Es imposible.
No es creíble.
Este corazón vacío y sin vida,
No puede gritar rebosante de alegría
Que necesita de esa mirada
Que al final de todo
No le dice nada.
Negro. Sus ojos eran negros. Lo peor de todo no fue el escalofrío que sentí cuando sus ojos avellana me recorrieron a cuerpo entero, lo peor no fue cuando el de ojos negros me apresó entre sus brazos y tapó mi boca con sus manos, lo peor de todo fue perder la consciencia y con ella, el brillo de aquellos ojos hermosos.
¿Qué pasa cuando necesitas que alguien te mire para poder, al menos, mover un dedo? ¿Dependencia, se llama? No es posible. ¿Es su mirada la que necesito? Espera, ¿dónde estoy? ¿Qué es lo que está pasando? ¿Cómo fue que todo, tan de repente, se tornó oscuro y confuso? Necesito... ¿Qué necesito? Aire. Escapar. No escuchar a quién sea que esté en mi cabeza.
Voy a explotar. Todo lo que hay dentro de mi pecho en algún momento saldrá.
Sus brazos me toman con fuerza pero, su tacto es suave, como indeleble, fantasmal. Todo él es de negro, como la noche, con esa claridad que le da la luna.
Me arrastra. Mis ojos están cerrados, pero puedo sentir el asfalto caliente raspar mis zapatos. Se supone que estoy inconsciente, ¿no? Pero siento. Mis párpados pesan como las palabras que quedan atrapadas, mi boca está sellada, mi cuerpo es más frágil y liviano que una pluma, pero, me siento bien, unos cuantos segundos más, y siento que vuelo.
Pero, sus palabras fueron más rápidas que mis pensamientos. Me decía algo sobre una sombra, sobre el miedo, me decía algo sobre unas voces, algo que no terminé de comprender. Lo que más me dolió, fue que dijera que tenía que despertar. No quiero despertar ahora. He vivido demasiado tiempo en la realidad. Insultos, miradas, maltrato físico y mental... no creo poder más con eso. Aquí todo está bien. Aquí puedo hacer que la música termine de llenarme, que me transporte por siempre, que se mude a mi alma y no se salga nunca. Aquí puedo escribir millones y millones de poemas, aquí me puedo perder en billones de letras, aquí no hay nadie más que yo.
No sé adónde me lleva, ni siquiera sé si me está llevando a algún lugar. No puedo abrir los ojos, lo único que sé con certeza es que me tiene entre sus brazos (que, en mi mente, se llenan con infinitas estrellas), y que, hasta hace unos minutos, me estaba hablando.
Es una bella imagen, la que se crea en mi mente; es como si él fuera la noche, el cielo, con ese color morado que se le ve cuando es de madrugada, y estuviera iluminado por la luz de la luna, que se asoma por su hombro izquierdo, y el resto de su cuerpo estuviera cubierto con estrellas, brillantes y rebosantes estrellas.
Universo
¿Universo?
En tu alma, un universo
Que se llena de conocimiento,
Experiencias y palabras
Que se lleva tu corazón
(Frío, oscuro)
Con cada latido sordo
Con cada suspiro al aire
Que dejan tus labios anormales
Que sólo tienen ganas de gritar
El millón de letras