Extra.

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Salvaste mi vida.

Kate se retira de su trabajo con los auriculares puestos, la música está a un volumen que le permite estar a alerta a su alrededor. Tararea la canción en voz baja, moviendo la cabeza de un lado a otro, está algo obsesionada con ella. Parece ser la única melodía que le permite olvidar todo lo que pasó ese día.

Su jefa solía darle demasiadas tareas, la mantenía yendo de un lado a otro y no se le permitía equivocarse. Era mucha presión para una chica de diecinueve años, pero después de todo trabajaba con una escribana de renombre. El día de Kate se basaba en hacer papeleos, hablar con los clientes o ir a casa de estos para entregarles sus documentos en persona; así era desde hace tres años, y seguía así porque no había encontrado otro trabajo mejor.

Ganas bien, se dijo, ganas bien y eso es lo que importa ahora, Kate.

—Lo siento —murmuró a la mujer que acaba de chocar por andar en sus pensamientos.

Ella solo le dedicó una mirada de molestia y siguió con su camino. Kate suspira bajando la cabeza, contiene sus ganas de decirle que fue descortés. Mete las manos en sus bolsillos y le sube el volumen a la música para luego acelerar el paso.

Ahora mismo deseaba llegar a casa y recostarse en la cama, tal vez ver algo en televisión mientras come unas galletas. Casi pudo saborearlas, aquellas malditas galletas con relleno de frutilla. Era lo que necesitaba, un descanso al fin.

Todo a su alrededor de pronto estaba muy oscuro, y Kate se sintió algo insegura. Bajo el volumen de la música y su mano derecha se aferró al celular dentro del bolsillo mientras ella le dedicaba una buena mirada a toda la calle. Pocas personas pasaban por ahí, la mayoría iba acompañada y por ello se atrevían a caminar en medio de la oscuridad.

Debí buscar amigos que volvieran a casa conmigo, piensa mientras camina torpemente hacia la zona menos iluminada. Lo último que necesitaba ese día era sufrir un maldito robo, ¡apenas había comprado ese celular! Y llevaba hasta en los zapatos su sueldo del mes, que había repartido en cada sección de su cuerpo para no abultar sus bolsillos.

Sí, debió hacerse una cuenta de banco para poder retirar el suelo de allí. Estúpida Kate.

Un ruido extraño a su izquierda, voltea hacia allí por acto reflejo. De inmediato toda la sangre abandona su rostro. Tanto tiempo planteándose la forma en que correría despavorida antes de ser atacada y ahora... La maldita idiota se acercaba aún más hacia donde provenía el sonido.

Eran como quejidos, no los quejidos de las ratas tras la casa de Kate, quejidos humanos. Muy bien, esperaba no encontrarse con alguien muriendo, o aún peor, haciendo cosas indebidas en medio de la calle.

— ¿Hola?

Genial, Kate, acabas de decir la típica frase de una película de terror. Ahora solo faltaba que un idiota enmascarado se le tire encima con un cuchillo. ¿Será capaz de gritar como Drew Barrymore al inicio de Scream? Habrá que intentarlo.

Sus ojos, ya adaptados a la oscuridad, pudieron distinguir una silueta recostada contra la pared del edificio. Parecía un hombre que apenas podía con su existencia, respiraba de forma irregular y ante cada movimiento soltaba quejidos lastimeros. Y ante eso tuvo un debate mental, ¿debía ser buena samaritana y ayudarlo o... mejor no fiarse y correr?

Y segundos más tarde estaba sacando el celular y encendiendo la linterna para alumbrarlo. El chico soltó una exclamación mientras cerraba los ojos.

Su piel estaba sudorosa y pálida, tenía la cara sucia, con tierra. La chaqueta de aviador que llevaba puesta estaba llena de sangre. Kate tuvo arcadas, se inclinó sujetándose con las rodillas mientras se recomponía.

—Oh mierda, oh mierda. Estás terrible —le balbucea al chico.

—Por favor saca la luz de mi cara —él ruega a media voz.

Así lo hace, sintiéndose tonta por haberle atacado con tanta luz teniendo en cuenta de que él estuvo en las sombras largo rato. Se acerca titubeando y se arrodilla ante el chico.

— ¿Te asaltaron? ¿Llamo a la policía? ¿Una ambulancia? Oh, demonios, obviamente necesitas eso. No debí preguntar siquiera.

Mira la pantalla de su celular mientras teclea con torpeza el número de emergencias, pero él le toma la mano y hace que grite asustada mientras suelta el celular.

—No, no llames a la policía.

—Pero... ¡Estás sangrando hasta por donde no deberías! Esto amerita a todos los de emergencia, tal vez esto sea una escena del crimen —chilla mirando a su alrededor con pánico—. La he jodido, oh mierda, oh mierda.

El chico se relame los labios y niega con la cabeza mientras intenta que vuelva a mirarle, sin chillar que comprometió una escena del crimen.

—Necesito que me ayudes... a encontrar mi mochila.

— ¿Por qué? ¿Qué hay ahí?

Kate mira a los lados buscando algún tipo de mochila, pero el lugar estaba vacío.

—Lo que necesito —responde el hombre.

Ella siente que se marea — ¿Te refieres a tu droga? Mejor llamo a la policía.

— ¡No!

De alguna forma él logró convencerle de buscar una mochila en los alrededores, Kate caminaba con las piernas temblorosas hasta que halló una entre los arbustos. Apenas la tomó, estirando las mangas de su chaqueta para no dejar sus huellas dactilares. Esperaba que el chico tuviera un botiquín o algo así.

—Ábrela —le indicó cuando puso la mochila ante él—. Por favor... Confía en mí, no hay algo malo.

Traga saliva mientras abre el cierre, y suelta el aire contenido al notar que solo había ropa y un pequeño termo. El chico le pide que se lo pase para que pueda beber un poco de su contenido, lo que ella hace con una mueca. Pensaba que tal vez solo estaba cumpliendo los últimos deseos de un moribundo.

Pero un par de minutos él se encontraba mejor, ya no respiraba con dificultad como antes. Kate se dejó caer sobre su trasero dando un largo suspiro.

—Gracias.

—Oh Dios mío, ¿eso era droga? Dime que no era droga.

—No era droga —repite rodando los ojos.

Se queda mirándola, su cabello era oscuro y podía distinguirle el rostro gracias al alumbrado que se encontraba no muy lejos. Kate había subido las piernas a su pecho y se abrazaba a ellas, claramente asustada con la situación. Y el chico relaja las facciones.

—Soy Nico... Nico Di Angelo —se presenta para intentar darle algo más de seguridad.

Ella levantó la mirada y se fijó en él.

—Soy Kate, no quiero decirte mi apellido porque aún te tengo miedo.

Nico ríe entre dientes.

—Salvaste mi vida, Kate.

Svegliati già, Lilith. [Nico di Angelo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora