Lilith se remueve en la cama, octava vez que lo hacía, octava vez que suspiraba molesta por no poder cerrar los ojos y dormir. Estaba su respiración irregular, su corazón latiendo como loco y su mente viajando a mil por hora con muchas imágenes... Imágenes con Nico.
— ¿Qué es esto? —susurra y pega el rostro a la almohada—. Ya basta.
Quería llorar porque deseaba dormir, estaba esforzándose. Además quería reírse de sí misma al llorar por semejante estupidez. También estaba la confusión por tener tantos sentimientos encima.
Parpadeó mirando a la oscuridad de la cabaña, hacia la cama a la derecha de la suya. Ahí debería estar Jane, seguro más dormida que un tronco. Y se le antojó hablar con ella, por lo que tomó la almohada más pequeña que tenía y se la lanzó.
Primero escuchó su gruñido, luego Jane estaba volteando hacia ella. No podía verle el rostro, pero seguro estaba ceñuda.
—Esa fue mi cabeza —expresó con la voz ronca—. Y volviste mi sueño en pesadilla.
—Perdón —susurra agitada—. Quería hablarte.
— ¿Estás bien?
La preocupación invadió la voz de Jane. Lilith se mordió el interior de la mejilla mientras se levantaba y ponía los pies en el frío suelo.
—No se si está bien —admite.
Y Jane se levanta de inmediato, toma el brazo de la pelirroja y caminan a ciegas hacia el baño. Allí encienden la luz, lo que les ciega unos momentos, pero Jane logra ver a Lilith al fin. Tenía el cuello y el rostro completamente colorados. Sus ojos brillaban con confusión y desesperación.
— ¿Tú... tienes fiebre? —balbucea y pone su mano en la frente de la más alta.
—Tengo calor —confiesa y se abanica con las manos, su voz sonaba más aguda de lo normal—. Estoy desesperándome.
—Eso se puede percibir a leguas, preciosa —toma sus mejillas y hace una mueca—. No te muerdas los labios, te lastimas y se nota demasiado.
—No puedo dormir.
—Yo estaba haciéndolo —murmura, ante la mirada apenada de Lilith añade—. Pero me alegro que me despiertes, me gusta ayudarte.
—No puedo dejar de pensar —susurra y se le acerca—. No puedo... Dejar de... De recordarlo, y darle vueltas, y —chilla un poco quitándose el cabello de su sudoroso cuello— voy a enloquecer.
Jane asiente evaluando su expresión, la forma en la que mueve las manos. Termina riendo a más no poder.
—Mi preciosa se está enamorando —dice entre risas, Lilith le dedica una mirada fulminante por primera vez—. Eh, no te... No me mires así, das miedo.
—No digas eso, no puedo enamorarme, no después de...
Jane la corta con una cara de pocos amigos.
—No lo nombres. Mira preciosa, sé que yo solía reprochar a Elena para que deje de quejarse porque siempre nombres a ya sabes quién... Pero creo que yo también comenzaré a quejarme.
—Pero...
—No me hagas decirlo sin pelos en la lengua —murmura cerrando los ojos—. Si insistes me saldrá esa frase que hará que te rompas, que me odies.
— ¿Él está muerto? —adivina.
Jane abre los ojos y la mira con pena, lo piensa un momento y luego asiente lentamente. Lilith suspira.
—Él puede morir, pero no significa que deje morir mis sentimientos también.
— ¡No! Ni hablar —sacude las manos—. No es cuestión de matar tus sentimientos, sólo de cambiar a la persona.
—No lo se.
La morena intenta no gruñir ante eso. Comenzaba a desesperarse, comenzaba a comprender a Elena y sus comentarios. Quería cachetear a Lilith. Se tomó su tiempo para respirar hondo y calmarse. Y entonces sujeta los hombros de Lilith con las manos, obligándola a que le mire a los ojos.
—Sólo inténtalo, no cuesta gran cosa —explica en voz baja—. Sal con él, hablen, rían, lo que siempre haces con Di Angelo —arruga las cejas al notar que dijo Di Angelo luego de reír y hablar—. Pero ahora, Lilith, por favor, da la oportunidad de sentir algo por él... Y si ya sientes aunque sea una cosilla, deja que crezca.
—Bien.
— ¿Sí?
—Lo intentaré —ríe mirando hacia abajo—. Me siento... Más adolescente que nunca.
—Eso es lo que hace nuestra madre —ambas ríen—. Pero es bonito.
—A veces —asiente y respira hondo.
—Exacto —Jane la suelta—. A veces.
Lilith decide quedarse un rato más en el baño mientras que Jane vuelve a la cama bostezando y tropezando.
Una vez sola se mira al espejo con una pequeña mueca. Su cabello está enmarañado y sucio por el sudor. Aún tiene motitas rojas en el rostro, que rápidamente la invaden otra vez al notar que todo eso ha pasado por pensar tres horas en Nico.
Dos minutos más tarde se encontró a sí misma sonriéndole al lavamanos. La imagen de Nico soportando su felicidad ese día le emocionaba. El hecho de que él le quiera cerca era... Era tan genial, tan hermoso, e inexplicable.
Volvió a la cama intentando no dar saltitos. Se sentía en las nubes cuando volvió a recostarse, ahora sí dispuesta a dormir. Ahora sí dispuesta a intentarlo.
¿Qué perdería? ¿El dolor por un amor perdido? Eso era bueno, ¿No? Seguir adelante, era lo que debía hacer. Con Nico estaba dando sus primeros pasos. No debía temer, debía dejar eso atrás.
Cuando vuelva a estar con Nico iba a dejarse llevar, iba a abrir su corazón. Eso era exactamente lo que se propuso antes de dormir y que Dylan le apareciera en una de las peores pesadillas que había tenido. Al parecer él no estaba dispuesto a ser superado. O puede que haya sido el subconsciente de Lilith que se negara a hacerlo.
Al despertar en la mañana frotó sus ojos mojados y se quejó por el sueño. Notó que otra vez era la primera en despertar, y apenas había dormido. Casi se dio por vencida en ese momento, ese pequeño momento donde pensó que jamás olvidaría a Dylan.
Pero horas más tarde Nico le sonrió en el almuerzo, le sonrió frente a todos. Ignoró la exclamación de sorpresa que dio Elena ante eso y sólo disfrutó el momento mirando su plato con una sonrisa de idiota surcando su rostro. Bien, tal vez sentía "cosillas" por él.
Seh, corto... Pero es maratón, yeah... dije en algún momento del día y lo publico minutos después xD
el otro sí será en algún momento del día ahre