Gota a gota,
Mi vida se agota.Al despertar, tengo la boca más que seca y la alarma me despierta de mala manera. Por levantarme tan bruscamente, me duele la cabeza. Voy directo al baño y cepillo mis dientes. Me veo al espejo y noto algo extraño: mis ojos están más hundidos, hay bolsas debajo de ellos. Se me nota cansada. Le resto importancia negando con la cabeza.
Cuando salgo de casa, Adam está esperándome al frente.
-Hola -dice mirándome, luego baja la vista, ocultando su sonrisa. Hago lo mismo y el estómago me da un vuelco.
Cuando llegamos a la escuela, sus hermanos, la mayoría de ellos, están reunidos cerca del comedor.
-Adam -dijo Tony-, hace unos momentos vinieron unos chicos y... te estaban buscando.
-¿Qué chicos? -preguntó él con el ceño fruncido.
-Am... -se rascó la cabeza y apartó la mirada, hacia abajo- este...
-¿Xavier? -preguntó Adam.
-Sí -dijo Jonh, de baja estatura para su edad.
-Ah -dijo Adam, medio desconcertado, medio preocupado.
-Nosotros queríamos saber si tú... -empezó Maelo.
-Ah, si quieren yo... -lo interrumpí, haciendo un ademán para irme.
-No, Luz, quédate, por favor -dijo Light, mirándome de una manera tan bonita que las alas de las mariposas aleteando bajo la lluvia se quedaron en nada.
Asentí con la cabeza y aparté la vista.
-Bueno, queríamos saber si tú estabas de nuevo con ellos -soltó Mario, si las miradas mataran...
-No, claro que no, no tengo idea de por qué estaban aquí, buscándome. ¿Dijeron algo más?
-Sólo que te habían visto hace poco y que querían hablar contigo. Ah, también que tu novia está linda, que les gustan las... gorditas -dijo John, desconcertado, confundido.
Light y yo contuvimos una carcajada, y él sólo asintió con la cabeza y agradeció a sus hermanos. Cuando estábamos subiendo a nuestro salón, pudimos reírnos con libertad.
Al salir de la escuela, Light y yo nos adentramos al bosque, a aquel lugar en el que vimos la puesta del sol. Eran las 3:47 p.m. y estaba haciendo un calor infernal; Adam se quitó su chaqueta y yo no dije nada mientras me asaba dentro de la mía.
-Dark, ¿no tienes calor? -preguntó mirándome.
-No mucho -respondí, quitándole importancia-. ¿Ves eso? -señalé detrás de él- Cuando era pequeña, ayudaba a mamá a recoger las bellotas y a hacerles casitas a las ardillas. Un día hasta les puse nombres a todas -miré hacia abajo, perdida en el recuerdo-. Luego todas murieron -dije mirándolo. Él me miraba con los ojos abiertos. Reí.
-Qué manera que tienes de contarlo -dijo casi riendo.
Miré hacia abajo de la colina: pocas casas, muchos árboles. Se componían y complementaban entre ambos. Hermoso.
-Luz -me llamó Adam. Lo miré-. Quiero verlas -susurró.
Inhalé. Sabía a lo qué se refería, y él sabía que yo lo sabía. Un mar de emociones llegaron a mí. Quise soltar un bufido, una queja, una excusa, quise echarme a llorar. Exhalé. ¿Qué sentido tiene? Algún día iba a pasar. Aunque menos de una semana lleve conociendo a este chico, no puedo evitar sentir esta confianza tan grande hacia él, tampoco esta sensación de que guardará cualquier secreto que le cuente. De que llorará conmigo y de que matará conmigo los malos recuerdos, de que me ayudará. Así que, sin más nada que hacer, me quito la chaqueta del uniforme.