Sus ojos grises le miraban con un brillo especial, la sonrisa boba en su rostro no desaparecía.
—Lilith, tú... ¿Querrías salir conmigo?
Sus mejillas se colorearon aún más, se cruzó de brazos y mordió su labio inferior, miró un segundo al suelo y nuevamente a él.
Dylan era un buen chico, le gustaba desde que le ayudó a levantarse luego de haber caído en medio del pasillo del colegio al que apenas llegaba.
—Sí, claro —murmuró intentando que su voz no suene tan emocionada como estaba.
Dylan pasó una mano por su cabello y sonrió mostrando los dientes- Genial.
Por un segundo, se sintió enormemente feliz, pero de repente, el lugar se oscureció. Lilith miró a su alrededor alterada, y al voltear, Dylan ya no tenía una sonrisa, sus labios estaban morados y rotos, sangre manchaba su cabello y la mitad de su rostro.
—Fue tu culpa —le dice en un susurro y da un paso hacia ella, tomando sus hombros con fuerza, Lilith comienza a respirar más rápido—. ¡Fue tu culpa!
— ¡Lo siento! ¡Lo siento! —grito despertando y sujetando su cabeza con ambas manos—. Fui una cobarde, lo siento.
Comenzó a llorar en su cama. Sus hermanas, alteradas por los gritos, se le quedaron mirando. Una de ellas se le acercó, la que le había dado ropa aquel primer día.
Puso una mano en la espalda de la pelirroja que se lamentaba con la cabeza gacha.
—Shh, Lilith, fue un sueño. Calma —le consoló y la rodeó con un brazo—. Tranquila.
—No —negó sacudiendo la cabeza—. Fue real, es verdad. Fue mi culpa.
—Calma, ¿sí? —rogó sintiendo los escalofríos de la pelirroja que no dejaba de llorar—. Lilith, ya en serio, no llores, no va a remediarlo.
Gimió al escuchar lo último, le dio un empujón a la chica y se tapó los oídos. No quería escuchar eso, sabía que era así, y por ello no quería escucharlo.
Porque ahora sólo podía llorar, ya que en el momento no hizo algo al respecto.
— Elena, ten algo de consideración —se quejó otra de sus hermanas, ¿Su nombre era Jane? Apenas prestó atención cuando se presentaron, eran tantas—. Hay que ayudarla, no hacer que se ponga peor.
Se sentó tras Lilith y comenzó a desenredarle el cabello mientras tatareaba una canción.
Las mejillas de Elena se colorearon—Yo sólo le decía la verdad.
Se volteó, su cabello azul saltaba a la par de sus zancadas hacia el baño. La cabaña quedó en silencio apenas unos segundos, luego todas estaban cuchicheando otra vez.
Lilith miró apenada la puerta del baño, era cierto, lo que dijo Elena era la pura realidad... Además esa chica de pelo azul le había agradado desde el primer momento, dudaba que ahora quiera charlar con ella.
—No te angusties —Jane pasó nuevamente sus dedos por el espeso cabello rojo de Lilith—. Elena es así, es cruda y se ofende fácil... Pero también perdona fácil.
—No quería empujarla así —murmura—. Sólo no entiendo cómo afrontar esto.
—Nadie sabe cómo afrontar una muerte de un ser querido, rojita —resopla y se levanta para ponerse junto a Lilith, le da una blanca y brillante sonrisa—. Eso se aprende después.
—Quisiera saberlo ahora.
— ¡No llores por favor! —alza las manos cuando los labios de la "rojita" tiemblan y sus ojos se humedecen—. Voy a serte sincera, no eres muy bonita llorando.
Nota la broma cuando le guiña un ojo, Lilith sonríe.
—Exacto, hermosa. Vamos a arreglarte esta carita hinchada —le toca las mejillas, titubea y vuelve a alejarse un poco—. Perdona, ¿puedo?
Miró el rostro moreno de Jane, se veía bonito sin maquillaje y recién levantada. Supuso que ella podría ayudarle a ocultar que Lilith era terriblemente débil.
Aceptó la ayuda y se dejó guiar por su hermana... Una de sus hermanas.
Cuando fue a desayunar, no parecía llevar mucho maquillaje encima. Jane era hábil con eso, además de que tenía razón, Elena aceptó sus disculpas con una sonrisa. Pero se negó a disculparse por lo que dijo.
—Fui sincera, no cambia nada —le dijo cuando se sentaban en su mesa, las chicas a cada lado de Lilith—. No vas a odiarme por eso, ¿Verdad?
—No, no —le roza la mano por un segundo mientras le miraba a los ojos—. Tienes razón, es estúpido ir llorando... No puedo evitarlo.
Una sonrisa apenada llega a los labios rosados de Elena— Vas a superarlo, tranquila. No te avergüences.
Luego, en una de sus horas libres, Lilith estaba sola en una parte algo vacía del campamento. Y eso era malo, porque cuando estaba sola, comenzaba a pensar y pensar.
Respiró hondo varias veces, cerrando los ojos.
¡Tú culpa!
No, otra vez no.
¡Fuiste cobarde, Lilith! ¡Una completa inútil!
—Ya lo se, shh —susurró abrazándose—. Por favor deja de decírmelo.
Pero la voz de Dylan seguía gritándoselo, furioso, le recordaba que él lo había dado todo por ella. Y ella simplemente huyó asustada.
—Lilith —le tocaron el brazo con timidez.
Abrió los ojos de golpe, una lágrima cayó, y las demás simplemente salieron sin más.
Nico entró en pánico al verla llorar así. Sabía que Lilith lloraba con frecuencia, pero verla tan cerca llorando, era demasiado.
—Yo... ¿Estás herida? ¿Te asusté? Sólo quería saludar.
Habló rápido, estando tieso en su sitio, ella seguía con su mirada azul fija en él, y la cara empapada.
—Estoy bien —le dijo, pero era obvio que no era así. Sonrió con dificultad—. Y si no, voy a estar bien.
Él asintió lentamente. Esperaba que le dijera una forma de ayudarla. Porque en tan poco tiempo, Lilith era casi una amiga, y le importaba.
— ¿Puedes abrazarme?
— ¿Qué? —su corazón latió con fuerza y sus mejillas se pusieron rojas—. ¿Abrazar yo a ti?
—O yo a ti. Tú a mi, como te sientas más cómodo.
Rió un poco, con cierta histeria nerviosa. Lilith le miró con ternura al notarlo.
— ¿Tampoco das muchos abrazos?
—Seguro se nota.
Le rodeó la cintura con sus flacuchos brazos y puso su mentón en el hombro de él. Nico hizo lo mismo, rogando no temblar o algo estúpido.
—No eres de ser amable con todos, mucho menos de dar abrazos, Nico Di Angelo. Pero ahora vas bien conmigo.
Tragó saliva y se dejó llevar, poniendo más fuerza en el abrazo. Quería que ella se sintiese bien luego.
—Wuju —festejó en un susurro haciéndola sonreír.