CAPITULO ESPECIAL VI: Iris

104 17 3
                                    


Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hice esto, es por ello que volveré a presentarme. Me llamo Iris Newman, tengo diecinueve años y actualmente me encuentro en el segundo año de Periodismo en la Universidad. En el último año del colegio me di cuenta que podía utilizar mi sinceridad para algo más que fastidiar a la gente, es así como decidí dedicarme a informar lo que acontece en el mundo, decirle al mundo la verdad aunque duela, porque nadie se merece estar engañado.

Aun cuando estoy más grande, para ser sincera, no ha cambiado mucho mi vida. Sigo viviendo con mis padres, me junto aún con mis amigos del colegio, no he subido de peso e incluso llevo el mismo corte pelo y aunque no quiera reconocerlo, aunque me de miedo incluso comentarlo de esta manera, mi corazón tampoco ha cambiado desde aquellos días. He intentado de todas las formas posibles olvidarme de Mateo, dejar de amarle porque sé que nunca será mío, pero por más que pretendo lograrlo, nunca he podido. Martín sigue siendo mi mejor amigo, luego de ese viaje a aquella isla tropical, volvimos a acercarnos y nada nos ha separado desde entonces. Salimos al cine, nos contamos nuestras vivencias, nuestros anhelos y temores, no hay secretos entre nosotros, porque aunque me cueste reconocerlo, sé que mi amigo sabe que aún amo a su novio. Tal vez en un principio me dolía verles juntos, besarse y ser cada día más felices, pero eso ya ha acabado, ahora no siento nada más que resignación e incluso alegría, porque ambos se merecen el uno al otro.

Dentro de mi plan para hacer recapacitar a Martín, fingí estar enamorada de Mateo, me convertí en una más de sus novias de plástico, superficial y sin sentido. Me molestaba sentir su aroma, el tacto con su piel y sus besos, todo lo odiaba, pero poco a poco comencé a darme cuenta de quién era realmente aquel chico. Comenzó a preocuparse por mí, me preguntaba por qué estaba malhumorada, qué pensaba, me regalaba flores, me cantaba y siempre me enviaba un mensaje deseándome buenas noches. Traté de explicar toda aquella amabilidad con su intención de llevarme a la cama, de utilizar mi cuerpo y saciarse en un acto egoísta. Estaba segura de ello, incluso hoy en día puedo jurar que así era, pero ¿cómo un corazón solitario puede no sucumbir ante aquellas demostraciones de amor? Falsas o no, sin darme cuenta me terminé enamorando de García. Mi plan era todo lo contrario, engatusarlo para demostrarle a mi amigo que no se merecía su amor, pero fui yo la estúpida que cayó en el juego de cupido.

En aquella fiesta que planifiqué hasta el más mínimo detalle, durante aquella noche y al observar el pánico en sus oscuros ojos, recién allí supe lo que sentía por él, pero para mí desgracia ya era demasiado tarde. Destruí todo lo que con tanto ahínco había logrado construir Martín, derrumbé en un instante la confianza en Mateo, comunicándole a todos quienes lo conocían los horrores que vivió en su infancia, aquellos terribles actos que jamás imaginé habían ocurrido. Soy una tonta, una verdadera hija de puta, pueden odiarme y restregarme para siempre el gran error que cometí. Creo que luego de aquello nada volvió a ser lo mismo, yo no volví a ser como antes, hasta el día de hoy puedo ver las consecuencias de aquella noche, aun cuando ya han pasado cuatro largos años.

Cuando regresamos a clases luego de las vacaciones, todos estaban en mi contra, me apartaban, susurraban a mi espalda y me apuntaban con el dedo, me convertí en una paria. No hablaba con nadie y deambulaba por los pasillos con la cabeza gacha, pero la razón no era el rechazo de mis compañeros, no era eso, sino que la suciedad que sentía en mi interior, el peso de la conciencia por haberle destruido la vida a dos de las personas que más he querido en este mundo. Felipe vivió algo parecido, pero desde antes tenía amigos con quienes contar, en cambio yo... yo solo tenía a Martín, y era a él a quien había perdido. Es extraño recordar ello, porque viendo mi vida tal como es ahora, puedo darme cuenta que nuevamente dependo de Arístegui, es la única persona a quien puedo señalar como un amigo, ni siquiera en la universidad he podido fraternizar, y es que no suelo simpatizarle a la gente. ¿Qué sucedería si vuelvo a cometer los mismos errores del pasado? ¿Volvería a quedar sola? Estoy convencida de ello.

El Chico PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora