TIEMPO ATRÁS...

Capítulo 7: Son mis problemas... ¡no los tuyos!

Aria Rosier (Alias Deby)...

-Sábado por la mañana-

Era sábado, después de haber sido obligada por Minnie a disculparme con Potter en contra de mi voluntad fui a mi habitación. Necesitaba refugiarme en un lugar seguro, ya que si mis prefectas se enteraban que le habían quitado cuarenta puntos en totalidad a mi casa, si sumamos todo... estaría muerta en unas horas.

Aunque no fue muy astuto de mi parte encerrarme en la torre de las niñas... ya que ellas también son niñas, tal vez hubiera sido mejor encerrarme en la torre de los niños. Ya que...

Me aliste lo más rápido que pude y abrí la puerta de mi habitación con sumo cuidado, uno nunca sabe... Creí que no habría nadie, pero casi tropiezo con una de las prefectas, esta se encontraba recostada en el suelo, por poco y la despierto. Salte sobre ella y vi que la otra prefecta se encontraba al pie de las escaleras. ¿Es en serio? Salte sobre ella, porque me lo puso más difícil, me escabullí por la puerta principal.

Salí del castillo mirando hacia todas las direcciones, era de locos...

Hagrid se encontraba ya allí.

-¿Usted es la niña castigada?

-En efecto. ¿Qué tengo que hacer?

En su rostro se formó una mueca.

-Sígame.

Lo seguí hasta la entrada del bosque prohibido.

-¿Que hacemos aquí?

-Vamos a entrar.

-Pero es el bosque prohibido.

-'Pero forma parte de su castigo, usted va a entrar conmigo y vamos a sacar algo de allí.

-¿Qué es? Puedo saber no... después de todo es mi vida la que corre peligro dentro de ese bosque.

-La directora quiere que le pidamos ayuda a un centauro, ellos ven las estrellas y tienen que tomar una decisión importante.

-Y yo que tengo que ver con todo esto.

-Es su castigo, solo sígame.

-De acuerdo, por lo menos es mejor que limpiar toda mi sala común.

Hagrid hiso una mueca extraña, para después contestarme.

-Nadie le ha dicho que haga aquello.

-Ayer soñé algo parecido, tal vez sea por los gritos de desesperación de mis prefectas. Tengo un sueño pesado y no les abrí la puerta. Pero sus palabras encontraron en mi inconsciente y se escabulleron entre mis sueños, formando una pesadilla muy real.

-Ya veo. ¿Y sus prefectas ya se calmaron?

-No lo sé. Cuando salí de mi habitación descubrí que se habían dormido en el pasillo de mi habitación, salí de allí sin que se dieran cuenta... así que tengo que estar lejos, para cuando despierten... ya que me van a querer matar.

-¿Pero porque?

-Ayer hice que le quitaran cuarenta puntos a mi casa y hoy en la mañana no resistí hacer una pequeña travesura con sus rostros.

La cara de Hagrid era un poema. Yo tenía una sonrisa imborrable y las manos llenas de tinta mágica, casi imborrable.

-Vas a necesitar quitarte eso de las manos, es una falta de respeto que estés así.

-¿Pero porque?

-No vamos a ver a cualquier centauro.

Lo mire confundida.