a éste, el cual acto seguido hizo lo mismo.-... De nada.

Melitón mencionó estas últimas dos palabras en una amplia sonrisa sin dar crédito a la intención de aquellas, más con un tono ponzoñoso y haciendo referencia a la ausencia de un "gracias" desde Suplicó. Tal arrogancia que aunque suele ser contumaz de Ciriaco, siendo utilizada por Melitón, es un hecho que no pasa desapercibido por Suplicio siendo así la intención de Melitón.

Nuestro Ciriaco quedo en plena confucion y Suplicio quien se le veía inmóvil, tenía una expresión de asombro bajo la habitual máscara.

¿Es el destino que no sabe perder? Cuando Suplicio dio un paso, Melitón pareció dar tres.
La presión se sentía en él. Aún con su máscara, Melitón lo pudo ver...

¡Oh, cruel destino! Ni un indicio se atreve a darle para liberar la presión que lo consume por dentro mientras otra le impide mostrarse. Mostrarse al mundo... Mostrarse a Marleh...

Entre desesperanza y esperanza... Entre el inferido real Melitón y y un auténtico amor, Marleh...

Suplicio siguió su andar tranquilo hasta llegar a su trono en el cual se sentó como su habitual costumbre esperando a que llegaran los demás. En esta ocasión: Zoila y... Sixto.

Ciriaco no parecía hacer el amago de tornarse en la habitual tranquilidad que suele tener al comienzo de la reunión en el gran salón.

-Parece ser mis compañeros, que hemos llegado antes de tiempo cuando a su vez, Sixto y Zoila llegaran tarde, claro, que sólo lo estoy infiriendo.

Sugiere Melitón desde su trono en el cual se encuentra postrado de manera impecable.

-Al parecer, estimado Melitón. Esta en mi saber que las posibilidades de tal eventualidad no son nulas.

El dios del final  - Suplicio -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora