Capítulo 6.

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Me llaman Evan, el idiota.

Mis manos se aferraron a la mochila de Emma con la esperanza de que ella cayera hacia atrás. Pero por alguna extraña razón su cuerpo se balanceó y cayó hacia delante. Dejándome únicamente con su mochila.

   Ella cayó sentada en el agua y se mojó completamente.

    —¡Lo lamento Ems! —fue lo único que pudo salir de mi boca.

   Pero nada de lo que dijera podría expresar lo terrible que me sentía por haberla lanzado al lago.

   Solía hacer cosas idiotas pero, después del golpe en su nariz, esto era lo segundo más estúpido que hice a lo largo de mi vida.

    —¡Pedazo de imbécil vas a matar a mi chica! —su jodido novio gritó desde lejos.

   Podía quedarme ahí y hacer toda una pelea o, huir como un cobarde.

   Increíblemente escogí la opción dos.

   Quería ayudar a Emma pero, su maldito novio no me dejaría ni siquiera estar un metro cerca de ella.

   Corrí lo más rápido que pude con la mochila de Emma colgada en mi espalda.

   Dejé de correr después de algunos kilómetros ya que empezaba a cansarme.

   Caminé hasta la casa de mi padre, que por suerte no quedaba muy lejos de donde me encontraba.

   Toqué el timbre de la puerta ya que no traía conmigo mis llaves.

   Lina, la ama de llaves me abrió.

    —Buenas tardes señor McColl —saludó ella. Tan amable como siempre.

    —Buenas tardes Lina —me acerqué a ella y la besé en su frente.

   La quería como si fuera mimadre.l

Me lancé al sofá de la sala de estar, mi padre estaba a un lado leyendo por décimo séptima vez Sorpréndeme de Megan Maxwell.

—Pareces cansado hijo. ¿Qué te ha pasado? —habló mi padre sin despegar la vista de su libro. Aun no sabía por que amaba tanto ese libro. Nuestros gustos literarios eran algo diferentes. Él es más Cincuenta Sombras de Grey y yo, no lo sé, era difícil decidir. Aunque, debo decir que no me molestaría ser el amo de Emma.

    —Lo arruiné papá —saqué la mochila de mis hombros y la deje en mi regazo.

    —No me digas ¿Violet? —no me sorprendía que él lo supiera. Desde que la conocí, no hago más que hablar de ella.

    —Me temo que si papá.

    —Eso, ¿Es suyo? —papá dio un vistazo a lo que había sobre mis piernas.

   Asentí con la cabeza.

    —Hijo —su mirada se enfocó en mí, dejando el libro en su regazo— tal vez lo tuyo con esa chica no sea algo tan importante pero, si lo es, no cometas el mismo error que tu torpe padre. Lucha por ella. Tú mejor que nadie sabes lo mucho que me arrepiento por no haber luchado por tu madre.

    —Esto es diferente papá —acaricié un par de veces la tela de la mochila, enfocándome en un interesante pin con la cara de Dylan O'Brien— ella no gusta de mí. Creo que ni siquiera me ve como un amigo.

   Una fuerte y ronca risa emergió de su boca. Por un momento creí que se ahogaría.

    —Todas gustan de los McColl hijo.

Bonita Pesadilla.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora