El viaje a través del universo había sido relativamente corto debido a la capacidad de la nave de abrir portales. Pero aún así Lora se durmió mientras veía como una multitud de estrellas y planetas pasaba delante de ella.
- Ya hemos llegado a la colonia de Xitar, del sistema 242, perteneciente a Luz – dijo la voz de Star.
- Eh, ¿Qué pasa? - preguntó Lora medio adormilada. Entonces se dió cuenta de donde estaba y eso la despertó inmediatamente. Pero no estaba preparada para lo que vió.
El lugar en el que se suponía que tendría que haber un entero sistema de planetas orbitando a dos estrellas estaba completamente vacío, no había nada, ni planetas, ni satelites, ni siquiera había restos que delatasen la anterior presencia de estos. Pero después de un rato la vió. Flotando en medio de este vació había un cuerpo celeste de tamaño pequeño, así que supuso que debió ser la luna de Xitar, que emitía una luz propia que le daba a la luna un color anaranjado.
- Star, acercate a esa luna – ordenó Lora.
- Ahora mismo – respondió Star, mientras la nave aceleraba y cambiaba de rumbo, directa a la luna.
Cuando estaban ya cerca Lora pudo observar un cumulo de puntos que parecía una ciudad.
- Star, aterriza allí – dijo Lora.
Atravesaron la atmosfera de la luna y se acercaron al grupo de edificios derruidos que antes fueron una ciudad, estos edificios eran altos y estaban construidos por un material negro que los resaltaba al color anaranjado de la arena que cubría la luna.
Cuando Lora bajó de la nave pudo ver como esta arena brillaba con una luz propia que sería la que hacía que el planeta brillase, pero lo que más la extrañó fue que podía respirar perfectamente a pesar de estar en un lugar tan desconocido.
Sin pensarselo dos veces Lora se acercó a la ciudad, buscando signos de vida por sus calles inhóspitas.
No encontró nada y su ánimo ya empezaba a decaer cuando llegó a una plaza que se encontraba en el centro de la pequeña ciudad, y, para su sorpresa, vió que en medio de esta se encontraba un cuerpo tendido en el suelo.
Lora corrió para comprobar si la persona necesitaba ayuda o por lo menos si estaba vivo
El cuerpo estaba cuvierto por una capa de color marrón que lo cubría como una manta y de esta salía una capucha que le ocultaba el rostro. Al acercarse, Lora, intento agitarlo ligeramente y el sujeto se movió ligeramente.
- cinco minutos más – dijo el extraño con voz adormilada.
- Necesitas despertar, dime, ¿Qué ha pasado aquí? - preguntó Lora.
- Eh, ¿Quién eres tú? - dijo el extraño mientras se levantaba y la oservaba con aparente curiosidad, aunque Lora no podía adivinarlo pues ni veía su rostro, oculto por la capucha.
- Mi nombre es Lora, ¿Qué ha pasado aquí?, ¿Porqué esta luna ha sobrevivido?, ¿Quién eres?
- L- Lora, ¿De verdad eres tú? - dijo el extraño mientras se quitaba la capucha dejando que Lora pudiese ver el rostro del hermano al que creía muerto.
- Loridas, ¡Estás vivo! - y corrió a abrazarle – creía que nunca te volvería a ver.
- Y tendrías que haberlo hecho.
- ¿Cómo dices?
Y entonces Loridas la agarró del brazo girandola hasta que pudo sujetarla evitando que se moviera y le apoyaba un cuchillo en la garganta.
- Ahora tú morirás y entonces Él habrá triunfado y el multiverso será mío – dijo su hermano, con una voz que hizo que a Lora se le helaran los huesos.
- ¿De que estás hablando? - preguntó Lora, temblando.
- ¿En serio no lo has adivinado ya?, bien, tendré que explicartelo. Como supongo que ya sabrás, Él es, por decirlo de alguna manera, el "enemigo" del Consejo y él me ha elegido a mí para que os destruya a vosotros en la guerra que está por llegar. Por eso, como sabía que vendrías a buscar a tu hermanito, te he tendido esta trampa que, gracias que a que Él reconstruyó esta luna, ha salido a la perfección. Y ahora te mataré para que la profecía no pueda cumplirse.
- N- no, no lo hagas, por favor Loridas – gritó Lora mientras el cuchillo se separaba de su cuello y describía una arco que sucesivamente se repetiría para matarla.
- Adiós, Lora – dijo Loridas con una voz cargada de despreció. Pero justo en el momento en el que el cuchillo comenzaba a bajar y Lora cerró los ojos, esperando la muerte. Lora sintió como si cada minima parte de su cuerpo se separase para, despúes de una milesima de segundo, recomponerse.
Cuando Lora abrió los ojos se encontraba tumbada en la extraña arena de la luna, a pocos metros pudo ver a su hermano, que parecía tremendamente frustrado, y entre ella y él se encontraba otra figura que ella no había visto nunca.
Se encontraba de espaldas a ella, lora no podía verle el rostro pero vió que llevaba una capa dorada y una armadura de un extraño metal debajo de esta, también dorada. No llevaba casco y tenía el pelo largo y rubío. A su lado izquierdo llevaca una espada al cinto y, en su mano derecha, una lanza dorada del mismo metal que la armadura en la que se apoyaba.
- ¿Quién demonios eres tú? - prguntó, furioso, Loridas.
- Un simple siervo del Consejo – respondió el otro.
- ¿Qué haces a – pero a Loridas no le dió tiempo a acabar la frase pues de la mano izquierda de su salvador habían salido una especie de cuerdas que lo cogierno de la cintura. Entonces el desconocido tiró de Loridas hasta tenerlo lo suficientemente cerca, y lo atravesó con su lanza. Su hermano se quedó allí, sorprendido, durante unos segundos y luego se desvaneció, como si nunca hubiese estado allí. No hubo sangre.
- ¡No!, ¡¿Qué has hecho?! - gritó Lora, al borde de las lagrimas.
- Obviamente, salvarte la vida – respondió el otro, sin darse la vuelta - Tranquila, solo era una proyección, por cierto soy Ele, pero ahora me estás molestando, así que duermete – y levantando su mano izquierda chasqueó los dedos.
- ¿Pero que – y Lora se undió en una tranquilizadora oscuridad.