cap 5 La regañada de papa

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Mi corazón -metafóricamente- se había detenido. ¿Por qué? ¿por qué tenía que venir? ¿por qué no se había quedado en su casa y ya? ¿ah?

No puede ser, más humillación todavía. Paso unas vergüenzas y resulta que ahora llega aquí, a mi casa, para hacerme pasar mucha más todavía. Desconozco el momento en que mis mejillas se pusieron como 2 tomates . No podía evitar estar como estaba. Lo único que pude hacer, fue, asentir.

Él solo caminó despacio hacia la sala. Sus ojos comenzaron a recorrer las paredes... cada centímetro que era visible en mi casa. La recorría con la mirada con un gesto de satisfacción. Bueno, todos los que llegan a una casa por primera vez lo hacen... tratan de conocer el lugar en el que se encuentran, es normal. Pero lo que no es normal es tener a un completo extraño al que le ocupé el baño, en mi casa.

- Linda casa... -halagó de repente. Eso hizo que yo dejara de lado mis pensamientos.

- Gracias -dije casi en un susurro. Lo siento, pero no soy buena hablando con las personas con las que apenas he cruzado... ¿la primera palabra?

En un momento, llegó al sofá y me paró frente a el . el Se volteó para mirarme una vez en cuando bajaba la mirada. Me sentía tan tímida... como que de alguna manera me sentía intimidada por su mirada tan seria, firme... Tan masculina...

- Siéntate, si gustas -recordé los modales que mi padre me había enseñado, ups.

- No, estoy bien -respondió tranquilamente- Pero bueno, he venido a... preguntarte algunas cosas -joder.

- Oh -estaba muy nerviosa- ¿qué cosas?

- Sobre... de por qué entraste a mi casa, a mi baño... sin conocerme.

Ay, ¡no! ¡esto es absolutamente incómodo! Agh, y encima no la da ni la mínima vergüenza preguntarme, ¡o el mínimo respeto! Que fastidio, es mejor que lo eche de aquí. Tendré que sacar fuerzas de donde pueda para hacerlo.

- Bueno, no lo sé -respondí apenas- ¿ahora te puedes ir? -rogaba al cielo que sin decir nada saliera por donde vino.

- No, quiero saberlo -insistió sin sacar su actitud seria- No todos los días una extraña entra a una casa sin previo aviso, ¿o sí?

- Porque quería conocer el baño de alguien -me apresuré a decir sin mirarle a la cara- ¿te vas, ahora?

- No estoy satisfecho con esa pregunta -confesó.

- Respuesta -le corregí de inmediato. Él me miró extrañado.

- Eso dije -mintió.

- No lo hiciste.

- ¿Y cómo era?

- Respuesta.

- ¿Y qué dije yo?

- Dijiste pregunta.

- ¿Y cómo era? -dios.

- Era respuesta.

- ¿Y qué dije yo?

- Te he dicho que dijiste pregunta, joder.

- ¿Y cómo era?

- ¡Era respuesta! -chillé, subiendo la voz- ¡Dijiste pregunta y era respuesta! ¿ahora sí?

- ¡Bien! -puso las manos al aire- Ahora me voy.

Comenzó a caminar hacia la entrada de la casa, para salir. Yo me quedé extrañada, creí que me entregaría lo que se me quedó en casa o que venía para algo más. Acaba de llegar y ya se va. No es que yo quiera que se quede, nada de eso. Pero no sé. Y entonces decidí armarme de valor, y hablarle otra vez.

- Oye -le llamé en algo de voz baja, pero él paró en seco y se giró.

- ¿Qué pasa? -me preguntó seriamente. Cuando se ponía así, me daba algo, nerviosismo quizá.

- Se me quedaron unas cosas cuando fui a tu casa... y... bueno...

- ¿Las quieres? -interrumpió lo que yo, con mucho esfuerzo, estaba tratando de decir.

- Sí... Mi padre me llamará y él no sabe que lo he perdido, entonces...

