CAPITULO XX: A la cárcel los boletos.

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Aquel pueblito tan apartado se ha quedado atrás y poco a poco comienzo a sentir el ruido de la gran ciudad. El bus nos deja en el terminal y desde allí debemos dirigirnos hasta nuestro hogar. Felipe no ha pronunciado palabra alguna desde aquel "Siempre supo que era su hijo", luego de ello simplemente me dejó tranquilo, no me iba a presionar en un momento tan delicado.

-Espera, ¿de dónde proviene esa música?- Impresionado el presidente del centro de alumnos me pregunta a unos pasos de nuestra casa. Venía tan concentrado en mi desgracia que no pude percatarme del fuerte estruendo que ha inundado a todo el barrio. No debemos agudizar mucho el oído para enterarnos que aquel barrullo nace de nuestra sala e inmediatamente corremos hacia allá. Lo primero que observamos es una antigua vitrola reproduciendo los tangos contenidos en un añejo vinilo. Gardel, es lo primero que pasa por mi mente, pero aquel hombre desaparece en un abrir y cerrar de ojos, porque otro caballero toma su lugar rápidamente. –Hola guapo, acabo de comprar una caja grande condones y también viagra, ¿te apetece jugar un ratito conmigo?- Un anciano en calzoncillos intenta cortejarme. Bueno, seamos sinceros, no tengo ni la más remota idea si aquello es ropa interior o pantalones blancos muy delgados, lo único que si puedo saber es que llegan a sus pies. ¿Caballero? Pues con una caja de condones y viagra intentando ligar con un muchachito de dieciséis, creo que aquello no es ser demasiado cortés.

¡Oh por Buda! Cientos de ancianos a medio vestir están bailando tango desenfrenadamente en la sala de estar de mi casa, ¡esto es una tragedia! Eso es lo que diría cualquier chico normal que ha crecido en una familia común, pero como esta es la casa de mis padres y donde también vive mi abuela y doña Enriqueta, sinceramente nada de esto me sorprende. –Lo siento guapo, acabo de estar un fin de semana entero con este semental y me ha dejado agotado, para otra vez podemos intentar...- Tomo del brazo a Felipe y sigo mi camino por este campo de batallas, repleto de enaguas, sostenes del porte de carpas de circo, pantis de lana, dentaduras en vasos de agua, lubricantes marca la "ancianita feliz" (Estaba llena la otra vez que registré la habitación de mi abuela buscando el cortaúñas, ¿por qué ahora está casi vacía? Que linda es doña Yolanda, todo lo comparte con sus tiernas amiguitas) Entre tantas canas debo divisar las que pertenecen a mi abuela, tarea que no es para nada fácil.

-¿Semental?- En vez de estar ayudándome, Felipe lo único que ha hecho es pensar en la excusa que inventé para zafarme de aquel anciano libidinoso. –Fue lo primero que pasó por mi mente... ¡¿Qué querías?! Ya estaba sintiendo sus manos en mi trasero... ¡¡Tenía una caja de condones y de viagra!!- Creo que su pregunta termina molestándome, porque le grito las razones por las cuales todo mi cuerpo tembló ante aquella extraña proposición. El muchacho escapa de la ensoñación y me ayuda a buscar a nuestras abuelas. Suena a que fuéramos parientes, pero no, simplemente somos parte de una extraña tradición humana llamada familia.... Bueno, ahora que lo pienso mejor, eso nos convierte en familiares, algo así como primos, o hermanos... ¿qué loco no?

Una piernecita arrugada, dos piernecitas arrugas, tres piernecitas arrugas, cuatro piernecitas arrugadas, cinco piernecitas arrugas... ¿Seis piernecitas arrugadas?... ¿Ocho piernecitas arrugadas bajo las sabanas de la cama de mis padres? ¿Qué significa esto? ¿Mi abuela teniendo una orgía? –Ay querido, tan joven y tan conservador que eres... A veces las parejas pasan por momentos en que la llama de la pasión se apaga un poco, y como no queremos que se extinga decidimos avivarla... Puesto que tenemos amigas tan solidarias, ellas se ofrecieron tan gentilmente a ayudarnos y aquí nos tienes, cuatro guapas ancianas bien cachondas en un malón a todo trapo, ¿macanudo no es cierto?- A veces doña Yolanda me impresiona con sus explicaciones, pero esta vez me impresionaron las palabras que utilizó, porque ¿macanudo? ¿Hace cuántos siglos que la gente no se refiere a algo genial de esa manera? O Malón, hace mucho que no se le dice a la fiesta de aquella forma. –Está bien, está bien... He exagerado, ustedes obviamente pueden hacer lo que deseen, pero... ¿en la cama de mis padres?- Vuelvo a atacar, pero estas ancianas jamás serán vencidas, doña Enriqueta arremete de inmediato. -¿Y qué querías? ¿Cuatro mujeres en el suelo? Eso no es glamoroso, teníamos que conseguir un lugar acorde para la situación y ¿qué mejor que esta cama? ¿O acaso querías bautizarla tú con tu noviecito?- ¿Qué tiene que ver Rodrigo en todo esto? Como sé que no ganaré la batalla, decido irme para que siguieran con sus "actividades recreativas". Luego me di cuenta que estar en aquella pieza hubiese sido la mejor decisión.

El Chico PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora