Helen llama a la puerta de los McKingley. Cinco segundos es lo que tarda Chelsea en abrir la puerta y dejar pasar a su amiga.
-Pasa, Helen.
La rubia le da un beso a su amiga y se sienta en uno de los sofás del comedor. Rachel sale de la cocina con un bol de helado.
-Hola, pelirroja-saluda Helen mientras la abraza. –Tienes mala cara...
-Sí, lo sé. Veo que es evidente...
Una vez acomodadas las tres jóvenes, comienzan a hablar. Llevaban tiempo sin pasar una tarde de chicas.
-Rachel, ¿qué te ocurre?-empieza Helen.
-Nada... ¿sabéis qué? Me voy a la habitación. Quedaos hablando vosotras...-la joven se pone en pie pero Chelsea la agarra por el brazo y la obliga a sentarse. –De verdad-suspira, -necesito estar sola. No quiero ni necesito hablar con nadie.
-Rachel, no me obligues a atarte al sofá-frunce el ceño la morena. –Si lo cuentas, te sentirás mucho mejor-le aconseja mientras agarra su mano. La pelirroja suspira y, mirando al suelo, se decide.
-Marcus y yo... No sé... Estamos mal. Bueno, parece que estamos bien. Pero no lo estamos... Quiero decir, siento eso. Siento que nos estamos distanciando. Mis poderes...-se mira las manos. –No puedo controlarme y apenas puedo estar cerca de él.
-¿No habéis...?-pregunta Chelsea. Rachel niega. -¿Ni una vez?-insiste.
-No. Nada. Lo hemos intentado, pero cuando me pongo nerviosa, me enciendo. Literalmente...-confiesa. –Y le he hecho daño. Y aunque él insiste en que podremos superarlo, veo que esto está deteriorando la relación. Nos estamos haciendo daño en todos los sentidos.
-¿Crees que lo vuestro se va a acabar por eso?-Helen enarca una ceja incrédula.
-No lo sé-Rachel juguetea con una cucharilla del helado.
-Rachel, por favor... Una relación no se basa solo en el sexo...
-Chelsea, ya lo sé. Pero ya no hablamos solo del sexo. Hablamos de no poder tocarnos. Si me emociono ni siquiera puede tocarme. No puedo acariciarle. Mi piel le quema, ¿entiendes?
-Ya, pero os queréis...-resalta Helen.
-¿De qué sirve el querernos si apenas podemos tocarnos? Yo tampoco quiero que él se sienta mal e impotente. Y, de verdad, juro que pensaba que esto iba a disminuir. Pensaba que con los entrenamientos de Kristoph podría controlarlo. Pero estoy viendo que no soy capaz de dominarlo. Sigue dominándome como el primer día... Veo cómo vais avanzando todos y yo sigo en el mismo punto de partida.
-No seas negativa-le recrimina la morena.
-Eso lo dices porque no eres tú la que emanas fuego por cada poro de tu piel... Y espérate, Chelsea. Igual cuando pase el tiempo y sigamos en este punto muerto, Marcus me deja. Y yo acataré. Lo entenderé, porque soy una puta hoguera, una puta bomba con patas...
La pelirroja se pone en pie y se marcha. Chelsea se lleva las manos a la cabeza. Su amiga es demasiado apocalíptica.
-Ya verás como se le pasa...-le consuela Helen.
-¿Tú crees? Ya conocemos a Rachel...
-Ya...
-Helen, ¿tú cómo estás?
-¿Yo?-la pregunta le pilla desprevenida y empieza a ponerse nerviosa. –Bien-finge una sonrisa. Instintivamente, su mano derecha agarra un mechón rubio y empieza a estirarlo.
-Helen, ¿sabías que tienes la costumbre de jugar con tu pelo cuando ocultas algo?
-Ah, ¿sí?-suelta el mechón de sopetón.
-Helen-Chelsea se acerca más a su amiga-suéltalo.
-Digamos que mi padre me hizo una visita...-informa con un hilo de voz.
-¡¿Cómo?!-la morena pega un salto en el sofá. –Ya estás contándome todo.
-Estaba sola en casa. El hijo de puta tuvo suerte. Seguramente se habría asegurado de que estuviera sola. Aunque mejor así. Si Mark hubiera estado, habríamos salido en sucesos...
-¿Te hizo algo?
-Lo intentó...-hace una pausa para mirar la cara de su amiga. Su gesto empieza a torcerse. –Intento... Intentó abusar de mí. Como hacía con mi madre...-la joven se tapa la boca y empieza a llorar. Ha tocado fondo. No quería, pero al final ha explotado.
-Helen...-Chelsea acoge en sus brazos a la rubia. La abraza fuerte, mostrándole su protección y cariño. –Vamos a dejar esto para otro momento...
-No-se separa de la morena. –Quiero contártelo. Intentó abusar de mí. Pero-una sonrisa asoma por la comisura de sus labios-le paré los pies. Chelsea, me he dado cuenta de que soy fuerte. De que no me va a tratar como un trapo.
Un teléfono suena. Chelsea saca el suyo y ve que no se trata del suyo. Al ver que no se trata del de su amiga, saca su móvil del pantalón y observa sorprendida un teléfono no registrado en su agenda.
-¿Quién es?-pregunta Chelsea al ver a su amiga mirar la pantalla paralizada.
-No lo sé...-responde en un susurro. Decide descolgar y llevarse el teléfono a la oreja. -¿Sí?
-¿Helen? ¿Eres tú?-una voz femenina responde al otro lado. Su voz es aterciopelada y se le antoja familiar.
-Sí... Soy yo... ¿Quién llama?
-Helen, cariño. Soy mamá.
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DIFERENTES (En edición)
FantasyMiles de años atrás, la Tierra estuvo poblada por cinco razas. Raza Pyros. Raza Hydra. Raza Gea. Raza Psycho. Raza Lumos. En el presente, ¿quedará algo de eso?... Rachel es una joven normal, con una vida normal y unos amigos normales. Al menos...