No importa dónde esté,
Ni adónde vaya,
Siempre me perseguirá,
Y arrancará las sonrisas,
Palabras y miradas,
Que alguna vez me hicieron feliz.-Él me hacía feliz -le dije a Light cuando salimos de la heladería y nos adentramos en el bosque, apartados de todo.
-Lo sé.
-Lo extraño, ¿sabes? Y duele saber que no ha cambiado.
-¿Lo has visto? -preguntó con el ceño fruncido mientras me miraba.
-Sí -afirmé con los ojos cerrados mientras secaba las lágrimas que empezaban a salir -. Aún bebe, y tiene otra esposa, creo que también le pega, y es horrible porque, la conocí y ella es muy buena persona.
-¿No te cae mal?
-¿Quién? -pregunté mirando hacia abajo.
-La esposa de tu padre.
-No. Ella no hizo nada.
-¿Y cómo es que la conoces?
-Voy a su casa por lo menos una vez al mes. No he ido ya desde hace como tres meses. Y no sé cómo esté.
-En tres meses puede pasar mucho, Dark.
-No lo sé. No creo que haya dejado la bebida.
-A lo mejor sí. Quién sabe y se aparece un día de estos a tu casa para pedirte perdón por lo que hizo, a ti y a tu mamá.
-Sigue soñando, Ligth -le dije sonriendo.
-Ten esperanzas, ¿sí? No siempre tienes que ser tan negativa y pensar que nada bueno pasará.
-Pero es que nada bueno pasará, nunca.
-Te prometo -dijo luego de un rato de silencio- , que cambiaré esa idea. Te prometo que no seguirás pensando así. Yo te haré cambiar.
-Ya no puedo cambiar -susurré- , ya no.
-Eso es lo que haré. Ya no pensarás así.
-Tú puedes hacer lo que quieras -le dije mirándolo.
-Tú también. Puedes ser y hacer lo que quieras, y lo sabes, sólo que no quieres aceptarlo.
Suspiré.
-¿Qué hora es? -pregunté.
Sacó su teléfono y miró.
-5:32.
-¿Quieres quedarte a ver cómo se mete el sol? -le pregunté sonriendo mientras miraba al horizonte.
-Se supone que yo debería decir eso -dijo sonriendo.
-Pues, ya lo dije yo.
Rió.
-Está bien.
-Está bien -repetí sonriendo.
-Me encanta esto -dijo luego de un rato.
-¿Qué?
-Me encanta estar en está pequeña montaña, sentado en esta pequeña roca, junto a esta pequeña pero gran chica, mirando al inmenso sol perderse entre los aún más pequeños árboles.
-A mí también me gusta estar aquí.
-Contigo. Tenías que decir contigo, o sea conmigo -dijo serio.
-¿Ah?
-Era una broma, Luz -dijo riendo-. Deberías divertirte más.
-No tengo con quien -dije mirando al frente.