Esta vez lo que me interrumpió no fue la voz de este chico extraño, si no del teléfono de casa. Me estaba llamando papá. Pero no quise contestar, estaba lo suficientemente nerviosa y si notaba mi voz me haría preguntas y cosas molestas. ¡No me gustaba que hiciera eso!

- Ve a buscarlas a mi casa -dijo sin más y se giró otra vez, saliendo por la puerta.

Corrí hacia la entrada, porque él ya iba por la calle, y decidí gritar.

- ¿Por qué tengo que ir a tu casa? -pregunté algo molesta- ¿no pudiste traerlos tú?

- ¡No, no pude! -exclamó- Usted fue la niñita que irrumpió en mi casa como si nada, ¡ahora tú regresas por ellos!

Dicho eso, se subió a la vereda, abrió la puerta del que creo que era su coche y entró. Me dio una última mirada a través del vidrio... y ahí, arrancó.

Estaba muy molesta, ¡yo no quería ir a ese lugar! ¡ni siquiera quería volver a verlo! Es tan serio y tan porfiado, tan llevado a sus ideas... me jode, enserio. ¡No quiero ir! Como sea, si eso es lo que él quiere, yo no pienso ir. Hablaré con mi papá solo por el teléfono de casa y daré mi celular por perdido.

5 DÍAS DESPUÉS...

Sonaba el teléfono. Apenas eran las 9 de la mañana y ya me estaba llamando. Deben de saber quién era: mi padre. No he hablado con él desde que se fue... Y ahora recién me llama. Oh, recordó que existo.

Me salí de la cama, salí de la habitación y bajé las escaleras. Me fui trotando hasta el mueble en donde se encontraba el aparato, así que lo tomé y me lo llevé al oído. ¡Estaba algo perezosa hasta para tomarlo!

- ¿Hola? -respondí sin ánimos.
- ______, ¡estoy muy enojado! -me gritó por el teléfono, fue tanto que tuve que alejarlo un poco de mí.
- ¿Por qué? -le pregunté preocupada- ¿qué hice? -¡no tenía idea!
- Te he llamado cientos de veces todos estos días a tu móvil, y no me has contestado. ¿Crees que por haberme ido de casa por unas cuantas semanas puedes apagarlo y hacer lo que se te de la gana? ¡estoy muy enojado contigo!

Oh, no. Debí imaginar que pasaría esto. ¡Había olvidado esto por completo! No sé cómo puedo ser tan cabeza hueca a veces, me llega a dar rabia conmigo misma. ¿Y ahora qué hago?

- ¿Y? -habló de nuevo- ¿me vas a responder o no?
- Sí... es que... lo siento... -dejé salir en voz baja- no había podido contestar...
- ¿Y por qué no? -preguntó aún sin poner toda su molestia de lado- No me vayas a decir que lo perdiste, ¡porque si es así no te volveré a comprar otro celular! ¡ya no es la primera vez que los pierdes!
- ¡No lo he perdido! -bueno, estaba mintiendo, pero en parte era la verdad porque sabía quién lo tenía- Es que... mm... se malogró la batería y hoy tengo que ir a comprar otra...
- ¿La batería? ¿Estás segura?
- Sí, segurísima. Por eso no he podido contestarte.

_____(tu nombre), eres de lo peor.

- Bueno, eso cambia las cosas. ¡Pero aún así estoy muy enojado! ¡estás castigada!

- ¡No, papá! -chille- ¡no es justo que me castigues, no ha sido mi culpa!
- ¡Pues lástima porque lo estás! Mañana por la mañana te voy a llamar y si no me contestas estarás en graves problemas y no te gustará saber cuál será el castigo si eso sucede -colgó.

Sí, colgó. No pude responder nada y creo que igual no lo iba a hacer. Ahora no me quedaba nada más, ninguna opción... más que ir a la casa de Oliver por mi celular, maldición no quería verlo joder..

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En medio de mi soledad (oliver sykes y tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora