Capitulo 34

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Narra Aitana.
Me encontraba fatal, con náuseas, dolor de cabeza, y estaba muy blanca.
-Toma cariño. - Viene mi madre con una infusión.
-Gracias, mamá. - Se va del salón y me tomo la infusión.
Está muy caliente y me sobresalto al quemarme los labios.
Todavía estoy algo nerviosa por lo que pasó después de la fiesta, no sé si hice bien.
-Será mejor que te duermas un poco, a ver si se te pasa. -Mi madre se lleva la infusión.
Me quedo dormida enseguida, viendo la película de bajo la misma estrella con la que he llorado tantas veces, es preciosa, pero muy triste.
Me despierto con un horrible pitido que no deja de cesar, abro los ojos y me doy cuenta de que es mi móvil.
-¿Si?. - Digo con un hilo de voz grave y ronco.
-Hola, Aitana, somos Lyra, Sofía y Maria. -Oigo a Maria por detrás quejándose de que a ella no la metan, que no lo hace por propia voluntad, pero me da igual, paso de todo lo que me diga, bastante mal estoy ya como para preocuparme por algo así.
-Hola chicas, ¿Cómo va todo?
-Bien, oye ¿Qué tal estás? -Esta vez es la voz de Sofía la que habla.
-Bien, gracias.
-Es que nos hemos asustado al saber que no te encontrabas bien.
-No os preocupéis, estoy algo mala, pero nada más.
-Vale, luego te paso la tarea. -Dice Lyra.
-Vale, gracias. Xao.
Corto la llamada y miro la hora que es, ¡3:00! Madre mía, he dormido seis horas, y todavía no me encuentro demasiado bien como para levantarme del sofá, pero pienso que me vendría bien comer algo y voy hacia la cocina.
-¡Mamá! -Llamo a mi madre pero no me contesta, igual se ha ido.
Entro en la cocina y me caliento el pollo que me ha dejado mi madre en la encimera para que me lo caliente, también tengo alubias, pero me parece demasiada comida, así que sólo me como un muslo de pollo.
Friego mi plato y el que ha dejado mi hermana pequeña que debido a su ausencia y la de mi madre se habrá ido a inglés y mi madre le estará dejando, y de paso comprara en el mercadona, espero que compre las galletas que tanto me gustan, que se acabaron hace poco y me encanta llevarme unas pocas al recreo del instituto.
Estoy viendo la televisión y alguien llama a la puerta, pensando que es mi madre abro en pijama y seguro que con unos pelos horribles.
-Hola. -Es Rodrigo, que nada más verme me da un tierno beso.
Me asusto de que me haya visto así, y cuando me miro de reojo en el espejo que hay en la entrada me sorprendo al descubrir que mi pelo está impecable.
-Hola, ¿Cómo así has venido?
-Pues que tenía que ver que tal estabas, por cierto me encanta como te queda el pijama. -Dice mientras me regala una rosa preciosa, que seguro que la ha cogido del jardín del vecino de en frente, pero me sigue pareciendo un aspecto muy romántico.
-Gracias, pasa. -Nos sentamos en el sofá y él empieza a besarme, y no lo aparto, pero...
-No deberías besarme.
-¿Por qué?
-Porque estoy mala, bueno estoy fatal, con dolor de cabeza, de tripa, me mareo, vomitando.
-Ya, y a mí me da igual, no puedo estar separado mucho tiempo de esos labios tan rosados y preciosos. -Me sonrojo.
-No seas tonto. -Me río y le doy un suave codazo en el brazo.
Nos besamos, me succiona el labio inferior, luego baja por mi cuello, dejando unas cuantas marcas sobre él.
Mete la mano por el dobladillo de mi camiseta y me la levanta, cosa que no le impido, luego es mi turno y yo se la subo, me baja los pantanos dejándome en ropa interior, mientras continuamos besándonos, me incorporo en el sofá y nos tumbamos con suavidad, sus manos están frías, me produce escalofríos cuando pasa por mi cadera y sube hasta sujetar mi barbilla y acaba acariciándome la mejilla.
Yo simplemente apoyo mis manos en su pecho.
-¿Tú- crees... que... -Le pregunto.
-¿Qué?
-¿Que deberíamos?
-¿Qué? Mira nena, no pasa nada, no es nada nuevo.
-Bueno para mi...
-No pasa nada.
Decido escucharle y seguir con lo que habíamos empezado.
Siento algo frío, pero su cuerpo me da calor, y apenas noto el frío.
Se saca un preservativo del bolsillo del pantalón y me acuerdo.
O dios mío, no puede ser, empiezo a marearme y de repente veo todo blanco y no soy consciente de nada más.



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