No estas solo... no estamos solos

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El campamento estaba en silencio, tanto que se podía escuchar el ruido de las pisadas de Percy, pero al parecer nadie prestaba atención. No quería simplemente aparecer en la cabaña de Deméter y provocar un grito que se escucharía en todo el campamento, aunque Percy no descartaba que fuera divertido asustar a sus viejos amigos, pero no era precisamente una visita jovial la que estaba por dar, Travis necesitaba su ayuda y debía darle la seriedad que se merecía.

Había podido ver ese dolor que no se apaga en sus ojos el día de su funeral. Lo había podido reconocer porque seguramente era el mismo dolor que él había estado experimentando en soledad durante todo este tiempo, habían había buenos días y malos días, pero los malos eran demasiado malos como para olvidarlos en los días buenos. Eran días donde nada podía levantar su espíritu y su padre sabía que tampoco podía hacer nada para remediarlo.

Sinceramente Percy no sabía cómo tendría que abordar el tema. Atenea le había dicho muy poco sobre como ayudaría exactamente a Travis. Y por otro lado no sabía qué hacer con Katie... tenía miedo que al arrancarlo del lado de Katie desencadenara otra clase de soledad de la cual tal vez ya no podría sacarlo. Katie había sido hasta ahora esa cuerda que lo mantenía atado a la realidad y no le permitía perderse en la profundidad de su dolor.

Finalmente llego a la puerta de la cabaña de Deméter... se sentía un poco nervioso porque no quería tener que dar explicaciones sobre porque no se había aparecido por el campamento desde su nombramiento como dios de los héroes, se sentía un poco en deuda con el campamento y con sus amigos, pero si en algo seguramente concordaría con Travis seria en que quería lidiar con su dolor solo, sin la compasión de los demás. El sonido de su golpe resonó con fuerza en la cabaña, dentro se escuchaba el susurró de una voz que identifico como la de Katie y el sonido de un sollozo ahogado.

— Más vale que no seas de la cabaña de Afrodita porque te arruino la cara — se escuchó un gruñido y Percy no pudo evitar dar una sonrisa al escuchar las amenazas de Katie. Entonces la puerta se abrió revelando lo que Percy tenía como un recuerdo un poco vago. Katie con una taza de café humeante, obviamente con ropa para dormir.

— Entonces es un alivio no serlo — dijo mientras trataba de sonreír, pero la cara de Katie era de asombro y un poco vergüenza tal vez... Se quedó por un buen tiempo mirando a Percy y Percy mirando a Katie como si ninguno de los dos supiera que decir o hacer.

— Percy Jackson... — susurró Katie mientras trataba de pensar en que decir, frente a ella estaba alguien que hace mucho no veía, que había aceptado la divinidad y luego había desaparecido.

— Katie Gardner... — respondió Percy tratando de no entorpecer la conversación. Katie también pudo ver que el rostro de Percy todavía había el dolor que ella misma veía en Travis. Ella sacudió la cabeza al darse cuenta que estaba en presencia de un dios del Olimpo.

— Perdón... Señor Perseo — hizo una pequeña reverencia, pero rápidamente Percy la obligó a levantarse.

— ¡No!... nada de eso... no entre amigos — Katie asintió lentamente aún bajo el shock de tener a Percy delante de ella, había habido algunos rumores de que Percy se había olvidado del campamento y que no quería estar nuevamente allí, pero solo eran rumores, ya que la mayoría sabía que Percy seguía de duelo por la pérdida de Annabeth.

— ¿Pero qué rayos haces aquí? — preguntó Katie mientras que afuera todavía podía escucharse el suave murmullo del viento en la noche oscura. Percy seguía mirando el interior de la cabaña de Deméter como si estuviera intentando darle un mensaje oculto a Katie que todavía no podía captar.

— ¿Puedo entrar? — preguntó Percy y Katie salió un poco de su trance para abrir la puerta de manera tempestuosa. Katie se sonrojo un poco al ver como estaba actuando de manera tan extraviada.

Algunas cosas toman tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora