- Señor, ya es hora de despertarse – dijo una voz que no logró identificar.
- mmmmmm – respondió
- Vamos, no querrá quedarse dormido en su gran día – contestó la voz
Entonces Alec notó que alguien le sacudía ligeramente, cuando por fin se despertó se encontró en su habitación tumbado en su cama (demasiado grande) y a su lado estaba Flora que se encargaba de cuidar de él.
- ¿A que te refieres con mi gran día? - preguntó
- Hoy cumplís dieciséis años señor – respondió Flora.
Entonces lo recordó todo, hoy era su decimosexto cumpleaños lo que indicaba que, como todos los de su edad, tenía que pasar la prueba. La prueba consistía en que Alec tendría que saltar desde un obelisco situado delante del palacio y caer en una colchoneta. Era muy sencilla, su significado era puramente simbólico pero aún así han habido casos donde los participantes han muerto por un fallo en su trayectoria.
- Le he dejado la ropa lista señor – le dijo Flora.
- Muchas gracias Flora.
Después de asearse y vestirse salió corriendo hacia la entrada del palacio donde se encontró a su padre que, como no, estaba muy nervioso.
- ¿Preparado Alec? - le dijo su padre sin parar de frotarse las manos. Su padre se había puesto sus mejores galas para la ocasión que consistían en una chaqueta muy elegante de color azul oscuro con las mangas decoradas con hilo de oro, unos pantalones del mismo color y unos zapatos negros. De sus hombros colgaba la larga capa morada con el escudo real en ella y sobre su cabeza la corona de oro que algún día sería de Alec.
- Todo lo que podría estar padre – respondió. La ropa de Alec en cambio consistía solamente de una camiseta de manga larga gris, unos pantalones de chándal del mismo color y unas sandalias grises que se tendría que quitar antes de saltar.
- Buena suerte hijo, y ten cuidado – dijo su padre antes de salir por las puertas y dirigirse al estrada donde lo esperaba la única persona que Alec no se habría esperado. El Bien y el Mal, el creador de su planeta que los ha ayudado desde sus orígenes estaba allí. Llevaba una larga túnica blanca y negra con una capucha que le cubría el rostro, pero aún así Alec sintió su mirada.
Entonces Alec salió del palacio por las mismas puertas que su padre, solo que en vez de dirigirse al estrado se dirigió al enorme obelisco que decidiría su futuro.
Cuando llegó, subió por la escalera que estaba tallada en la roca del obelisco que, a pesar de las miles de personas que habían pasado por allí antes que él, estaban como nuevos.
Una vez en la cima del obelisco no pudo no mirar abajo donde toda la ciudad le miraba ansiosa. Pero Alec decidió ignorarlo todo y se preparó para saltar.
En el momento en el que oyó el disparo del cañón sabía que había llegado el momento y saltó.
Pero, en medio de la caída, se dio cuenta de que se había equivocado de trayectoria y en vez de dirigirse a la colchoneta se dirigía hacía el duro suelo, empezó a gritar.
A pocos segundos de estrellarse contra el suelo, cuando ya lo daba todo por perdido, notó que alguien lo agarraba. Abrió los ojos y vio que suspendido en el aire por unas grandes alas Bien y Mal lo agarraba, la capucha se le había caído y Alec pudo ver su rostro, su piel era blanca como la nieve y su pelo era bicolor, blanco y negro, al igual que sus ojos uno blanco y uno negro.
- ¿Qué ha pasado? - le preguntó Alec.
Pero no recibió ninguna respuesta solo notó que estaba muy cansado y de repente todo desapareció.