Siento el sonido de aquella bofetada y cada centímetro de piel en mi cuerpo se estremece. Jamás desde que llegué a esta familia había visto una discusión entre mis padres, siempre los he visto sonreír, besarse y ser felices juntos, compartiendo las cosas simples de la vida. Mi madre no pudo contener la ira y lo primero que hizo tras escuchar la revelación de mi padre, fue golpearle, desquitar todo aquello que la inundaba en la mejilla delicada de su esposo. -¿Quién crees que soy? Hemos sido esposos por tantos años y resulta ser que no me conoces bien, ¿Acaso pensaste que sería tan egoísta de no permitirte tener un hijo de tu propia sangre? ¿Creías que lo rechazaría? Lamentablemente yo no he podido engendrar vida, pero soy tan dichosa de tener un hijo como Martín que aquel hecho me es irrelevante. Sé que me amas y nada podría hacerme pensar lo contrario... Fuiste padre gracias a otra mujer ¿y me escondiste una noticia tan maravillosa?... Es eso lo que no te puedo perdonar... Me apartaste de tu dicha y lo peor de todo, es que intentando no dañarme terminaste escondiendo a Felipe, porque he de suponer que él no sabía que eras su padre ¿verdad? ¿Hace cuánto se lo contaste?- Esta mujer es impresionante, siempre he sabido que es un ángel caído del paraíso, pero a veces me sorprende con la grandeza de su alma. Alejandro ni siquiera puede responder a sus preguntas, porque ante la candidez en los ojos de mi madre no puede nada más que desmoronarse, sumergido en lo más hondo de la desdicha. Lo veo arrodillado ante Ignacia, llorando a mares y aferrándose a los pantalones de ella, como si de esta forma intentara mantenerla a su lado, creyendo que en cualquier momento lo abandonaría. Sé que aquel hombre no dirá ninguna palabra más durante esta noche, pero el estado en el cual se encuentra refleja mejor que cualquier palabra lo que quiere expresar.
-Entonces resulta que aun cuando lo intentes, jamás podrás separarte de Felipe, él siempre estará dentro de tu vida... más que mal ahora son como hermanastros...- Puedo ver un dejo de tristeza en los ojos de Rodrigo. Aun cuando lo intente, no puede olvidar el hecho que aquel chico está enamorado de mí y que eso significa que es su rival. No me lo ha dicho antes, pero el pensar que comparto pieza con el presidente del centro de alumnos le desgarra el corazón, cree que eso puede ser un factor para dejar de amarle y terminar arrepintiéndome de mi decisión. Debo besarle con todo el amor que llevo en mi interior para demostrarle que eso no es un problema para nuestro romance. –No pienses en eso, a quien amo es a ti y eso no cambiará por saber que él es hijo de mi padre, ni que aunque lo intente no podré alejarlo de mi vida... No pienses tonterías y solo concéntrate en nosotros, el resto no es nada en comparación.- Creo que mis palabras lograron su cometido, porque lo veo marcharse de mi hogar un poco más tranquilo. Me quedo parado en el dintel de mi puerta viendo cómo mi amado se marcha, cómo sus pasos lo alejan poco a poco de mí y es que no puedo dejar de pensarle, de verle y sentirle a cada momento, se ha introducido tan profundamente en mi interior que ahora me encuentro estúpido al estar aquí observándole a la distancia, deseando poder reencontrarnos pronto.
Cierro la puerta y me dirijo al comedor, donde ya todos se han marchado, a excepción de Ignacia y el presidente del centro de alumnos, a quienes los veo conversando como nunca antes, tan cercanos que parecieran conocerse una vida entera. De repente me percato que mi madre abraza fuertemente a Felipe, quien endurece todo su cuerpo ante tal aprecio repentino. –Siéntete bienvenido a esta familia... Jamás podría rechazarte, todo lo contrario... espero que me termines queriendo tanto como yo lo intentaré hacer contigo...- Es tan hermosa la expresión en el rostro de Ignacia que termino sintiéndome miserable al dar vida a un sentimiento tan vil en mi pecho. No puedo dejar de afligirme al percatarme que esta cercanía lo más probable crecerá incesantemente con el tiempo. No quiero que aquel chico me quite a mi madre, ni siquiera a mi padre, pero resulta ser que él es su hijo biológico, el que realmente se merece su cariño y me siento en desventaja ante él, no quiero que mi familia me olvide por su culpa. Siento mi corazón compungido y en ese momento los ojos azules de Felipe se percatan de mi presencia. Siendo descubierto con aquel desagradable brillo en mis ojos, debo huir de aquel lugar lo antes posible y me encamino a las escaleras para poder refugiarme en mi cuarto.
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El Chico Perfecto
RomanceMateo García es el chico perfecto, capitán del equipo de fútbol y de básquetbol, presidente del centro de alumnos, conocido por su popularidad con las chicas y por sus impresionantes calificaciones. Todo lo que uno posee es gracias a sus esfuerzos...