Capitulo 20

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El centellante sol asemejaba la furía de las Bestias del fin, animales tan temibles para los humanos que el suicidio era la palabra que con mayor rápides se postraba en la mente de las personas en el instante que alguien osaba pisar el territorio de las bestias.

Un grillo se escuchaba a lo lejos y Marleh podía idear en su mente como de manera ilusoria el pequeño ser, replicaba contra el calor del medio día. Un pensamiento vacío de conceptos inmovilizaba a su cuerpo. El inmenso calor la ataba contra el pequeño pedazo de paja tejita que se encontraba en el suelo de tierra de la pequeña choza. El grillo continuaba chirriando.

       Se limpio el sudor de su frente con la muñeca izquierda y se levanto para buscar algo de agua en el viejo tarro de barro que permanecía en la esquina. Lo ladeo con una mano y la esperada descepción cayo en sus hombros.

"No importa cuantas veces lo mire, sigue vacío" suspiró. Tomó una cuerda y habilmente el tarro fue atado en su espalda para despues ponerse un sobrero de paja viejo y deteriorado.

-Hay un arroyo cerca de su templo... aprovechare el viaje para recoger agua.

Marleh recorría una meseta seca y dos horas de desierto hasta que se encontraba un bosque tan vivaz que la sola existencia de pervivir al cruce del desierto, le confirmaba la presencia del templo de un dios...

Llevada por el anhelo que cubría sus pies semi desnudos durante el viaje, ella se hallaba al píe de los escalones de marmol negro que iniciaban la entrada del templo del Dios del Final. Una reverencia se hizo antes del primer paso y entro en total calma y armonía, exanime pero llena de paz y calidez. La puerta llena de un color negro y adornos de oro siempre se encontraba abierta para Marleh.

Había un enorme pasillo hasta el pequeño altar destinado al dios. Todo era elaborado en un elegante marmol negro, los enormes pilares, el techo, suelo y los estantes para ofrendas. Sin embargo, el altar estaba hecho distinto al lugar; El enorme altar con apariencia de mesa estaba hecho de un material negro, distinto al marmol y que Marleh nunca descubrio el nombre de aquello, en cada esquina estaban incrustados adornos de oro pero lo que realmente destacaba era que toda la parte superior era blanca y brillante, incluso tenìa piedras moradas y azul oscuro por todo el area. Un tragasol pequeño posicionado justo arriba hacía que centellaran con mas belleza. Ella jamás dejaba de asombrarse con aquello, era precioso a la vista de los mortales.

-Carezco de bienes, eso esta en tu saber...Más la vida te debo y solo con esto- Con firmeza dejo un pequeño ramillete de flores blancas y azules sobre el altar- soy capaz de mostrarte mi eterna gratitud, Su...

-Oh, señorita...- La interrumpio una figura que reposaba en la esquina del lugar.

-¡¿Quien e...?!

-¡Oh, no se alarme, le suplico!

Un hombre viejo de piel morena como Marleh y pelo cano vestido en una vieja tunica negra desgastada, la miraba desde el otro lado del altar. Su espalda era jorobada  y su debil cuerpo suplicaba la ayuda de una rama que usaba como baston en todo momento.

-¿Como osa usted, pobre individuo a dormir detras del altar del dios de este templo? Le pido su identidad. -Hablo cautelosa ante el anciano hombre de voz rasposa.

-¿Yo? No soy más que un triste viajero y no soy menos que un viejo mensajero.

Avanzando despacio en equidad al retroceso de Marleh, el anciano con esfuerzo se sento el el escalon más alto frente al altar, apretando sus rodillas quejosas por dolor.

-Reclamo su nombre y ahora tambièn el de su empleador.- Desconfío Marleh.

-¿Mi empleador? Mi empleador es el mismo que el de todos, señorita. Y mi identidad, mi nombre, hace mucho tiempo me olvide de ellos.

-Algo sabra usted de su propia identidad y si las palabras que usted profesa no las cubre el engaño, al menos ha de decirme el nombre perteneciente a su empleador...

-...Ya veo, ¡Ya veo!, mi empleador señorita es el mismo que el de todos, es El Tiempo. Aún así, un simple humano siempre es hechado por El Tiempo, y solo así un humano se encuentra cara a cara con un Dios.- La mano huesuda apunto entre temblores la pared detras del altar en donde se encontraba grabado en el marmol las palabras:

        DIOS DEL FINAL

El dios del final  - Suplicio -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora