N o v i e m b r e 1.4

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one night - Christina Perri

(Cadillac-Michigan, 5:45 p.m., Martes)

Víctor y Jennyfer comían sin decir mucho.

Su madre, como pocas veces en la vida, estaba en casa. Había salido una hora antes del laboratorio por un accidente en el piso cuatro. Nada grave, pero el gobierno tenia que tomar las medidas estándar de protección, así que mandaron a todos a casa mientras limpiaban el edificio.

Su madre se encontraba caminando por todo el departamento. Tenia el celular en la mano mientras trataba de susurrar y la cosa causante de su estado histérico en la otra.

Un mes después de que su padre los abandonara, todos los días uno y veinte llegaba a su casa un sobre con dinero. Al principio pensaron que era un error, pero resulta que su padre no los había olvidado del todo, y cada vez que ese sobre llegaba, Mariam; la madre de Jennyfer, tomaba el teléfono y le informaba a la policía la dirección del remitente. Pero, durante cuatro años, nunca han logrado dar con el.

La mujer, nunca agarraba nada de aquel sobre. La policía, después de revisar si había huellas digitales, le dejaba conservar el dinero. Mariam no perdía el tiempo y lo dividía en partes iguales y con ellas pagaba los impuestos, la luz, el gas y todo lo que un adulto responsable y con dos hijos tenia que pagar. Jamas lo usaba para comprar algún capricho, para eso estaba SU dinero.

Jennyfer, al saber la verdad detrás de todo ese dinero, no le molestaba del todo, porque no podía enfadarse con una mentira, pero a veces no entendía porque se madre se disgustaba tanto.

-Gracias...- murmuro la mujer antes de colgar el teléfono, y después de casi dos horas, pudo respirar.

Se sentó en su silla y miro a sus dos hijos comer, pero ambos se le quedaron viendo hasta que se dignara a contarles un poco de la historia que ocurrió del otro lado del teléfono. La mujer pareció darse cuenta y aclaro su voz antes de hablar.

-Al parecer...- la mujer soltó un largo suspiro- la dirección es falsa- sonó sin una gota de preocupación, pero con los ojos inundados de melancolía. Una parte de ella en verdad quería que lo encontraran.-pero piensan que se esconde en algún lugar por el norte de Pensilvana.- Jennyfer alzo la vista de la boca de su madre a sus ojos, interesada en que estuviera diciendo la verdad-Pero... ya saben, su padre es muy escurridizo- Mariam soltó una carcajada que casi sonó como un gemido, pero sus dos hijos no tenían ningún indicio de estar divirtiéndose, más bien parecía que la juzgaban detrás de la mata de pelo chino que tenia cada uno, aunque no era la única molesta herencia de... él. Uno la miraba con el mismo tono de verde que el poseía, y la otra con la misma intensidad. Al menos Jennyfer heredo el resto de ella, pero Víctor la torturaba con todos y cada uno de sus rasgos, recordándole todo y más.

La mujer se paro de golpe, aliso las arrugas de su traje y regreso a la cocina con una rapidez que casi parecía huir del pasado.

-Parece como si le fuera a dar un paro cardíaco- declaro Víctor con fastidio, volviendo a meter la cuchara llena de sopa a su boca- no le gusta cuando llegan las cartas... no le gusta recordar.-

Su madre era tan abierta como las piernas de una monja. Nada podía hacerla caer... excepto se padre. Casi parecía como si nunca hubiera un error, una emergencia, una verdadera razón de pánico. Nada la rompía... y eso era molesto.

𝐀𝐃𝐈𝐂𝐂𝐈Ó𝐍 𝐀 𝐓𝐔 𝐍𝐎𝐌𝐁𝐑𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora