Nico se acercó a la sala para entrenar, esperaba encontrarla vacía. Teniendo en cuenta que tuvo mucho tiempo para medir las entradas y salidas al lugar, dedujo que estaría vacía y podría entrenar en paz. Pero tuvo que chocar con Clarisse.
—Chico sombra —dijo ella alzando el mentón y luego lanzó una patada al muñeco.
Él simplemente asintió con la cabeza y comenzó a darle vueltas a la idea de irse y volver luego. Aunque eso sólo haría que Clarisse comience a mofarse de él y no estaba con ganas de oír sus estupideces. Por lo tanto respiró hondo y fue al otro lado del lugar.
Sacó su espada y estaba a punto de atacar al maniquí cuando Clarisse le interrumpió.
—Sería mejor que lo hicieras con un arma que no destroce cada maniquí que roce.
Se voltea hacia ella y alza una ceja. ¿Y ella cree que puede ir dándole órdenes? Alzó la mano y atravesó el torso del maniquí sin siquiera mirarlo. Aún tenía los ojos puestos en Clarisse.
Ella suelta una risa sarcástica —Muy rebelde, Di Angelo. Muy rebelde.
Una vez más se quedó callado y fue a buscar otro maniquí que tuvo la misma suerte que el anterior. Podía escuchar las quejas de Clarisse sobre que la dejaría sin diversión, pero las ignoraba y seguía con lo suyo. Al menos lo hizo hasta ese último comentario.
— Seguro está encantada y sólo por eso destrozas todos los maniquíes.
Se voltea una vez más hacia Clarisse, ella sonríe satisfecha. Ya le había dado en el blanco.
— De igual manera los destrozaría —habla Nico al fin.
— Intenta con otra espada entonces.
Clarisse se voltea y se acerca a las armas. Toma una de las espadas y camina hacia Nico para luego lanzársela. Él la atrapa, ya se había esperado que ella haría eso.
—A ver —se cruzó de brazos con una pequeña sonrisa burlona.
Nico rueda los ojos antes de voltearse y respirar hondo mientras sube la espada a la altura de sus hombros. Se toma un poco de tiempo y luego la dirige con fuerza hacia el maniquí. Logra incrustar la espada, más no la atraviesa. Nico suelta un suspiro frustrado mientras Clarisse se carcajea.
— ¡Te lo dije!
—Sí, sí. Como sea —masculla y vuelve a tomar su espada de Estigia—. Sólo cállate.
Pero Clarisse siguió molestando. Eso le puso los nervios de punta y volteó con la espada en alto. Cuando ella notó lo que había logrado sonrió abiertamente.
—Al fin vamos a divertirnos —mueve los brazos y toma una espada. Cuando ladea la cabeza su cuello cruje—. A ver tu rebeldía, Di Angelo —dice en tono burlón.
Nico le gruñe antes de atacar. Sus espadas chocan una y otra vez. Clarisse se burla cuando roza la mejilla del muchacho. Se estaba divirtiendo, él sí le daba pelea. Era la primera pelea digna en todo el día.
Entonces Nico la desarma y mueve su espada hacia la izquierda. Escucha un gritito que le hace voltear de inmediato.
—Nico —susurra Lilith mirando la espada que rozaba su nariz—. Hola.
— ¡Lilith! —suelta y baja la espada. La observa con los ojos muy abiertos—. ¿Hace cuanto que estás ahí?... ¡Casi...!
— Umm, acabo de llegar —juega con el borde de su camiseta y sonríe con pena—. No sabía que estabas... Eh... ¿Peleando? Mejor vengo después.
El chico parece desesperado cuando le toma el codo justo cuando ella hacía el ademán de retirarse. Lilith le dirige una mirada a la mano en su brazo y Nico la suelta avergonzado.
—No estoy ocupado, no es importante.
—Oh, genial.
Él pasa una mano por su cuello y baja la vista ante los ojos azules de Lilith puestos en él.
— ¿Qué querías decirme? —pregunta apenas mirándola a los ojos.
—Bueno... Nada en específico, sólo quería charlar contigo —admite balanceándose sobre sus pies.
Por el Hades, piensa Nico abriendo mucho los ojos y sus mejillas comenzaron a tener color. Clarisse alzo una ceja ante ello y se acercó un poco más para asegurarse de que no estaba ciega y realmente Nico Di Angelo estaba sonrojándose.
¡El chico sombra se estaba sonrojando por una hija de Afrodita! ¡Y él las detestaba!
— Oh, bueno —es la única estupidez que logra decir luego de unos segundos en silencio.
—Tomate —suelta Clarisse con sonrisa pícara, refiriéndose a las mejillas de Nico. Los otros dos la miran con el ceño fruncido—. Tu cabello me recuerda al tomate.
Lilith posa una mano en su cabeza y sonríe de lado— Eh, sí.
Nico fulmina a Clarisse con la mirada. Ella le saca la lengua de una forma poco disimulada.
— ¿Son amigos? —inquiere la pelirroja al notar el gesto.
— Ni de coña.
— Jamás.
Lilith cierra la boca ante las respuestas, algo intimidada por el tono de ambos. Nico nota eso y decide que es hora de irse.
—Vamos a hablar a otro lugar —dice antes de tomar la mano de Lilith y arrastrarla fuera.
Pasaron unos metros hasta que notó lo que hacía y se detuvo con los ojos muy abiertos. Lilith chocó contra su espalda.
— Perdón —la escuchó decir y casi se rie histérico por ello.
¿Se disculpa en serio? ¡Si él lo había causado!... Un momento, ¿Nico quería reírse? Apenas podía soportar las ganas de reír.
Lilith observó preocupada la cara de horror del chico.
— ¿Nico? ¿Te sientes bien?
—... Creo que necesito dormir —declara y suelta su mano—. Dormir mucho.
Ella asiente mientras lo ve correr hacia su cabaña.
—Tomate —se exalta cuando Clarisse vuelve a aparecer con una gran sonrisa en sus labios.
—Mi cabello, sí...
—No, él —hace un gesto hacia Nico y Lilith la observa confundida. Clarisse suspira—. Ah, la ceguera. Y la hija de Ares soy yo, mientras que tú deberías ser la de Afrodita.
— ¿A qué te refieres?
— ¡Tomate! —es lo único que repite y se retira.