Capítulo 17

52 7 0
                                    


Rachel se levanta de la cama aturdida y mira el despertador. Las 08.30. Aún puede apurar más en la cama. No le apetece levantarse. Alguien toca a la puerta. Aidan asoma su cabeza morena con una sonrisa.

-¿Rachel? ¿Estás despierta?-pregunta susurrando para no molestar a su hermana.

-Sí-se incorpora la pelirroja con una pequeña sonrisa.

-¡Bien!-grita el pequeño mientras salta hacia la cama de su hermana. -¡Felicidades Rachel! ¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz!

El señor y la señora Sanders aparecen por la puerta con una tarta con dos velas, formando el número 18. La pelirroja empieza a reírse feliz y sopla las velas de la tarta.

-Ahora ya eres mayor-Aidan estira sus pequeños brazos hacia arriba para parecer más alto.

-Pero me vas a seguir teniendo aquí para darte guerra, enano-le acaricia la cabeza al pequeño.

-Vístete Rachel, tenemos planes para hoy-le guiña un ojo su madre.

Y dicho esto, los señores Sanders y Aidan se marchan, dejando a Rachel con un trozo de tarta y varias cosas envueltas. Empieza a abrir los regalos. Uno de ellos es una camiseta de Bon Jovi, la que ella deseaba tanto. Se la pone mientras piensa la pena que le da que el mismo día de su cumpleaños haya vuelto Bon Jovi a New Jersey y dé un concierto y ella no tenga entradas. Suspira ante esa penosa idea y abre el segundo regalo. Es una pequeña caja de madera con detalles plateados. En la tapa ponen las iniciales J. S.

Rachel acaricia las iniciales y una lágrima se escapa por su mejilla. Reconocería esa caja entre un millón. La caja de su abuela, Josephine Sanders. Recuerda cuando era pequeña, su abuela Jo siempre guardaba esa cajita en un lugar que solo ella sabía. Rachel siempre se quejaba porque Jo nunca le enseñaba lo que había dentro de ella. Siempre le decía cariñosamente: "Algún día lo sabrás, Rachelcita".

La joven, emocionada y con lágrimas en los ojos, suspira y abre la caja cuidadosamente. En ella encuentra una carta y una bolsa de terciopelo azul. Desdobla la carta y empieza a leer. A juzgar por su letra, es una carta de su abuela Jo:

Querida Rachelcita,

Espero que cuando estés leyendo esto seas una chica joven, madura y con una vida por delante. Recuerdo cuando tenías seis años, te sentabas en mi regazo y me obligabas a contarte cuentos hasta la saciedad. Cuando acababa uno, empezaba con otro. Y así hasta que te dormías.

Lo que siempre recordaré será esa cajita que tenía y que tanto te gustaba. Siempre me preguntabas acerca del contenido y yo siempre te daba largas. Ahora que estás leyendo esta carta, pequeña mía, te diré lo que contenía.

Una pequeña piedra color fuego, que adorna un pequeño colgante de plata. Siempre lo llevaba cuando era joven, me hacía sentir especial. Ya entenderás lo que quiero decir. Nunca te enseñé esto porque no estabas preparada, pero ahora, a tus 18 años, sé, aunque no te vea, que estás preparada.

Me queda muy poco de vida, Rachelcita. Me temo que no voy a poder verte crecer más. Pero me voy a quedar con tu recuerdo, con todos los momentos que hemos vivido juntas, las tardes de cuentos y juegos. Todo eso me lo llevo feliz. Te dejo con 10 años, pequeña mía. Pero sé que ahora, a tus 18, seguirás siendo una joven buena, bonita, honrada y feliz.

El colgante es tuyo, como bien le he dicho a tus padres: "Este colgante es para mi Rachelcita, ella es la que tiene que llevarlo. Pero tenéis que dárselo cuando cumpla los 18, no antes". Espero que lo hayan cumplido. Y, jugando con el tiempo, solo me queda decirte una cosa: Felices 18, cariño. Ojalá estuviera ahí contigo, a tu lado.

Tu abuela, que tanto te quiere y querrá,

Josephine.

Rachel no puede evitarlo y rompe a llorar. Dobla la carta de su abuela como su fuera la cosa más importante en el mundo y la mete en su sobre. Su abuela Josephine ha sido como su segunda madre. Ella le ha dado todo lo que ha necesitado y más. No hay día que no sienta su pérdida. Todavía lo recuerda. Su abuela enfermó repentinamente, empezó a perder la visión y dejó de jugar a determinados juegos con Rachel. Con el paso de los días la empezó a ver más decaída y débil. Rachel, a sus 10 años, sabía que su abuela Jo estaba enferma, pero no sabía la gravedad del asunto. Hasta que un día, la abuela dejó de ir a casa de Rachel. Pasaban los días y no la visitaba. Hasta que una tarde, su madre cogió el coche y la llevó al hospital.

Tras pasar por varias habitaciones y ver dramas humanos, se pararon frente a una puerta. Entraron y Rachel vio a su abuela, llena de vías, su pelo se había vuelto canoso de repente y su sonrisa carismática había desaparecido.

Nunca olvidará ese día, como tampoco olvidará esa noche. La noche en la que llamaron al teléfono de casa y su madre contestó. Recuerda ver a su madre llorar y pronunciar varias preguntas: ¿ha sido el cáncer? ¿Cuándo ha sido?

Y desde esa noche, la Rachel de 10 años, no volvió a ver a su querida abuela Jo. El cáncer se la llevó, la separó de su abuela, y con su pérdida se fue la Rachel inocente y feliz.

Rachel besa la carta de su abuela y abre la pequeña bolsita de terciopelo. De ella saca un colgante que lleva una piedra naranja fuego. Rachel sonríe y se pone dicho colgante. Ahora que lo tiene, no lo piensa perder.

-¿Rachel?-una voz irrumpe el silencio de la habitación y golpea la puerta. Es su madre.

-¿Sí?-se seca las lágrimas y guarda la caja con el sobre.

-Baja, corre.

La pelirroja se pone en pie y sale de su habitación. Al llegar a las escaleras observa a muchas personas que la esperan en el salón. Se le dibuja una sonrisa en la boca cuando ve a Chelsea y Marcus entre la gente. Están sus padres, Aidan, Mark, Helen y Michael también.

-¡Felicidades!-grita Chelsea cuando su amiga termina de bajar las escaleras. Ambas se funden en un profundo abrazo. Rachel se emociona y estruja a su mejor amiga como si no hubiera un mañana.

-Te quiero muchísimo, Cheli-susurra en el oído de su amiga.

Marcus es el siguiente en felicitar a Rachel, que tiene los ojos llenos de lágrimas.

-Felicidades, pelirroja-le acaricia la mejilla. Ella sonríe y le abraza.

Uno a uno, van felicitando a Rachel. La madre de Rachel se adjudica la palabra cuando Chelsea la mira cómplice.

-Rachel, cariño. Tus amigos te raptan hoy para celebrar tu cumpleaños. Espero que pases un buen día-le sonríe.

Rachel no dice nada y se limita a abrazar a sus padres.

-Gracias-les mira a los ojos mientras les enseña el colgante-Lo voy a llevar siempre.

Sus padres asienten emocionados y la dejan marchar con sus amigos. Sí, Rachel se va haciendo mayor.

-¿A dónde vamos?-pregunta la pelirroja mientras se sube al coche de Marcus.

-Ya lo verás-le guiña un ojo el moreno. Chelsea se sube en la parte trasera, mientras que Helen, Michael y Mark van en el coche de este último.


DIFERENTES (En edición)Where stories live. Discover now