O c t u b r e 1.3

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River- Bishop Briggs

(Cadillac-Michigan, 5:30 p.m., Miércoles)

Había un chico, siempre había un chico. De unos catorce años, mirada verde, piel canela, cabello negro, chino y alborotado esperando fuera de su secundaria. Algo muy normal respecto a la hora, pero no había ningún camión a la vista y su única opción era caminar, algo muy tonto respecto al clima, que conforme la tarde avanzaba el frío se hospedaba dentro de su nariz.

El timbre sonó a sus espaldas y por instinto miro el edificio detrás suyo sobre su hombro y espero.

Unos diez chicos salieron y se dispersaron en diferentes direcciones, algunos acompañados, algunos poniéndose los audífonos para desaparecer completamente solos, y en este caso, un chico rubio que se acercaba a él con una sonrisa encantadora y mirada café tintineante.

-Lo siento...- murmuro el rubio al acercarse, dejando un corto beso en la los labios del pelinegro que solo lo veía con neutralidad, dejando que el viento moviera su pesada cabellera- la maestra nos dio un sermón de media hora y nadie podía salir aunque el puto salón se estuviera incendiando.- el rubio soltó una carcajada y empezó a remover algo en su mochila que se encontraba agarrada en uno de sus hombros viendo hacia enfrente. El moreno solo lo miro, no dijo nada en lo que el otro chico buscaba su gorro y unos guantes dentro de su mochila.

No sabía muy bien que era lo que el rubio gustaba de el, tal vez estaba aburrido y quería salir con el maricón raro que se sienta hasta atrás del salón. No confiaba en él al cien por ciento, pero era el único que lo escuchaba y que siempre estaba allí para el, ya sea fingiendo o de verdad, pero la verdad es que lo devastaría si en verdad solo estuviera allí por compromiso.

-No importa- murmuro cuando el otro lo miro, cuestionándolo- ven-tomo su mano y empezó a caminar- vamos a mi casa-

-¿Y tú hermana?- preguntó el rubio, arreglando un mechón que tenía en los ojos agitando su cabeza con una rápido y seco movimiento.

El moreno sonrío y mufo dejando un suspiro de humo suspendido en el aire. Hacía mucho frío, pero por toda la ropa que llevaba casi no se sentía, solo en su cara.

-Trabajando... O con su novio, ¡yo que se!,pero por eso no te preocupes- y lo tomo del brazo y caminaron una media cuadra, hasta que encontraron un camión que lo llevaría a casa.

Los chicos, al llegar y acomodarse un poco, hablaron sobre la escuela, sobre trabajos y cosas comunes entre adolescentes mientras veían una película. Hasta que el rubio hablo de nuevo.

-Mi padre quiere conocerte. Dice que estaría encantado de poder hablar contigo- el moreno desinfló su sonrisa cuadro por cuadro.

Era fantástico que los padres de su novio fueran tan abiertos de mente y estuvieran bien respecto al hecho de que su hijo saliera con otro hombre, pero el problema no era el rubio, si no la inseguridad que sentía el moreno al pensar a su familia enterándose de su verdadero el.

Su abuelo explotaría y seguramente le cortaría el pene para evitar la vergüenza, su hermana se sentiría traicionada, porque aunque ella era bisexual, pensaba que todo en su vida giraba cuando ella lo decía y una noticia como esa la desestabilizarla casi por completo... Y su padre... Su padre sin duda lo mataría con sus propias manos.

Le dedico una tierna sonrisa, y antes de que el rubio dijera algo, el moreno lo beso quitándole la oportunidad de poder continuar con el tema.

𝐀𝐃𝐈𝐂𝐂𝐈Ó𝐍 𝐀 𝐓𝐔 𝐍𝐎𝐌𝐁𝐑𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora