CAPITULO XII: Lo que ocurre en aquella fiesta.

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Todo a mi alrededor son telas, hay azules, marrones, de un llamativo verde y también implacables negros, unas tijeras escondidas en el suelo y dos mujeres intentando lograr sus obras maestras en medio de aquel desorden que se ha convertido la pieza de costuras de mi madre. -¿Quieres mostrar la pierna completa?- Pronuncia Ignacia, pero no tengo tiempo para responder. -¿O tal vez el ombligo?- pregunta la madre de ésta. Hace ya una semana que Yolanda ha arribado a nuestro hogar y junto con ella el desorden. Mañana es la gran fiesta de término de año y mi mamá sigue tan extasiada como cuando se enteró de la invitación. Han confeccionado los disfraces de todos en nuestra casa, ahora tan solo les queda el mío. No sé de qué iré disfrazado, lo único que quiero lograr es no llamar la atención, así es que debe ser algo sobrio, cosa que estas dos mujeres no conocen. -¿Cómo quieres conseguir novio si no enseñas la piel? Para atrapar a cualquier hombre debes ser una mezcla entre su madre y la prostituta de la esquina, ¿entiendes?- Es otro de los grandes pensamientos que tiene mi abuela y como siempre hace, los comparte con el mundo con su potente voz.

Yolanda Molyneux llegó a este país hace más de treinta años, cargando tan solo una pequeña bebé entre sus brazos. ¿Su familia en Francia? ¿El padre de aquella niña? ¿Realmente se llama así o los rumores que señalan como Emilie su nombre son verdaderos? Son muchas las preguntas que siempre mi madre se ha hecho, pero que jamás ha sabido las respuestas, simplemente aquella mujer que ahora es una anciana perfectamente maquillada esconde su pasado de todos aquellos que la conocen, porque lo que importa es su presente y no qué sucedió en su pasado. Tal vez la entiendo, no importa quién fue en aquel lugar tan lejano, sino lo espectacular que crio a Ignacia. Toda su vida ha trabajado como modista, destacándose por sus extravagantes diseños y lo minucioso de su trabajo. Gracias a la pasión que siempre ha profesado por sus creaciones, logró inspirar a su hija, quien decidió dedicarse a algo muy parecido, el diseño de interiores.

Mi abuela es muy simpática y jamás podría tratarme mal, la quiero mucho al igual que a mis padres aunque no seamos en realidad familia. Su estadía sería perfecta si no fuera por las rencillas con mi padre. –No puedo entender a aquellas personas que visitan por tanto tiempo a sus parientes, deberían darse cuenta que terminan molestando.- Dice de vez en cuando Alejandro en un evidente intento de incomodar a Yolanda. –Lo que yo no comprendo es cómo mi hija no eligió a aquel apuesto modelo con el que estuvo de novia, ahora harían una pareja tan hermosa... En fin, siempre he dudado un poco del concepto de belleza de esta pobre criatura...- Arremete la anciana contra mi padre, quien a su vez pronuncia otras sentencias y así se crea una batalla campal en la mesa. Durante esta semana no hemos podido cenar tranquilamente, porque aquellos dos solo se la pasan discutiendo con un ser invisible, porque jamás termina atacándose directamente, aun cuando todos sabemos que eso intentan.

-¿Un panda sexy? Puedo colocarle un escote o tal vez unas ligas.... También sería increíble que solo fueras con un calzoncito y en tu cabeza el rostro de un panda... se vería encantador con un látigo- Ok, me sorprende la noción de no llamar la atención que tiene mi abuela. He decidido que quiero ir disfrazado de panda a la fiesta de mañana. Me encantan aquellos ositos porque son tan tiernos e ingenuos, me encantaría que la raza humana fuese así, todo sería tan bello. Sé que es infantil, pero pienso que tal vez no llame tanto la atención. Trato de decirles a estas costureras que quiero solo un traje de aquel animal, pero siguen en su afán de transformar cada idea que tengo es un conjunto sensual. –Ok, no tienes que gritarnos criatura, te haremos un panda sin látigo ni nada, pero cuando tengas cuarenta y sigas virgen, no vengas a reclamarnos, porque todo será tu culpa.- Termino exasperado pidiéndoles que solo hagan un traje normal y gano la batalla, sin importarme las amenazas de Yolanda, total ¿qué importa que sea virgen el resto de mi vida? ¿Acaso es tan importante conocer lo que un hombre me puede hacer? ¿Es tan impresionante que con su... con su... me haga... en... en...? Ok, tal vez, quizás... tan solo una vez decida conocer los favores que me pueda cumplir otro panda desesperado, pero eso no quiere decir que dé mi brazo a torcer, porque simplemente me acostaré con alguien por afanes científicos, para desentrañar los misterios del... del... sexo.

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