Nico Di Angelo suspira antes de dejar las flores ante la tumba. Hacerlo le da escalofríos, los mismos escalofríos que sintió cuando eso pasó, cuando lo vio y esos escalofríos que viene teniendo desde hace tres años.
Lilith Toods fue una hermosa persona. Ella era preciosa, buena escuchando y con una personalidad adorable. Sus únicos defectos fueron ser cobarde a la hora de enfrentar ciertas cosas, y el no dejar ir al pasado. Esos defectos fueron la que ahora la tienen muerta.
Esa tarde hace tres años cuando Nico confesó sus sentimientos, pareció ser correspondido y luego se alejó con el corazón roto. Esa tarde cuando Lilith demostró su casi esquizofrenia con mayor fuerza y terminó viendo a un Dylan que le exigía que vaya con él.
Nico pensaba que si él se quedaba ahi, o volvía antes, podría haber evitado que Lilith comience a cortarse los brazos con el vidrio roto de la botella que ella lanzó en medio de su histeria. Pero la dolorosa verdad es que ella lo habría hecho de una u otra forma. Era una persona débil que no podía dejar de aferrarse a un muerto.
Lilith nunca le habría amado, porque ella era única y exclusiva de Dylan. No sabía por qué Afrodita se esmeró en darle ilusiones de una oportunidad, cuando hasta ella sabía que el corazón de Lilith latía y dejaría de latir por Dylan. Y es que ella era una madre preocupada que deseaba ver a su hija feliz y con vida.
Un escalofrío le había atravesado cuando estuvo ya lejos. Supo lo que eso significaba y comenzó a llorar antes de volver sobre sus pasos corriendo. No sabía cuanto tiempo había pasado, maldita sea, tantas cosas pasaban en pocos minutos. Sus pulmones ardían cuando llegó, pero aún tuvo aire para gritar ante la escena.
Lilith se desangraba con el rostro contra el pasto. Una sonrisa en sus rojos labios. Su piel blanca lastimada y ahora pintada de carmesí. Rojo, rojo en todas partes. Sus ojos azules opacos mirando a la nada, pero con la esperanza de al fin hacer algo bien.
Nico se había arrodillado ante ella mientras en silencio sacaba cada pedazo de vidrio del cuerpo. Eso tal vez le había tomado toda la noche, porque al amanecer él estaba con el cuerpo de ella en brazos mientras Quirón intentaba sacarlo de su shock.
¿Realmente estuvo así sólo una noche? No lo recuerda, sabe que lloró y que le gritó a Lilith. Y que Quirón de alguna forma llegó a su lado mientras le decía Ya, chico, déjala, se ha ido.
Se ha ido. Es lo que se repite en su mente constantemente. Ella se ha ido, tal como su madre o Bianca... No, la verdad era que Lilith se había ido por ser cobarde, por no enfrentar a la vida, no podía compararla con la muerte de Bianca.
Ahora él no debía seguir los pasos de la pelirroja que había amado y destrozado su corazón. Él debía demostrar que sí se podía seguir adelante aunque hayas perdido a tu primer gran amor.
— ¿Nico? —Kate murmuró mientras lo abrazaba por detrás—. ¿Estás bien, cariño?
Se había pasado diez minutos en silencio mirando la tumba. Respira hondo y pone su mano sobre la de la morocha. Se voltea hacia Kate para mirar sus ojos mieles llenos de preocupación.
—Estoy bien, estoy bien —repitió mientras se acercaba para besarla—. Vamos.
Kate le dedicó una mirada de no creerlo, pero se dejó llevar por el arrebato de cariño que tenía su novio. Tomó su mano mientras caminaban lejos de la tumba, aunque ella le echo un vistazo por sobre su hombro a la inscripción.
Lilith Toods. Gracias por demostrarme cuán importante es dejar ir.