Sangre

298 33 9
                                    

N/A: Ahora si, eso es todo amigos. :)

Corrió tan rápido como pudo, estaba agotado, había consumido gran parte de su fuerza en poder sanar a Eskol, por lo que debía guardar un poco para lo que tenía por delante. Una cosa tenía muy clara de todo esto: iban a pagar por lo que le hicieron a su hijo. Eso ni siquiera estaba en discusión. Con cada paso que daba y se acercaba al punto de reunión con Vali sabía que debía arrepentirse de no haber hecho mejor las cosas para Eskol y poner todo tan difícil para él. En su mente soñadora Artemisa habría descubierto sobre Eskol cuando ya estaba a la altura de Travis en combate y podía defenderse a si mismo, pero la maldita debía cazar a su hijo siendo un niño y arruinar todo.

Cuando ya estaba cerca del campamento atestado de personas y soldados se concentró, nunca lo había hecho demasiado, pero Eskol siempre decía que le ayudaba a enfocarse en los objetivos que tenía por delante y le ayudaba a no fallar. Siguió su consejo. Solo respiró hondamente y se acercó paso a paso. Aún podía escuchar el bullicio de gente a lo lejos y sabía que pronto estaría en plena y total desventaja, pero no iba a retroceder.

—¡Alto! —la voz de dos soldados apostados en la entrada del campamento le recordó que todo iba a cambiar en cuanto cruzara la entrada.

—Perseo Jackson, vengo por Vali —los soldado miraron de pies a cabeza a Percy que solo traía sus dos cuchillos de caza en sus costados, estaba listo para la fiesta.

—Dejalo pasar —escucho la voz en la niebla de Vali, los soldados retrocedieron sin decir nada y Percy empezó a avanzar.

La gente del campamento se empezó a juntar alrededor de Percy pero sin acercarse demasiado y siguiéndolo con la mirada, el dios griego solo observaba, rogaba a los dioses que la oportunidad no faltara, solo quería un desliz, una señal, una pequeña ventaja. Mientras tanto los soldados no dejaron pasar desapercibida la presencia del forastero y uno a uno chocaban sus escudos con sus hachas para dejarle saber que estaban listo para enfrentarlo, pero no eran lo que Percy buscaba. Casi estaba en el centro del campamento cuando sintió la presencia de Vali más cerca de lo que estaba al comienzo. En su mente susurró una maldición en griego antiguo por la rata asquerosa que se escondía entre la maleza. Vali por su parte había deseado que Percy no hubiera cumplido su palabra porque amaba cazar y una buena presa suponía un desafío apetitoso, siempre podía sacrificar un puerco en lugar del muchacho.

—Tu eres el que vino a buscar al muchachito —reconoció al hombre que se le interpuso con aspecto rudo y despiadado, era el que estaba dispuesto a descuartizar a su hijo. Detrás de él venía un grupo de hombres de aspecto similar, cara de hombres que golpeaban gente por placer y que de seguro hacían el trabajo sucio para Vali.

—Lloró como nena pidiendo a papa que lo salvara —la sonrisa depravada del que dijo eso lo asqueo a tal punto que no quiso dejar de mirarlo a los ojos para saber quién hablaba.

—Debo reconocer que resistió las palizas —uno a uno iba agregando sus comentarios con el único fin de provocarlo, no, no todavía.

—Seguramente necesitara mucho tiempo para sanar esos huesos rotos —no quería escucharlos más, pero no quería que ni uno solo se salvase.

—Nunca había visto un grupo de cobardes jactarse como héroes de golpear a un niño —todos los hombres levantaron sus armas y Percy les dio una mirada mortal, no saldrían de aquí con vida.

—¡Cómo te atreves! —Percy lo iba disfrutar, no se iba a apurar.

El verdugo blandió su hacha contra él, pero ni siquiera le dio tiempo de volver a blandirla cuando con su cuchillo de caza hizo un movimiento violento por el mango del hacha para rebanarle los dedos que cayeron uno a uno del hacha y un chorro de sangre salió disparada hacia él. Luego de eso lo empujo con el pie contra el más cercano para poder atenderlos uno a uno. Alzó sus cuchillos para poder detener la espada del siguiente y darle un buen cabezazo en la nariz, no quería acabar esto pronto ya que la gente se estaba encendiendo por la pelea que estaban viendo. Nadie se atrevía a intervenir después de los primeros movimientos. Una lanza pasó zumbando por su costado y por poco toda su oreja, corrió hacia el portador para darle un poco de sufrimiento. Se encargó de poder clavar su cuchillo en el pie y retorcer el cuchillo de manera sádica que hizo rechinar los dientes de su atacante.

Algunas cosas toman tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora