Cuando llego al enorme pino cayó de rodillas. Se hizo un ovillo y lloró desconsolada. Le dolía el pecho, tuvo deseos de golpearse contra el tronco por ser tan estúpida y cobarde.
Pudo escuchar débilmente que Brian la llamaba. Pero no le importó, no quería abrir los ojos y notar que Dylan ya no estaba, quería dormir por siempre para no sentir aquel dolor.
—Voy a llevarte a la enfermería —Le dijo—. Estás herida, hay que curarte.
Gimoteo cuando su amigo la tomó en brazos. Y no dejo de llorar como niña.
—¿Escuchaste lo que te dije antes, Lilith?
No, no lo hizo. No tenía ninguna importancia aquello en esos momentos. Brian comprendió luego de unos momentos.
—Bien, no importa, luego, cuando te calmes, volveré a explicartelo.
No abrió los ojos en todo el camino, pero sabía que estaba rodeada de mucha gente, oía los murmurllos. Sintió vergüenza de que la vieran en ese estado, sucia, llena de sangre, llorando. Estaba un tanto paranoica, por lo que pensaba que todos sabían sobre lo cobarde que había sido, pensaba que todos la señalaban como la culpable de la muerte de Dylan.
Así se sentía. Impotente.
Para cuando su cabeza todo la camilla, ella ya había perdido el conocimiento. Tal vez fue el llanto o su cansancio. En ese momento deseo que ella también muriese para ir junto a Dylan.
Pero horas después volvió a despertar, había un pequeño resplandor de luz que le ayudó a distinguir el lugar donde estaba. Una enfermería, aunque habían tan sólo dos camas ocupadas, en una estaba un tipo totalmente vendado, en en la otra un muchacho durmiendo.
Entró en pánico, ¿Y Brian? ¿Dónde estaba Brian?
Estaba tan sensible que por poco no se larga a llorar otra vez, pero se prohibió hacerlo, sería el colmo. Tenía que ser fuerte.
Respiro hondo y bajó los pies de la cama. Ya estaba parada a un lado, dispuesta a escapar, cuando una voz la detuvo.
—No creo que debas irte a estas horas.
Dio un respingo y vio al muchacho que antes estaba durmiendo.
Tenía la cara pálida y unas profundas ojeras, no parecía muy amigable.
—Yo... Yo debo ir, fuera, tomar aire.
Se percató entonces de que estaba casi hiperventilandose. Le apretaba el pecho, el aire no llenaba sus pulmones.
—Oye... No te ves para nada bien.
¡No me digas! Quizo decir pero en su lugar corrió a la puerta, se desesperó al no poder abrirla.
Un brazo pasó por sobre su hombro, las manos pálidas tomaron el picaporte y tras girarlo a la izquierda, empujó para afuera. Pudo ver el exterior y no dudó en lanzarse tomando grandes bocanadas de aire.
—Gra-gracias.
—No importa.
El chico cerro la puerta tras de sí y se recostó en ella. No dejaba de mirarle, Lilith supuso que era porque tenía una cara de mierda.
—¿Cómo te llamas? —Le pregunta de pronto.
—Yo, yo, Lilith... ¿Tu?
—Nico —Se encoge de hombros.
Luego de un par de minutos en silencio, y cuando al fin pudo reponerse. Se giró sobre sus talones admirando estupefacta el lugar.
—¿Dónde estoy?
—En la tierra, no te creas que es otro mundo —Murmura el muchacho con cierta burla por la cara de ella. Lilith enrojece a la vez que le mira mal—. Bueno, este es el Campamento Mestizo.
—¿Campamento Mestizo? ¿Es algo racista o qué?
—No —Sacude la cabeza—. Nada racista. Es un campamento para semidioses.
—Er —Se toca la cabeza—. Creo que sigo inconsciente.
—Para nada, es algo real... A veces los dioses tienen hijos con mortales. La mayoría de los semidioses sólo tienen un padre o una madre —Ella tomó aire. Sólo tenía a su papá—. Los semidioses padecen de dislexia y THDA... ¿He acertado con alguna cosa?
—Con todo, en realidad —Se rasca la nuca mirando al suelo—. Vaya, es impresionante.
—¿Me crees?
—Algo me dice que no eres de los que mienten.
Él parpadeo sorprendido, pero se encoge de hombros.
—Supongo que gracias.
—¿Tu sabes quién es mi madre? —Pregunta con una ligera ilusión.
Nico se le queda mirando, luego fija sus ojos negros en los azules de ella.
—No se exactamente, pero tengo mis sospechas...
—¡Lilith! Oh por las latas de coca cola light, despertaste.
Brian llegó trotando, sin sus usuales enormes jeans. Lilith pegó un grito al ver sus patas de cabra. Él paró a mitad de camino con las manos en alto.
—Creo que debí explicarlo antes...
—¡Niño cabra! Brian, eres un niño cabra.
Él se sonroja. Nico sonríe por un segundo y vuelve a su expresión seria y aburrida.
—Es un sátiro, Lilith, ya vas a acostumbrarte luego —Explico con suavidad.
Brian le miró estupefacto. Lilith asintió sin dejar de mirarle las patas a su amigo.
Semidioses... Dioses... Sátiros. Wow, tal vez sigo dormida.