Capítulo 3.

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Esto no puede acabar bien.

En cuanto llegué a casa, limpié mi auto con un trapo lleno de agua.

Hice todo tipo de actividades para evitar sentir la necesidad de llamar a Mike, o a Evan.

Incluso retoqué el color de mi cabello. Coloqué un piercing en la parte superior de mi oreja. Avancé proyectos de la universidad y leí por milésima vez Maravilloso Desastre.

Revisé de nuevo la cajita que Evan me había entregado y noté que una hoja estaba pegada en la base. La retiré cuidadosamente.

Era una foto de Evan y sus hermanas.

Se habían vestido elegantemente para la foto.

La pegué en mi pared con el resto de fotografías que había estado tomando desde que tenía dieciséis.

Un fuerte ruido provino desde mi ventana, sacándome un gran susto.

Me acerqué a la ventana para ver qué había pasado.

Mi gran sorpresa fue encontrarme a Evan colgado en la ventana, a punto de caerse.

—¿Pero qué...? —espeté, pero una parte de mí, una muy pequeña, se alegraba de verlo.

Abrí la ventana y me quedé viéndolo por un rato.

—Emm Violet, no quiero molestarte pero... —dijo, tratando de sonar calmado— Estaría más que genial que me ayudaras a subir.

—¡Emma! —me quejé— dame la mano idiota.

Di un jalón al pesado cuerpo de Evan, y cuando este comenzó a entrar yo resbalé y el cayó sobre mí.

—¡Joder! ¡Quítate de encima! —espeté.

—De hecho, estoy muy bien aquí.

Usé toda mi fuerza para quitarlo de encima pero él se resistía. Así que lo mordí en el hombro.

—¡Auuuch! —rodó hasta colocarse cerca de la cama— ¿Estás loca? Eso va a dejar una marca.

Me puse de pie y acomodé mi camiseta.

—Eso y más mereces idiota. ¿Cómo demonios me encontraste? Y lo más importante ¿Cómo subiste?

—Te seguí y, había una escalera cerca así que la tomé.

Saqué mi cabeza por la ventana para corroborar lo que es estaba diciendo. En efecto, una escalera estaba ahí tirada.

—Yo estaba viéndote y....

—¿Tú estabas qué? —amplié los ojos— ¿Desde hace cuánto?

—Desde hace un buen rato.

Me acerque a él y golpeé su cabeza.

—¡¿Podrías dejar de golpearme?! —sobó su cabeza y seguidamente se incorporó de un salto—; la cuestión es que... di un mal movimiento y la escalera se cayó, dejándome colgado en tu ventana.

—¡¿Qué?! ¡Pudiste simplemente tocar como la gente normal desde la puerta de entrada! —escupí, literalmente— Eso no es normal.

—No quería ver a tu prima. La verdad.

—¡Ella ni siquiera está en casa! —yo no dejaba de gritar.

—Tranquila Violet...

—¡Deja de llamarme Violet! Soy Emma. ¡EMMA JOHANNE COLLIGAN!

Bonita Pesadilla.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora